lunes, 13 de mayo de 2019

Mariposas


Como todos los sábados, la Plaza de Mayo me ve pasar temprano. Disfruto del Cabildo, del Colegio Nacional Buenos Aires y de los polluelos que entran corriendo porque son las ocho pasaditas y llegan tarde al curso de ingreso.
Es sábado lluvioso en una zona hermosa, histórica y pintoresca en donde  predomina el gris y escasea el verde.
Por eso valoro tanto la cuadra del Nacional esperando que el biorritmo se confunda y siga emanando ese aroma bello, característico y relajante de los inmensos  tilos que parecen los guardianes de esa institución.
Llego al consultorio y una mariposa está posada en el primer escalón del umbral. ¿Una mariposa ahí? ¿En un día así?
Comprendido.


Termina el horario de atención a media tarde y yendo hacia el subte otra mariposa me revolotea. Mismo día, mismo clima, misma zona.
Aclaro esto porque no estoy hablando de ningún vergel. La calle Bolívar es bella pero dista mucho de ser un jardín.
Nobleza obliga. Si mis palabras constantes son que “hay que estar atento a las señales”,  este es un caso que merece poner manos a la obra y ojos en la naturaleza.

La mariposa es el ejemplo de la transformación total, ya que el ADN de la oruga no es el mismo que el de la mariposa. Vayamos pensando cuánta gente necesita y pide a gritos “ser” otra persona, convertirse, resurgir. Quien esté transitando por una situación así, sugiero rodearse de mariposas, dibujarlas, investigarlas y amarlas.

Cuando observamos una mariposa, podemos analizar en qué proceso de la evolución estamos y así comprender en donde estamos atascados.
La etapa del huevo representa que algo se está gestando.
La larva simboliza el momento en que ya nos jugamos a manifestarnos en el mundo.
El capullo significa que estamos atravesando un estadio de introspección.
La salida del capullo implica que acordamos compartir nuestra esencia/belleza/aptitud con los demás.

La mariposa representa un gran concepto: la adaptabilidad. Es poseer la cualidad de adaptable. Es contar con la claridad, la organización y el poder mental para transformarse enteramente cuando sea necesario. En nosotros sería contar con la humildad, la belleza y la valentía de pasar por esas distintas etapas evolutivas en diferentes momentos de la vida.

El mensaje sagrado de cada encuentro con una mariposa es que hay que hacer un cambio en nuestra manera de pensar, sentir o hacer; algo que nos de mayor libertad.
Como verán, las lecciones que nos da son muchas; pero para sintetizar registremos cuál es su función a nivel ambiental y nos sorprenderemos con que esta colorida criaturita tiene el rol importantísimo de polinizar. O sea, que también nos muestra cómo podemos dar belleza en nuestra acción, en nuestro trabajo; y que nuestras tareas (hagamos lo que hagamos) son sagradas o deberíamos verlas así.
Para terminar esta reflexión, voy a contarles que la cantidad de mariposas de un lugar, indica el grado de salud del ecosistema.
Con nosotros pasa lo mismo. Según la cantidad de seres que dan lo mejor de sí  para contribuir con el mundo, podemos medir la salud de lo que nos rodea y de aquellos con quienes convivimos.

Lic. Ivana Rugini