Las piedras más amarillentas o marrones,
primero depuran para luego equilibrar el plexo solar.
Había tantas a mi alrededor que lo que
primero me sorprendió fue la cantidad de ágatas a mi alcance. Con ese
comentario interno, percibí que ya empezaban a trabajar en mí.
La boca del estómago, es el centro de la
autoestima, del merecimiento, del poder personal. Un plexo solar funcionando
equilibradamente se manifiesta en una persona con respeto hacia sí mismo y
hacia los demás, sabiendo el lugar que ocupa, conociendo sus talentos y sus
limitaciones pero potenciando a consciencia el “sí, puedo; sí, quiero; sí,
tengo; sí, soy”; tomando lo que le corresponde, discerniendo lo que es bueno y
lo que no y poniendo el límite sano a los diferentes consumos.
Pero para llegar al equilibrio, primero
hay que barrer con lo que está desajustado….
Había mucho por limpiar y las ágatas
estaban en todo su esplendor.
Pasó claramente por mi mente lo que estaba
encriptado en mi plexo: Sensaciones que se encarnaron y pensamientos que se
hicieron creencias obstaculizadoras.
·
El estar acostumbrada a que algo falte, pero a
no pedir.
·
a conformarme
con poco y con lo que me den
·
a no decir lo
que me gustaba para no poner en el compromiso…
¡Claro! ¡Cómo no me voy a emocionar frente
a tantas piedras!.
La abundancia de la naturaleza me sorprendió hasta las lágrimas. No solo por su
belleza, sino por lo que la abundancia significaba para mí.
Un dilema sanador se estaba gestando.
¿Cuántas piedras podría llevarme? Sin personas cerca que observen y controlen
lo que hacía. Sin un cartel que indique la prohibición de llevármelas. Solo
estaba mi consciencia.
Y nuevamente percibí a las amarillitas
vibrar en mi plexo haciendo limpieza de la Compulsión,
esas ganas de llevarte todo aunque no sepas para qué ni dónde vas a guardarlo.
Pude comprender como el consumo excesivo,
el compulsivo, el tóxico puede deberse
- al miedo a no
tener más adelante
- a arrastrar la sensación de no haber tenido
- o como castigo. “Quizás con un lastre, la vida se pueda
sobrellevar mejor…”
Son todos ejemplos de no vivir en el hoy, el famoso aquí y ahora.
Así que fue todo un trabajo personal, medir el límite entre lo que
puedo tomar, lo que merezco, cuidando al entorno y preservarlo para los demás.
Viviendo el presente, disfrutando
momento a momento, se desvanece la compulsión por comer, por comprar,
por ganar y por gastar; porque el límite es el autocuidado.
Las ágatas son
estabilizadoras de energía y eso es lo
que se precisa para que no se detonen las compulsiones.
En mi experiencia, en Concordia, Entre Ríos, disfrutar sin depredar fue la clave.
Lic. Ivana Rugini