Malargüe, Mendoza (Argentina).
Manqui Malal se hizo lugar en nuestra agenda
para ser visitado, observado y honrado. Zona de paredones altos (bardas) de origen
marino que fueron elevados por los movimientos telúricos y hoy dejan a la vista restos fósiles, ammonites y
bivalvos.
Mi atención fue
directamente a los ammonites; criaturas parecidas al pulpo o calamar actual
pero con un característico caparazón espiralado.
La forma helicoidal es muy bella y significativa.
Representa la vida en ascensión, como el
camino sagrado que cada ser comienza al nacer, cuando encarna, para transitar
una vida de disfrute pero de muchos aprendizajes.
Por eso, al proceso de
la vida misma se lo asocia con una escalera caracol; ya que, damos
pequeños pasitos, peldaño a peldaño, con
cada decisión que tomamos, con cada puerta que abrimos o que cerramos.
Escalón por escalón.
La clave está en lo
helicoidal.
Tanto el ammonite antiguo
como el actual caracol con su espiral, es como si quisieran mostrarnos cuál es
la manera en que debemos vivir:
No solo paso a paso, sino, registrando los
logros; porque desde un peldaño superior se puede observar el proceso; todo lo
que llevó y demoró llegar hasta donde estamos hoy. Todo lo que dejamos,
superamos y sanamos.
También lo helicoidal
nos impulsa a no estancarnos en lo
conseguido; sino a desafiarnos más en todo lo que implica el desarrollo
personal. Con solo mirar para arriba uno se da cuenta de todo lo que le falta
conquistar interior y exteriormente.
¿Y cómo abordar esa conquista?
Tomando consciencia de
las repeticiones…
¿Qué situaciones parece
que las estamos reviviendo pero en otro lugar, con otra edad y otros
personajes?
Revisemos:
¿Por qué todos los hombres son iguales?
¿Por qué todas te usan?
¿Por qué en los trabajos no te pagan como merecés?
¿Por qué sentís que te
toman el pelo; el vecino, un amigo y hasta un familiar?
¿Por qué otra vez te
dan un billete falso?
¿Por qué nunca los
médicos dan en la tecla con lo que te pasa?
¿Por qué otra vez
caíste en lo mismo?
¿Por qué nuevamente te
accidentaste?
¿Por qué siempre te
quedás callado en vez de poner al otro en su lugar?
¿Por qué abrís la
billetera, como siempre, con tal de que te dejen tranquilo?
¿Por qué otra vez
permitiste que tu hijo te grite y hasta
que te levante la mano?
¿Por qué otra vez
preferís aguantarte esas puntadas en la cabeza, en vez de consultarlo con un médico?
¿Por qué otra vez
abandonás los tratamientos, el estudio y
lo que te hace bien?
¿Por qué, como siempre,
te dejás tentar por tu tendencia a irte de
tu casa con cualquier excusa,
cuando sabés que tenés que pasar más tiempo con tus hijos?
¿Por qué cada vez estás
más dolorido y limitado?
¿Por qué reprimís tu
verdadera vocación y continuás en el mismo empleo que no te nutre?
¿Por qué otra vez justificás tus acciones echándole la culpa a otro?
¿Por qué otra vez estás
envuelto en una situación tomando la responsabilidad que le corresponde a otro?
Una respuesta rápida a
todas esas preguntas es: “porque seguís siendo el mismo”. No hubo crecimiento.
La situación original no
modificó la estructura y, por lo tanto, no se avanzó un escalón en el tablero
del juego de la vida.
La cuestión es que
aceptamos jugar sin ver la letra chica
del reglamento en donde dice: “Se transitarán las mismas circunstancias (obviamente,
aumentando la intensidad) hasta que se transforme la emoción nociva que las
provoca”…
Nos vamos a dar cuenta de
que avanzamos un escalón cuando ya no atraigamos esas mismas situaciones.
Si bien, cada uno juega
a su manera y lo hace a su ritmo, las áreas
en las que todos debemos movernos, crecer y desplegarnos son nueve:
·
Salud
·
Familia amplia
·
Trabajo
·
Conocimiento
·
Riqueza
·
Reconocimiento
·
Vínculos
·
Pareja
·
Hijos-proyectos
Por lo tanto, la
escalera caracol de nuestra propia vida va a tener peldaños para cada aspecto
de nuestra existencia. Siempre hay algo que aprender, superar, soltar o
modificar.
El trabajo es amplio y
arduo, pero no estamos solos.
La naturaleza nos
acompaña y protege; porque formamos
parte de ella. Depende de nuestro despertar y evolución. Espera con paciencia que lo logremos, pero no
deja de mandar a sus “representantes” para mostrarnos el camino hacia nuestro interior,
cuando nos ve perdidos. Para ello, se vale de criaturas, a veces, en apariencia
insignificantes.
Así se nos presenta el caracol.
Una plaga para algunos,
un asco para otros, pero en realidad estamos ante un Gran Maestro.
En primer lugar nos
enseña: - La importancia de mantenerse en movimiento. Metafórica y literalmente cierto. (La escalera
está concebida para subirla).
Con esta premisa ya
cerraría su explicación pero hay más…
-Comprender el valor de
dejar un rastro. Me emociona, como un ser tan pequeñito nos recuerda cuánto importancia
tiene lo que hacemos, cómo invertimos el tiempo y cómo tratamos a los demás y
al medio ambiente. Hacer lo mejor por nosotros y por los que vendrán.
Hay una tercera
lección: -Posibilidad de usar el movimiento lento para obtener ventaja.
La perseverancia, el no sucumbir en la comparación ni en la frustración;
simplemente andando, sin que la ansiedad nos domine.
La sabiduría de este
ser es muy generosa porque hay una
cuarta enseñanza: -Defensa a través de la retirada,
mostrándonos que no siempre conviene enfrentar, imponerse o hacerse notar.
Los dejo con estos
consejos, con la esperanza de que la esencia del caracol haga su trabajo en
ustedes. En mí, lo comenzó el ammonite.
Lic. Ivana Rugini