Cerquita de Capilla del Monte, Córdoba, se encuentran las Grutas de Ongamira. Rogué al
cielo para que a pesar de ser un día de llovizna, el tour se realizara completo
tal como lo había prometido la agencia de viajes.
Después de visitar y comentar referencias de diferentes lugares, el guía
presentó con entusiasmo y respeto algo que ni más ni menos era un … cerro. Para
mí, hasta ese momento, era un cerro más de los tantos que hay en la provincia
de Córdoba.
Pero la percepción de ese cerro cambió al empezar a escuchar la historia
que con dolor atesora esa región y sobretodo, ese montículo de tierra.
Por poco me arrodillo para pedir perdón por no saber en qué sitio estaba
parada con aires de superada, de moderna y de “civilizada”.
Cuentan que cuando los españoles estaban pisándoles los talones y con
sus hombres muertos en contienda; los ancianos, las mujeres y sus niños se
arrojaron para no caer en manos de los
españoles. Los comechingones saltaron desde las alturas para no ser sometidos
por extraños que invadían, usurpaban y descalificaban su sabiduría.
De esta manera, el Cerro Charalqueta que simbolizaba al dios de la alegría del valle, pasó a llamarse
Colchiquín o Colchiquí, dios de la fatalidad.
La valentía de los hombres peleando por su tierra, me atravesó, pero el
coraje de esas madres al empujar a sus hijos al barranco…me dejó inmovilizada
un tiempo no sé de cuántos segundos o minutos.
¡Qué coraje debieron sentir para tener tan claro lo que había que hacer,
para evitar un mal peor!
Me pregunto quién hoy en día tiene las cosas tan claras…
¿¡Quién no se somete!?
¿¡Quién no se deja manipular!?
¿¡Quién no se deja invadir!?
¿¡Quién se dignifica tanto!?
En ese paseo por un lugar “turístico” uní el concepto del coraje con la
dignidad y a partir de ese día, solo espero estar a la altura de ese pueblo
nativo que se inmoló por respeto propio.
Hay que ser valiente para respetarse.
Lic. Ivana Rugini
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