Nos planteamos un domingo fuera del ruido para
poder disfrutar de la naturaleza; así fue como llegamos al Complejo Calfucurá, en Ezeiza; un predio
inmenso, arbolado y hermosamente parquizado.
Tan
esplendoroso verde era el del pasto que mi mirada no se movía de allí. Estaba absorta con el verdor, el aroma y el
sonido de las hojas moviéndose por la brisa, hasta que un movimiento imperceptible, de repente, se
hizo visible para mí.
Distintos
surcos servían de pasarelas para que las hormigas circulen transportando sus
provisiones. Desde arriba generaban un mapa calado en el suelo.
Bifurcaciones,
desvíos y autopistas directas conducían a los orificios de acceso al Gran Hormiguero.
La esencia de
la Hormiga como un ser poderoso y sabio se puso de manifiesto.
Representa el trabajo
en masa, la fuerza de la organización y la importancia de cada eslabón para
mantener La Gran Obra.
Impacta, porque
como humanos, todavía no está establecido el orden del trabajo en equipo, la humildad
y grandeza de saberse cada uno en su posición y dar lo mejor de sí porque sí.
La comunidad de las hormigas necesita un líder
que oriente y guíe. A veces ese puesto es de una hormiga reina, y otras, el
lugar de autoridad lo componen varias que dan sentido al esfuerzo diario,
impregnan un motivo, encarnando el papel de algo o alguien por quien responder.
Nuevamente
“la Medicina de la Hormiga” nos sugiere que hagamos un paralelismo con
nuestra sociedad; que revisemos hacia dónde vamos, cuánto ponemos de nosotros
mismos en lo que nos toca, si cumplimos nuestro compromiso o esperamos que
otros nos provean.
Muchas
preguntas empezaron a desfilar en mi mente.
¿Cuántas
personas no encuentran su rol en la sociedad?
¿Por qué
cuestiones nos unimos? ¿Qué causas sociales convocan? ¿En qué aspectos somos
masa?
La paciencia y
la perseverancia de estas criaturas diminutas sobresalen aún más por lo que
logran al juntarse.
Claro que no
hay improvisaciones, todo está planificado a tal punto que el futuro está
contemplado almacenando alimento con anticipación.
Ellas sí siguen
caminos que las conducen a Roma y nosotros seguimos esperando el surco que nos
lleve al Bien Común.
Lic. Ivana Rugini