Hace un tiempito afloró la moda
de plasmar frases inspiradoras en tazas, prendas de vestir y cuadros. Lo que me
resulta interesante es que esas mismas
frases o palabras sueltas no son tan oídas en conversaciones en vivo y
en directo.
Evidentemente es más fácil que un
vinilo pegado en la pared nos diga “hoy puede ser el mejor día de tu vida”, “No
te rindas” en vez de que te lo diga tu pareja o una compañera de trabajo.
Es sorprendente cómo regalamos remeras, almohadones y bandejas con
conceptos tan elevados como “Brilla”, “Ríe”, “Sueña” y después, a la misma
persona nos dirijamos con palabras y tonos nefastos.
Rescato de positivo que todas estas frases motivadoras y enriquecedoras
son un recordatorio de la densidad que va ganando lugar en nuestra mente, al punto tal de que algo
externo nos tenga que dar el permiso de: “Sé libre”, “Despliega tus dones”,“Crea”,
etc.
Este trabajo con las afirmaciones es materia de la metafísica desde hace
añares, dándole suma importancia al poder de la palabra.
La sugerencia para todo momento es observar cómo hablamos con otros, de
otros y de nosotros mismos; con qué palabras y con qué tono de voz interactuamos.
Lo que repetimos, se graba a fuego en nuestra mente y todo nuestro
comportamiento funciona ante ese mandato. Para la mente no hay metáfora, ni chiste;
da la orden de actuar tal cual como se grabó el
mensaje. Por lo tanto, la consigna que le sigue a la primera, es empezar
a hablar con palabras positivas y en tiempo presente.
Modificar el “soy un desastre”, por “empiezo a ordenar”
“¡Qué torpe que soy!” por “tengo que ir más despacio para no tropezarme”
“A mi no me da la cabeza”, por “soy bueno en otra asignatura”.
Gracias a esta moda, podemos replantearnos cómo nos comunicamos y
rescatarnos, pero sobretodo, darle otro ejemplo a los niños que se estaban acostumbrando a escuchar
a los adultos a hablar de un modo espantoso.
Entonces, las frases positivas, modernas o antiguas son igual de
poderosas; las afirmaciones cambian la frecuencia vibratoria de nuestra mente.
Repetidas como mantra o apoyando la cabeza en un almohadón con un símbolo
impreso, todo colabora para que salgamos
del pozo.
Alguien dijo: “Estar inspirado es fantástico, pero inspirar a otros es
una experiencia increíble”. Encontré mi
frase de cabecera.
Lic. Ivana Rugini