lunes, 26 de agosto de 2019

Los libros que me han marcado






Buscábamos un lugar tranquilo, donde el mar y su costa sean respetados y también donde los árboles sean venerados.
Pehuén Có se encendió en el mapa y al buscar el significado del nombre de esta bella localidad no hubo duda alguna de que era allí donde debíamos ir. Pehuén llamaban los mapuches a la araucaria y se entendió lícito extender el apelativo a los pinos, para los que no hay nombre en ese idioma. significa agua, por lo que con un poco de licencia resulta "pinos y agua” http://www.visitapehuenco.com.ar
Paseando por sus calles tranquilas, nos topamos con algunas rarezas que además de sorprender, invitan a reflexionar.
Después de ver una ferretería con forma de nave extraterrestre, una casa en forma de barco, una tercera me motivó a buscar el origen de su creación.
La casa molino es un edificio construido en forma de molino de viento por el escritor bahiense Rubén Benítez, en homenaje al libro Don Quijote de la Mancha. Es una casa privada ubicada en calle 9 de Julio entre Brown y Fitz Roy. http://www.visitapehuenco.com.ar

En mi mente empezaron a decantar escritores y obras que me han marcado,  que me han hecho crecer y hasta mejorar como persona. ¿Por quién comenzar a homenajear? ¿De qué manera?
Creo que estas humildes líneas son mi reconocimiento a los autores que vuelcan su saber, su pensar, sus dificultades y sus esperanzas; desplegando su interior con todo aquel que le abra la puerta.
Tengo que admitir que hice mi propia lista de escritores importantes pero he decido no mostrarla para que cada quien haga la suya sin mi influencia. Nuestro camino también es guiado por las palabras que leemos y los temas que investigamos.

Agradezco la belleza de la casa molino, a quien se inspiró para construirla y a quien escribió el libro que originó todo este movimiento. Definitivamente los libros tienen alas y son el ejemplo de libertad y respeto. Son sabiduría pura resumida en pocas páginas quedando a la expectativa de quien quiera iluminarse.


                                                                                           Lic. Ivana Rugini

viernes, 23 de agosto de 2019

Valorar el descanso




Hospital.
Acompañando a mi hermano operado de urgencia, sin tiempo suficiente para prever qué llevar, ni de cargar agua para varias horas, ni de pensar con quién más contar para el relevo, llega la noche y avanza. Me aceptan como mujer en la sala de hombres y comparto la inmensa habitación con cinco pacientes más y sus 5 acompañantes.
Intento ubicar toda mi humanidad en la silla que me toca pero… estar un rato así, está bien, pero toda la noche y no sé cuánto más del día siguiente, no entusiasma.
Los médicos se van retirando. La enfermera pasa silenciosa  por cada cama haciendo los últimos controles, apaga la luz y… cierra la puerta.  ¡APAGA LA LUZ Y CIERRA LA PUERTA!
No desespero porque enseguida pongo el foco en la luz de la cabecera sin detectar que ninguna otra persona la tenía encendida. ¡Claro! ¿Por qué iba a funcionar justo la que estaba arriba mío?
Durante el día, la poca comodidad de una silla pequeña de plástico es soportable por el propio movimiento  de la ronda de médicos, de los enfermeros que te invitan a ir al pasillo cada dos por tres, sumado a las visitas  que reciben los compañeros de cuarto y que los que vienen lúcidos de la calle vienen frescos y con ganas de hablar.
Pero de noche a oscuras y encerrada…

Estar atenta al dolor ajeno, al suero que fluya, a que no se le desenganche la vía sin querer o queriendo, insistir con que tome agua, ayudar a ir al baño e indicarle que baje el tono de voz cuando empieza a hablar solo, no es poca cosa.
Viendo seriamente que esa silla iba a ser mi duro y pequeño destino, conteniendo nervios y cansancio, me dispuse a resignarme a no estirar las piernas, a no apoyar la cabeza y taparme lo más que pudiera con la campera pero a pasar frío igual.

Entre sombras se me acerca un hombre que  me ofrece algo con el valor de un tesoro, de un premio o de un consuelo. No sé, pero entiendo que me invita a que lleve su reposera cerca de la cama de mi hermano para que no desfallezca en la primera noche.
Mi reacción no fue la esperada, creo. Me quedé entre sorprendida, agradecida y tiesa. Pero la acepté.
Pude estirar las piernas y apoyar la cabeza…   No encuentro palabras para describir la sensación de un poco de alivio entre tanto caos, y todo por ese préstamo.
Hoy, que todo eso ya pasó sigo impresionada por la generosidad de una persona que estaba ahí, a la fuerza como yo, viendo pasar las mejores horas de descanso sabiendo que al amanecer la vida arranca como todos los días, sin importar cómo pasaste la noche.
No tuve oportunidad de agradecerle. Antes de que me diera cuenta ya se había ido a continuar con su rutina, supongo. Ojeroso creo que también.

