martes, 15 de enero de 2019

Cuando el discípulo está preparado, aparece el maestro.



Caminando por mi barrio, (Floresta, C.A.B.A.) tuve el honor de ver lagartijas en distintas paredes, rincones y veredas.
Definitivamente siempre existieron y seguramente  estuvieron allí mismo en donde  recién ahora me percato de su presencia.
La cuestión es que, si ahora las “veo”, es porque me traen un mensaje válido para este momento de mi vida.
Observándolas detenidamente  puedo ir analizando su naturaleza e ir comprendiendo de qué manera viene a enseñarme algo, que de otra forma hubiera pasado sin pena ni gloria.
Según la visión chamánica la lagartija viene a dar la gran lección de la Aceptación, desglosada en  varios aspectos:

*Poder para regenerar lo que se pierde: las lagartijas suelen perder su cola  y yo tuve  que pensar qué estoy perdiendo? La respuesta vino de inmediato: la seudoestabilidad que me da el caos de vivir en lo conocido. Las piezas de mi cotidianeidad se están moviendo y necesito con urgencia regenerar la estabilidad; pero no aquella, sino una mejor.

*Hacerle frente al miedo: Las lagartijas buscan permanecer en lugares húmedos y oscuros. Comprendí a través de ellas, el miedo que  genera la oscuridad; en realidad, lo que implica la oscuridad, que para cada uno de nosotros representa algo distinto.
 No ver hacia donde vamos, con qué obstáculos nos toparemos, cuán largo será el recorrido, con quiénes transcurrirá ese proceso…

*Moverse en el otro mundo. Esta enseñanza me hizo tomar consciencia de que sin tanto preámbulo ya estoy  transitando en la oscuridad y cada vez con menos miedo. Me dejo guiar por la gente hermosa que me acompaña, por gente que sabe lo que hay que hacer y no está tomada por las emociones como yo.

*Desapego del ego: uhhh, fue un golpe bajo!  Con tanta delicadeza  muestran cómo y cuánto nuestro ego marcó la manera de vivir que hemos adoptado e invita y sugiere a  cambiar de anteojos.  Es momento de ver e involucrarnos en la vida desde otra perspectiva.
Aceptar cómo hemos vivido para desprendernos por nuestra propia voluntad de ese filtro que gobernaba nuestras conductas.

Las lagartijas son escurridizas pero visibles. Para quienes se “encuentren” con ellas, ya saben las lecciones que esconden.
 A estar atentos, su camuflaje evita que su enseñanza sea para “cualquiera”; pero hay una frase que dice: “Cuando el discípulo está preparado, aparece el maestro”.

                                                                                        Lic. Ivana Rugini