lunes, 27 de mayo de 2019

El caballo en todo su esplendor


Aprovechando el festejo del 25 de Mayo salimos por la ruta buscando una peña, una bandera argentina, un locro o unos caballos. Todo eso lo encontramos en Olivera, un pueblo entre Luján y Mercedes.
La Patria tuvo su festejo y, para mí, el caballo el protagonismo.
Tanto me impactó el caballo, su propia belleza y el vínculo que tiene con el hombre que me detuve a observar cuál es su mensaje, su sabiduría y su esencia.
El Poder que representa queda demostrado en cada movimiento, hasta en cada mirada. Indiscutiblemente simboliza el poder de usar la voluntad, de ponerse en acción conociendo su resistencia y vigor.
Cuando nos sentimos llamados por un caballo, son estos aspectos los que tenemos que considerar: Si tomamos consciencia de nuestro Poder, cómo utilizamos la voluntad, en qué invertimos nuestro vigor y cuánta resistencia poseemos.
Su esencia invita a vivenciar la libertad, a desarrollar la rapidez en los reflejos como para cambiar de rumbo cuando la fidelidad a uno mismo está en peligro.
El caballo representa la capacidad de ser “Amadrinado” siendo uno más del grupo o ser un potro salvaje cuando se requiere.
Por último, y esto lo sostiene muy bien la equinoterapia, el caballo nos ayuda a elevar nuestra consciencia, a ver las cosas desde otra perspectiva. La altura de este maravilloso animal y su temperatura corporal nos proporciona una calma que tranquiliza y empodera a la vez, mejorando notoriamente nuestra autoestima.
En momentos de debilidad física, emocional o psíquica observar un caballo nos va a contagiar aquella virtud que escasea en nosotros.
Quien pueda montar un caballo, mucho mejor; pero que lo haga con respeto y humildad; porque no por servirnos es inferior y merece el látigo. Todo lo contrario; es tan poderoso que colabora incondicionalmente en nuestra evolución.

      
                                                                       Lic. Ivana Rugini

Todo llega

Recuerdo que en mi infancia no había muchos chiches y que después de la siesta obligada la imaginación soltaba sus riendas inventando que las almohadas puestas en ronda eran las invitadas a tomar el té.
La imaginación tenía que hacer doble esfuerzo porque hasta la tetera y las tacitas eran una ilusión.
Yo jugaba sin problema alguno, pero con un ojo primero y con los dos después, empecé a mirar con ganas una vitrina en donde mamá guardaba la porcelana; que por supuesto, jamás se usaba.
En el armario con puertas de vidrio estaban exhibidos los juegos de café. Uno más lindo que otro. Uno más delicado que otro. Uno más imposible que otro.
Los tenía absolutamente negados.
Así que con eso no jugué. Lo triste es que eso no lo usó nadie.
Entiendo que era una época en la que se solía tener una vajilla para lo cotidiano y otra para festejos importantes; pero esa cafeterita y sus hijos no eran tenidos en cuenta ni para cumpleaños, bautismos, navidades ni nada.

Hoy, que muchos años han pasado desde aquel deseo, viene a mis manos el juego completo de café con azucarera y todo.
Por esas cosas de la vida, la dueña me donó el tesoro más preciado de mi infancia demostrándome que todo llega, no cuando lo quise, no cuando lo necesitaba, no cuando lo esperaba, sino cuando dejé de pensar en eso.

Hay una premisa en energía que es que cuando se tiene un deseo, hay que activarlo, demostrar qué es lo que se sueña, pero soltarlo. Los tiempos de los otros no son los nuestros. Los ritmos y deseos de los otros no son los mismos; pero siempre, en algún momento alguien suelta para que otro tome.
Al fin me llegó el momento de usar el juego de café.
Me regocija el encuentro con otros  y mucho más me llena el pecho cuando puedo convidar un pocillito tan especial con un café de verdad.


