La corazonada estuvo, pero no imaginé a qué se refería ni de quién; así
que me dejé llevar, sabiendo que algo maravilloso iba a estar ahí para
nosotros.
Hicimos unos cincuenta kilómetros desde Chajarí a Federación con la
excusa de conocer el Parque Acuático y después de recorrerlo y esperar que
Brune se tirara de los toboganes unas cuantas veces continuamos la travesía
hacia el Parque Termal.
No lo esperaba, ya estaba
sorprendida y feliz por lo vivido cuando buscando una mesa “reconozco” a
alguien conocido.
Mejor dicho, conocida y querida. Tiré los bártulos y fui hacia ella
(ellos, en realidad).
Nuevamente la vida me demuestra que nos hace pequeños regalos, instantes
fascinantes que se pueden tomar o esquivar; que si estamos atentos, ella se encarga
de poner en el lugar justo en el momento oportuno a quien corresponde.
La coincidencia, la sincronicidad, la suerte de que las cosas y las
personas confluyan en un mismo momento y espacio sin arreglo previo habla de un
orden superior.
A ese orden divino no se lo cuestiona ni analiza. Se da y se toma tal
cual es: un regalo.
Escribo y cuento cómo la Casualidad fue causa de distintas variables que
se dieron sin imaginarlas, sin buscarlas y hasta sin desearlas. Nos pasa a
todos porque se le dice SUERTE a una ley que aún no comprendemos cómo funciona.
Deseo que la Suerte trabaje horas extras, que nos siga cruzando con
gente bella en un lugar hermoso para que se generen más encuentros inolvidables.