Vienen las fiestas, los meses de verano, días de vacaciones. Es la etapa
del año de días largos y de noches que invitan a salir.
Salir…
¿Con quién?
¿Qué hacer?
¿Dónde ir?
Pensando en estas cuestiones uno mira con quién cuenta de verdad,
quiénes están disponibles y de qué manera. Y por supuesto, el análisis
incluye el “viceversa”.
¡Esto pasa cuando uno tiene
tiempo, reflexiona!!!!.
Llegan a la mente quiénes vienen seguido a verte, quiénes te viven
llamando, quienes te proponen cosas y a quien no ves hace mucho.
Y en eso hacés el click. ¿Quiénes abren la puerta de su vida y de su casa para
compartir un rato (un rato tan valioso que no hay cifra que represente ese momento)?
Porque considero que no es lo mismo la amistad de café, esa gente que solo te invita a algún lugar
“para tomar algo”.
Es lindo, sí. Viene bien salir y despejarse, sí. Está bueno conocer
lugares nuevos, sí. Pero también es importante abrir la casa de uno para que
ese que elegiste de amigo conozca tu orden y desorden, el aroma de tu hogar,
tus rutinas, tu alimentación, la forma en que está decorado tu mundo.
La casa muestra quién sos, qué te pasa y cómo pensás; y eso también está
bueno compartirlo.
Todo en su justo equilibrio. El cafecito/cerveza/asado o lo que sea con
amigos; y el encuentro íntimo de “compartimos lo que hay en casa”.
Abrir las puertas de nuestro hogar
(por supuesto, a personas elegidas y queridas) es otra manera de limpiar
las heridas del corazón. Brindarse, dar lo que uno es, tiene y puede es sanarse; con el plus agregado de hacer sentir cómodo al otro. Así el círculo
se cierra con el ganar – ganar porque la CONFIANZA se instala en las dos
partes.
Una amiga de la juventud me hizo replantear cómo se vivía en Zárate hace
20 años atrás: el que pasaba por tu casa, tocaba el timbre y era muy bien
recibido con lo que había y sin tanto pudor por el aspecto de la casa; y lo mejor era que no había un motivo para
pasar. Se pasaba y punto, porque el
querer estar no tiene mucha explicación.
Eso se fue perdiendo y en la gran ciudad, más. Ahora hay que pedir
audiencia con un mes de anticipación para tomar unos mates con alguien.
Esa amiga me recordó la hermosa sensación de ser bienvenida en otra
casa. Es tan maravilloso saber que podés ir en cualquier momento y no molestás,
que siempre hay una conversación interesante, un trámite para hacer, o nada.
Invito a visitar y a dejarse visitar más. Es tan lindo…
Lic. Ivana Rugini