  
                                                                              Lic. Ivana Rugini

viernes, 17 de mayo de 2019

Felicitaciones



Tuve el placer de encontrarme con una vieja amiga que ama ser docente, que eligió la carrera de grande, que se dedica de lleno y a consciencia  a dar Lengua y Literatura en el Nivel Medio.
Charlando acerca de su día, su trabajo, de las herramientas que tiene que desarrollar para tener llegada a los jóvenes; me recordó un concepto maravilloso. Aquí va, para quienes necesitamos que nos traigan a la memoria algunos preceptos implícitos que todos necesitamos poner en práctica (seamos docentes o no):
“Se felicita en público y se corrige en privado”.
Aplausos para ella y para todo aquel que no expone el error del otro avergonzándolo, menospreciándolo y abusando del poder o de la autoridad.
Esto aplica para todos, porque en la práctica de ser padres a veces perdemos la cordura y gritamos en público, dejando al descubierto la mala conducta del niño y, peor aún, el desequilibrio del adulto.
¡¿Cómo cuesta poner un límite, educar y corregir!?
Para aquellas personas que se sienten tocadas por la duda de cómo hacerlo, o se ven inundadas de miedo por si el otro cree que no lo quieren más; hay una frase que me viene del arcón de los recuerdos pero que no tiene fecha de vencimiento:  
“A todo individuo se lo respeta; es la conducta la que se marca para ser corregida” y al ser encauzado, el niño se siente mirado, se siente cuidado y se siente guiado.
A seguir felicitando, esa es la clave.
A seguir corrigiendo en casa, es otra clave.
                                                                              Lic. Ivana Rugini


martes, 14 de mayo de 2019

Aprender enseñando



Hago todo lo posible por enseñar que leer abre puertas, mentes, valores, acerca distancias y cambia posiciones.
Me encanta enseñar, enseñar lo que sea; pero la satisfacción de invitar a un intercambio de miradas, de risas, de interpretaciones, de conocimientos y de encuentro que provoca un libro me fascina tanto que me olvido que hay un otro.
Así es como el último día de la Feria del Libro fui, en realidad, fuimos.
Pese al tumulto, a la gran cantidad de opciones que marea y al trayecto para llegar, todo vale la pena para enseñar que esto es otro estilo de parque de diversiones.
La lectura calma, sosiega, relaja, invita a la introspección, a la reflexión, al debate interno para luego poder ser externo, cultiva y expande.
Sí, es un lugar para el consumo, pero soy una convencida que un libro no es un gasto; es una inversión.

                                                                                      Lic. Ivana Rugini

lunes, 13 de mayo de 2019

Mariposas


Como todos los sábados, la Plaza de Mayo me ve pasar temprano. Disfruto del Cabildo, del Colegio Nacional Buenos Aires y de los polluelos que entran corriendo porque son las ocho pasaditas y llegan tarde al curso de ingreso.
Es sábado lluvioso en una zona hermosa, histórica y pintoresca en donde  predomina el gris y escasea el verde.
Por eso valoro tanto la cuadra del Nacional esperando que el biorritmo se confunda y siga emanando ese aroma bello, característico y relajante de los inmensos  tilos que parecen los guardianes de esa institución.
Llego al consultorio y una mariposa está posada en el primer escalón del umbral. ¿Una mariposa ahí? ¿En un día así?
Comprendido.


Termina el horario de atención a media tarde y yendo hacia el subte otra mariposa me revolotea. Mismo día, mismo clima, misma zona.
Aclaro esto porque no estoy hablando de ningún vergel. La calle Bolívar es bella pero dista mucho de ser un jardín.
Nobleza obliga. Si mis palabras constantes son que “hay que estar atento a las señales”,  este es un caso que merece poner manos a la obra y ojos en la naturaleza.

La mariposa es el ejemplo de la transformación total, ya que el ADN de la oruga no es el mismo que el de la mariposa. Vayamos pensando cuánta gente necesita y pide a gritos “ser” otra persona, convertirse, resurgir. Quien esté transitando por una situación así, sugiero rodearse de mariposas, dibujarlas, investigarlas y amarlas.

Cuando observamos una mariposa, podemos analizar en qué proceso de la evolución estamos y así comprender en donde estamos atascados.
La etapa del huevo representa que algo se está gestando.
La larva simboliza el momento en que ya nos jugamos a manifestarnos en el mundo.
El capullo significa que estamos atravesando un estadio de introspección.
La salida del capullo implica que acordamos compartir nuestra esencia/belleza/aptitud con los demás.

