domingo, 24 de noviembre de 2019

A las corridas




 “Estoy a mil”,  “Ando de acá para allá”, “No paro”, “No me da la vida para hacer más” son frases escuchadas pero también sentidas como propias. Intento correrme de esa exigencia insaciable de estrujar la agenda siempre un poquito más, porque lo escrito en un papel conlleva la culpa implícita de lo que el cuerpo no llega a realizar.
Todo está programado como predisponiéndonos a hacer todo rápido y a que nunca alcance el tiempo para lo que supuestamente debía alcanzar. La sensación de frustración es inevitable…
No poder, no llegar, no haber organizado mejor las cosas son latigazos en la espalda. Eso es lo que flota en el aire y la ansiedad castiga no permitiendo ESTAR en ningún lado. Solo cumplir, si es que se llega.

Una situación surgió en Zárate, en la casa de mis viejos, que vino a romper el esquema de lo pautado. No tenía idea de lo que me iba a encontrar; un problema doméstico escondía un gran mensaje espiritual para mí y creo que para muchos más.
Colgada de una escalera precaria, viendo cómo el electricista revisaba una instalación en la terraza, sin advertirlo estaba rompiendo la paz de una torcacita que cuidaba a su pichón.  Llegué a ver solo uno porque en cuanto me di cuenta salí de su territorio para que siguiera en lo suyo, en su aquí y en su ahora.
Esa imagen fue un golpe bajo. La palomita se estaba tomando el tiempo de estar en el nido para cuidar a su cría.
Ahí indefinidamente. Sin contar horas ni minutos, ni pensar en el después.
Me recordó que en metafísica la paciencia es mucho más  que la Calma o tranquilidad para esperar.  La paciencia es la ciencia de la paz.
Si a la paz se la concibe como: Situación o estado en que no hay guerra ni luchas entre dos o más partes enfrentadas, la tortolita emanaba paz al tomar con paciencia  aquello que urgía: anidar. Sin discusión ni murmullo mental.
De esta manera se entiende por qué la paloma es el emblema de la Paz y del Amor; manifiestan amor las cosas y relaciones  en las que elegimos estar y en lo que queremos hacer.
Gran aprendizaje para mí que viajé “obligada” a ocuparme de algo que no es mi metier. No era justamente paz lo que destellaba mi mirada…
Entonces, para los que se descubran haciendo algo sin ganas y no haya armonía en su interior, ya saben a qué criaturita observar y tomar como animal de poder.
La sabiduría de la paloma torcaza o tórtola es:
·        traer paz y amor al momento presente.
·        La paz y la paciencia vienen de la mano de la dulzura y esta cualidad es la que la paloma nos ayuda a activar.
·        Es un mensajero espiritual que llega en el momento justo en que necesitamos orientación elevada, detrás de su presencia hay una fuerza superior que vela por nosotros.

La Madre Naturaleza nuevamente me marcó el camino de regreso al eje.
Observen con qué animales los está llamando a ustedes.


                                                                          Lic. Ivana Rugini