                                                                                        Lic. Ivana Rugini




miércoles, 21 de agosto de 2019

Un lugar propicio


El cuerpo es sabio, sabe lo que precisa;  es por ello que si nos detenemos a decodificar lo que intenta que interpretemos, podemos acceder a esa información.
Frenar un momento, respirar hondo y distinguir cuáles son las sensaciones, emociones y pensamientos es prioritario para prestarle la debida atención al aspecto físico, al emocional y al mental que nos compone.
Las Termas se encendieron como resultado de la búsqueda interior y a partir de allí Chajarí fue nuestra elección para las vacaciones de invierno.
Los beneficios del agua termal, por sus componentes y distintas temperaturas son ya conocidos para cuestiones cutáneas, musculares y de las vías respiratorias; pero el regalo de lo espontáneo, de lo que surge allí, es personal.
Buscando las piletas de las más altas temperaturas, quedamos mi hija y yo en un “útero” de 39 grados.  Madre e hija. Paz, Unión, Amor, Afinidad, Complicidad y  Protección.
Como si fuera la Gran Madre quien tomara mi cuello y me hiciera flotar sentí las manos y escuché la voz de Brune que empezó a cantar bajito la canción de cuna que yo le cantaba a ella cuando era una beba…
No sé cómo se llegó a eso. Sólo sé que no lo busqué, conscientemente.
No sé cómo a Brune se le ocurrió susurrar  esa canción, solo sé ahora que era lo que  yo necesitaba.

Dicen que cuando uno tiene que sanar emociones hay que recurrir al agua, al agua contenida que simule el vientre materno.
Dicen que cuando se sale de la rutina nos predisponemos a lo que de otra manera no hubiera tenido lugar.
Dicen que las termas depuran, que el agua simboliza nuestro mundo emocional representado en lágrimas, en la sangre y en los lazos; pero eso no está escrito en ningún folleto del lugar.

Hay mucho más atrás de un viaje.
A veces lo significativo es la anticipación, la planificación, lo sentido del destino. Hay viajes en que lo mágico está en las ganas de volver  a la rutina y otros en que el lugar es el ámbito propicio para un instante sanador que ha sabido ser oportuno.
                                                                                       Lic. Ivana Rugini







lunes, 12 de agosto de 2019

Todos los caminos conducen a… ¿dónde?




 Nos planteamos un domingo fuera del ruido para poder disfrutar de la naturaleza; así fue como llegamos  al Complejo Calfucurá, en Ezeiza; un predio inmenso, arbolado y hermosamente parquizado.
Tan esplendoroso verde era el del pasto que mi mirada no se movía de allí.  Estaba absorta con el verdor, el aroma y el sonido de las hojas moviéndose por la brisa, hasta que  un movimiento imperceptible, de repente, se hizo visible para mí.
Distintos surcos servían de pasarelas para que las hormigas circulen transportando sus provisiones. Desde arriba generaban un mapa calado en el suelo.
Bifurcaciones, desvíos y autopistas directas conducían a los orificios de acceso al Gran Hormiguero.
La esencia de la Hormiga como un ser poderoso y sabio se puso de manifiesto.
Representa el trabajo en masa, la fuerza de la organización y la importancia de cada eslabón para mantener La Gran Obra.
Impacta, porque como humanos, todavía no está establecido el orden del trabajo en equipo, la humildad y grandeza de saberse cada uno en su posición y dar lo mejor de sí porque sí.

 La comunidad de las hormigas necesita un líder que oriente y guíe. A veces ese puesto es de una hormiga reina, y otras, el lugar de autoridad lo componen varias que dan sentido al esfuerzo diario, impregnan un motivo, encarnando el papel de algo o alguien por quien responder.
 Nuevamente  “la Medicina de la Hormiga” nos sugiere que hagamos un paralelismo con nuestra sociedad; que revisemos hacia dónde vamos, cuánto ponemos de nosotros mismos en lo que nos toca, si cumplimos nuestro compromiso o esperamos que otros nos provean.
Muchas preguntas empezaron a desfilar en mi mente.
¿Cuántas personas no encuentran su rol en la sociedad?
¿Por qué cuestiones nos unimos? ¿Qué causas sociales convocan? ¿En qué aspectos somos masa?
La paciencia y la perseverancia de estas criaturas diminutas sobresalen aún más por lo que logran al juntarse.
Claro que no hay improvisaciones, todo está planificado a tal punto que el futuro está contemplado almacenando alimento con anticipación.
Ellas sí siguen caminos que las conducen a Roma y nosotros seguimos esperando el surco que nos lleve al Bien Común.