La mariposa representa un gran concepto: la adaptabilidad. Es poseer la cualidad de adaptable. Es contar con la claridad, la organización y el poder mental para transformarse enteramente cuando sea necesario. En nosotros sería contar con la humildad, la belleza y la valentía de pasar por esas distintas etapas evolutivas en diferentes momentos de la vida.

El mensaje sagrado de cada encuentro con una mariposa es que hay que hacer un cambio en nuestra manera de pensar, sentir o hacer; algo que nos de mayor libertad.
Como verán, las lecciones que nos da son muchas; pero para sintetizar registremos cuál es su función a nivel ambiental y nos sorprenderemos con que esta colorida criaturita tiene el rol importantísimo de polinizar. O sea, que también nos muestra cómo podemos dar belleza en nuestra acción, en nuestro trabajo; y que nuestras tareas (hagamos lo que hagamos) son sagradas o deberíamos verlas así.
Para terminar esta reflexión, voy a contarles que la cantidad de mariposas de un lugar, indica el grado de salud del ecosistema.
Con nosotros pasa lo mismo. Según la cantidad de seres que dan lo mejor de sí  para contribuir con el mundo, podemos medir la salud de lo que nos rodea y de aquellos con quienes convivimos.

Lic. Ivana Rugini

viernes, 10 de mayo de 2019

Un sueño escandaloso




Una de estas noches me desperté ansiosa por plasmar en un papel lo que en sueños había experimentado. Como suele pasar, uno recuerda un fragmento muy pequeño o solo rescata una sensación de lo vivido en el sueño.
Para mí fue suficiente. Una bandada de cotorritas sobrevolaba cerca mío  yendo  hacia su nido, haciendo el escándalo propio de ellas.
Tuve que investigar cuál es la enseñanza que representan y analizar para qué se me “acercan” en este momento de mi vida, aprovechando la noche en donde apago el control de mi mente.






Veamos las características de estas preciosas criaturas:
Son aves que pueden hablar, sin comprender lo que dicen; pero sí, repetir palabras imitando la voz humana.
Esto me lleva a pensar cuántas veces hablamos sin pensar o sin sentir; simplemente parafraseando a otros. Por lo tanto, esta especie de ave propone analizar cómo utilizamos el lenguaje.
Hay quienes no hablan, no se muestran, no se juegan dando su mensaje o su criterio; otros hablan a los gritos acallando al resto; hay gente que habla y no dice nada;  gente que habla pero no da un espacio para que quien está enfrente cuente algo de sí.  El polo negativo está claro; pero también se puede hablar para organizar, activar, elogiar, amar, educar y aconsejar…
El lenguaje es una herramienta muy poderosa, que puede unir o puede distanciar. De hecho, una de las advertencias del loro es el mal uso de la palabra porque puede llevar a las burlas, a la ironía que no es otra cosa que una forma sofisticada de agredir.
Las cotorras, los loros, los guacamayos, los agapornis y hasta las cacatúas (que son loros con penachos) nos sugieren que pensemos seriamente ¿cómo usamos el lenguaje? ¿Qué es lo que aprendimos a decir? ¿Qué frases repetimos sin pensar?

La cuestión es que hasta en sueños las cotorritas me mostraban cuánto puede perturbar el bullicio del ambiente, la tensión que genera escuchar a muchos.  Por supuesto, que lo que estresa son las voces de fondo, pero más molestan aquellas con las que uno cuenta, las que uno considera importantes, las que se toman como palabra autorizada. Otro problema que esto conlleva es que cuando se quiere prestar atención a varias opiniones, la voz interior disminuye su volumen hasta quedar imperceptible; y se pierde así la capacidad de tomar decisiones propias.
En la imagen del sueño vi como el estruendo de los demás, desdibuja nuestra postura, nuestro equilibrio y nuestra palabra. Incluso  a veces nos vemos tentados a formar parte del bochinche colectivo, considerando erróneamente que seguir la corriente nos va a dar un poco de paz, sin prever el daño que causa estafar nuestros principios.

