“Estoy a mil”, “Ando de acá para allá”, “No paro”, “No me da
la vida para hacer más” son frases escuchadas pero también sentidas como
propias. Intento correrme de esa exigencia insaciable de estrujar la agenda
siempre un poquito más, porque lo escrito en un papel conlleva la culpa implícita
de lo que el cuerpo no llega a realizar.
Todo está programado como predisponiéndonos a hacer todo rápido y a que nunca
alcance el tiempo para lo que supuestamente debía alcanzar. La sensación de
frustración es inevitable…
No poder, no llegar, no haber organizado mejor las cosas son latigazos
en la espalda. Eso es lo que flota en el aire y la ansiedad castiga no
permitiendo ESTAR en ningún lado. Solo cumplir, si es que se llega.
Una situación surgió en Zárate, en la casa de mis viejos, que vino a
romper el esquema de lo pautado. No tenía idea de lo que me iba a encontrar; un
problema doméstico escondía un gran mensaje espiritual para mí y creo que para
muchos más.
Colgada de una escalera precaria, viendo cómo el electricista revisaba
una instalación en la terraza, sin advertirlo estaba rompiendo la paz de una torcacita
que cuidaba a su pichón. Llegué a ver
solo uno porque en cuanto me di cuenta salí de su territorio para que siguiera
en lo suyo, en su aquí y en su ahora.
Esa imagen fue un golpe bajo. La palomita se estaba tomando el tiempo de
estar en el nido para cuidar a su cría.
Ahí indefinidamente. Sin contar horas ni minutos, ni pensar en el
después.
Me recordó que en metafísica la paciencia es mucho más que la Calma o tranquilidad para esperar. La paciencia es la ciencia de la paz.
Si a
la paz se la concibe como: Situación
o estado en que no hay guerra ni luchas entre dos o más partes enfrentadas, la tortolita emanaba paz al tomar con
paciencia aquello que urgía: anidar. Sin
discusión ni murmullo mental.
De esta manera se entiende por qué la paloma es el emblema de la
Paz y del Amor; manifiestan amor las cosas y relaciones en las que elegimos estar y en lo que
queremos hacer.
Gran aprendizaje para mí que
viajé “obligada” a ocuparme de algo que no es mi metier. No era justamente paz
lo que destellaba mi mirada…
Entonces, para los que se
descubran haciendo algo sin ganas y no haya armonía en su interior, ya saben a
qué criaturita observar y tomar como animal de poder.
La sabiduría de la paloma
torcaza o tórtola es:
·
traer paz y amor
al momento presente.
·
La paz y la
paciencia vienen de la mano de la dulzura y esta cualidad es la que la paloma nos
ayuda a activar.
·
Es un mensajero
espiritual que llega en el momento justo en que necesitamos orientación elevada,
detrás de su presencia hay una fuerza superior que vela por nosotros.
La
Madre Naturaleza nuevamente me marcó el camino de regreso al eje.
Observen
con qué animales los está llamando a ustedes.
Lic. Ivana Rugini