Lic. Ivana Rugini

viernes, 9 de agosto de 2019

Recorrido



Indudablemente la mediana edad tiene adosado el cuestionamiento: ¿qué hice hasta hoy, a qué le dediqué mi tiempo y hacia donde voy?
Para los beneficiados de haber podido estudiar e instalarse en una carrera profesional, la incógnita parece llegar igual.
Para quienes siempre estuvieron perdidos y se dejaron llevar por las aparentes oportunidades sin detenerse a pensar si era eso lo que los hacía felices, el mismo planteo se debe que afrontar.
La profesión y la vocación son zapateadas por una fuerza interior que no se contenta con lo alcanzado, sea mucho o poco. Algo nos obliga a preguntarnos en qué necesitamos invertir nuestro tiempo porque ya es hora de dejar huella en el mundo, de dedicarnos a lo que nos apasiona, de descubrir aquello a lo que no nos habíamos atrevido.
Invito a que cada uno analice su recorrido para aprovechar con celeridad todo lo que queda por vivir.
A modo de ejemplo, planteo el mío. Agradezco cada curso, cada diploma (lo haya colgado o no) porque todo corresponde a la valiosa formación; pero mucho conocimiento no estuvo contenido en ningún curso y no hay diploma alguno que lo valide. Eso también hay que tenerlo en cuenta.
La Licenciatura en Ciencias de la Educación me fascinó desde el principio y me formó para observar, analizar, poder y saber ayudar en las situaciones que considere pertinentes, académicas o no. No se cincunscribe a la escuela, no se agota en la educación. La especialización en Psicopedagogía me abrió la puerta a la Salud Mental.
Una pasantía en C.R.E.D.A. (Centro de Estimulación de APUBA) logró que afiance mi vocación hacia las patologías del neurodesarrollo y las cuestiones psiquiátricas.
La llamada para entrar a trabajar allí confirmó que el camino era el correcto.
Asistir a congresos, presentar trabajos, escuchar historias y estar con gente que sabe del tema y que tiene la generosidad de compartir su saber es parte del área laboral.

Seguir en vigencia  también es una decisión que hay que alimentar…
Tirar la toalla y empezar de cero es otra opción.
Darle una vuelta de tuerca a lo que uno hace pero quizás necesita un nuevo estilo
Tomarse un año sabático para reencontrarse (a veces la maternidad sirve para hacer un corte en lo laboral y replantearse la vuelta: Qué, cómo y dónde)

En mi caso, las terapias complementarias tuvieron su lugar inmediatamente después de recibida. En ese campo encontré la paz absoluta, el poder sentirme como pez en el agua.
Cada quien debe encontrar su mar. Como aquí lo expongo, tuve que recorrer varios océanos para sentirme en casa.
Los certificados y diplomas no dicen lo qué somos, ni cuánto sabemos ni  qué calidad humana hay en nuestro interior.
Los diplomas son una forma de demostrarnos que seguimos andando, con la humildad de continuar formándonos sin quedar atrapados en el arquetipo del eterno estudiante que siente que  aún no está preparado para afrontar el siguiente paso.
Aquí está parte de mi recorrido, pequeñas metas alcanzadas que, por supuesto, continuará…




  
                                  

                               





                   







                                                                                          Lic. Ivana Rugini



Comunión




La vida está compuesta por momentos, algunos de paz y regocijo y otros de tristeza y desazón. Es inútil negarlos o intentar esquivarlos. Hay que transitarlos para caer hondo y poder resurgir transformados.
Así estaba yo, poniéndole el cuerpo a éstos últimos cuando una foto llegó a mis manos.
La imagen muestra a dos jovencitas  que cerraban el año llevando a la Iglesia del Centro de Zárate a las niñas que habían formado para tomar la Comunión.
Esa foto  plasma la fuerza, la voluntad, la perseverancia que tanto de un lado como del otro se mantuvo por un año con la esperanza viva de dar lo mejor  y de recibir todo lo que se pudiera.
La Comunión representa estar en COMÚN UNIÓN, entre pares y con la Divinidad.
Dios ya deja de estar lejos en el cielo, para acercarse en forma de pan y así poder ser nuestro alimento; y por lo tanto, ya se queda en nuestro corazón (metafóricamente).
El concepto de la Comunión se plasma en la imagen de La última cena en donde se comparte presencia, tiempo y pan.
Llevar estos aspectos a nuestra vida diaria, nos ayuda a tomar conciencia de los vínculos que nos rodean, del respeto que imponemos y del que ofrecemos, de la ayuda y compañía que brindamos y de la que pedimos.
Formar una red, poder y saber estar con otros, quererlos y valorarlos; todo eso implica vibrar en comunión. Trabajar en equipo, darle lugar a la empatía y considerar a los demás como integrantes de la misma familia.
Este sacramento tiene diferentes nombres en las diversas religiones que existen, pero la esencia es la misma: Sembrar la semilla de la paz, de la unión y del respeto.

Uff!!! ¡Cómo una foto puede activar tantas  historias! Recordé  a cada una de esas pequeñitas que podía sentirse desahuciada por las condiciones difíciles de vida y que veían en esas catequistas presencia, tiempo y pan.

Estar para otros es la clave, pero dejarse acompañar, también.
Sentí el reclamo últimamente de mi gente querida, ávida por acompañarme en esta coyuntura de padres grandes y hermano con problemas.
El pan se presenta de varias maneras y sin darme cuenta le estaba dando la espalda.
Hoy escribiendo, simbólicamente, tomo la comunión como esas nenas. Vuelvo a sentirme parte. Vuelvo a recibir el pan. Gracias por tanto.

                                                                                 Lic. Ivana Rugini