Una enseñanza más dentro de la sabiduría de las cotorras es el poder de la imitación y aquí nos vemos obligados a preguntarnos a quién estamos tomando de ejemplo; porque siempre, en lo bueno y en lo malo nos agarramos de algún modelo a seguir.
Tanto como la maldad y el daño se contagian; el bien también. Está en cada uno de nosotros elegir a quién seguir, con quién estar, a quien darle cabida y a quien admirar.

Las cotorras viven en comunidad. Sus nidos son comunales, los construyen con ramas en las alturas de grandes árboles que soporten la estructura de un hogar con varios compartimentos.
Observar esta dinámica toca en lo más profundo de nuestro seno   vincular.
¿Cómo es la convivencia con vecinos y con otros miembros de la familia? ¿Cuán cerca viven? ¿Con cuánta armonía llevamos la cotidianeidad?

Por último, esta especie de ave, por su color llamativo irradia vida y alegría; por sus sonidos estruendosos se hacen notar y por moverse en bandadas nos piden a gritos que vivamos sin temor a la soledad, ni al ridículo, ni a la marginación. El secreto es ser sociables, agradables y alegres.

Del sueño recordé poco; de la enseñanza que me dejó, no tengo palabras…

                                                                               Lic. Ivana Rugini

martes, 7 de mayo de 2019

Sincronicidad


Al fin siento que estoy aprendiendo a vivir. No sé cómo pensaba antes. Bah, sí. Creía que siempre iba a haber un después indeterminado, que usaba de consuelo cuando en el camino había  barreras que bloqueaban la acción, el sentir o el pensar diferente.
Noto que la gente se va, no solo por muerte sino por  fuerzas, por ciclos cumplidos, por modas, por viajes, por trabajo… y para cuando confluye en un mismo lugar tu acción, tu sentir, y tu pensar;  ya con el que querías compartirlo, no está,  no quiere o no puede.
Y es así como el concepto sincronicidad empieza a  tomar un valor inconmensurable.
Cuando somos chicos tenemos fuerza y energía inagotables, el tiempo a disposición pero las reglas y el dinero son de los padres y tutores que marcan lo que hacer, tener y experimentar.
En la vejez hay menos obligaciones pero lo que limita es el cuerpo, los dolores y el cansancio.
La mediana edad nos hace oscilar entre limitaciones y despertares.  En ese vaivén, en algún momento nos vemos empujados a comprender que los amigos de hoy son de hoy (mamás de la escuela que hacen “puerta” del primer hijo y necesitan compartir ese rato con otras para mitigar la angustia del desapego).
El trabajo de hoy es de hoy. Mañana cambian  los compañeros, viene la mudanza de edificio, el cambio de sector o el despido/ renuncia/jubilación.
Los horarios de hoy son de hoy y hay que adaptarse a dormir lo que se puede y cuando te dejan.
El barrio de hoy es el de hoy. Mañana harán más edificios, demoliendo las casas que son como mojones para los que no sabemos las calles.
El dinero con el que contamos hoy es de hoy y hay que saber vivir con eso.
Pero sobretodo, la salud de hoy es lo más sagrado y, por lo general,  no tan observable.
Si hay salud, hay trabajo, amigos, encuentros, y diferentes opciones de gastar e invertir el dinero.

Si hay que ir a consultar a un médico, no vale un después.
Si hay necesidad de ver a alguien, el afecto no resiste un después.
Si es momento del amor, no lo esquives porque después las ganas no son las mismas.
Si hay que tomar una decisión, postergarla es como tomar veneno que carcome  y desintegra.
Si hay que ponerle un límite a alguien, dejarlo para después es terreno que gana el otro y es perjudicial para todos.
La Sincronicidad se convierte en un tesoro.
 En el universo hay de todo pero desparramado. La sincronicidad  es un llamado interior con efecto exterior para atraer distintas variables en un mismo momento y lugar.
Estemos atentos a esos haces de luz porque la máquina que nos controla tiene el: “ lo dejamos para después” como respuesta automática…


                                                                                       Lic. Ivana Rugini