viernes, 25 de enero de 2019

Cada peldaño.




Hay momentos  y momentos. A veces atravesamos dudas, preocupaciones, alegrías, cambios positivos y también  tristezas.
 La cuestión es avanzar. Atravesar esa situación para que se convierta en un momento más, en otro escalón más de nuestro recorrido.
En eso andaba pensando cuando una “Escalera natural” se me presentó y me detuve en la belleza de cada peldaño; demostrándome cómo cada situación hay que vivirla con intensidad pero comprendiendo que siempre hay un paso más para dar.
Sería bueno que reveamos en qué etapa nos hemos estancado sin  poder avanzar, y también registrar si hemos dado pasos sin haber tomado la suficiente conciencia de ello.
Paso a paso.
¿Cuántos saltean etapas? La niñez quiere ser acotada a unos pocos años, la juventud quiere ser eterna, la vejez quiere ser desterrada.
 ¿¡Cuántas personas hoy se encuentran casadas y con hijos pero no “saben” cómo llegaron a eso!?
¿¡Cuántos terminan sus estudios y no “tuvieron” tiempo de pensar qué rumbo querían darle a su profesión!?
¡¿Cuántos se ven sin pareja y hoy se reprochan no haberla cuidado lo necesario?!
¿¡Cuántos hoy tienen planes y no los medios para desarrollarlos por no haber invertido bien los años fértiles?!
¿¡Cuántos se sienten solos por no haberse dado tiempo para las amistades!?
¿¡Cuántos reemplazan inmediatamente a alguien en sus vidas sin dejar que la integridad personal haga el duelo!?
¿¡Cuántos viven llorando por quién falleció!?
¿¡Cuántos no aceptan su cuerpo de hoy por haber sido un “Dios”!?

Yo estoy en mi paso a paso, invito a  que VIVAN el suyo.

Lic. Ivana Rugini



martes, 22 de enero de 2019

Afirmaciones





Hace un tiempito  afloró la moda de plasmar frases inspiradoras en tazas, prendas de vestir y cuadros. Lo que me resulta interesante es que esas mismas  frases o palabras sueltas no son tan oídas en conversaciones en vivo y en directo.
Evidentemente  es más fácil que un vinilo pegado en la pared nos diga “hoy puede ser el mejor día de tu vida”, “No te rindas” en vez de que te lo diga tu pareja o una compañera de trabajo.
Es sorprendente cómo regalamos remeras, almohadones y bandejas con conceptos tan elevados como “Brilla”, “Ríe”, “Sueña” y después, a la misma persona nos dirijamos con palabras y tonos nefastos.
Rescato de positivo que todas estas frases motivadoras y enriquecedoras son un recordatorio de la densidad que va ganando lugar en  nuestra mente, al punto tal de que algo externo nos tenga que dar el permiso de: “Sé libre”, “Despliega tus dones”,“Crea”, etc.
Este trabajo con las afirmaciones es materia de la metafísica desde hace añares, dándole suma importancia al poder de la palabra.
La sugerencia para todo momento es observar cómo hablamos con otros, de otros y de nosotros mismos; con qué palabras y con qué tono de voz interactuamos.
Lo que repetimos, se graba a fuego en nuestra mente y todo nuestro comportamiento funciona ante ese mandato. Para la mente no hay metáfora, ni chiste; da la orden de actuar tal cual como se grabó el  mensaje. Por lo tanto, la consigna que le sigue a la primera, es empezar a hablar con palabras positivas y en tiempo presente.
Modificar el “soy un desastre”,  por “empiezo a ordenar”
“¡Qué torpe que soy!” por “tengo que ir más despacio para no tropezarme”
“A mi no me da la cabeza”, por “soy bueno en otra asignatura”.

Gracias a esta moda, podemos replantearnos cómo nos comunicamos y rescatarnos, pero sobretodo, darle otro ejemplo a  los niños que se estaban acostumbrando a escuchar a los adultos a hablar de un modo espantoso.
Entonces, las frases positivas, modernas o antiguas son igual de poderosas; las afirmaciones cambian la frecuencia vibratoria de nuestra mente. Repetidas como mantra o apoyando la cabeza en un almohadón con un símbolo impreso,  todo colabora para que salgamos del pozo.

Alguien dijo: “Estar inspirado es fantástico, pero inspirar a otros es una experiencia increíble”.  Encontré mi frase de cabecera.

Lic. Ivana Rugini

lunes, 21 de enero de 2019

La vida de camping






En la vida de camping se pone al descubierto la educación, el respeto y la paciencia/tolerancia al estilo de los otros porque la música de distintos géneros se entremezcla, a diferente volumen, escuchás las conversaciones ajenas y hasta te dan ganas de opinar,  comés prácticamente con los vecinos de adelante, de atrás, de un costado y del otro.
No hay ni paredes  que dividan el territorio de cada clan. Estamos tan cerca unos de otros que a veces la separación es de centímetros.
Es terapia de shock para varios tipos de fobias.

Con buena predisposición encaré la aventura de volver a acampar después de muchísimos años.
El destino elegido: Camping Municipal de Capitán Sarmiento, Pcia de  Bs. As.
Si bien la comodidad de un hotel o la calidez de una cabaña fueron tentadoras, la carpa fue la motivación de este viaje.
Lo que para mi es una eventualidad, para muchos la vida de camping es un estilo de vida; es cómo eligen descansar y se equipan para recorrer y conocer lugares a través de sus zonas para acampe.
Fue una experiencia que me retrotrajo a tiempos y viajes con mis abuelos. Ellos proponían la salida y el que se subía al auto a tiempo, iba. Sin destino premeditado, sin reservas previas; con carpa, con sol de noche, con garrafa y hornallita las vacaciones se iban definiendo sobre la marcha.
 Esos maravillosos recuerdos tienen más solidez, valor y amor hoy que la misma carpa vuelve al ruedo.
La misma.
Mis abuelos ya hicieron lo suyo. Sembraron en mí las ganas de recorrer, de pasear, de conocer improvisando comidas, charlando con cualquiera que se les cruzaba y compartiendo lo que había;  parando en donde sea hasta llegar a quién sabe dónde… Así eran sus viajes. Toda una aventura de principio a fin.
Dejaron  a su paso muchas cosas intangibles  y  materiales; entre estas últimas quedó “la carpa” con la satisfacción inmensa asegurada cada vez que  vuelva a  ser desplegada.
Ya está viejita, oxidada y rota pero saber que era esa la que nos acompañó en las travesías me da una motivación extra para transmitirle eso mismo a mi hija.
Todo sea por haberla encontrado.
A modo de propuesta para extender la felicidad que experimenté, revisen qué objeto, herramienta o utensilio aún está arrumbado en algún rincón de sus casas,  y hagan lo posible para que vuelva al ruedo;  porque esa es la función de las cosas: continuar en movimiento en honor de quien ya no está.

Lic. Ivana Rugini

Acompañarte




De pequeño uno es acompañado a todos lados por cuidado,  amor y protección.
De joven es uno el que acompaña y se deja acompañar por camaradería, por afinidad o por diversión.
De adulto, cuando supuestamente ya no se necesita que “te lleven” o que “pregunten por vos” y el tiempo disponible para otros no abunda, un dilema viene asomando…
Cuando uno al fin siente que se vale por sí mismo y va queriendo organizar la vida y sus tiempos; se da vuelta la taba, porque son aquellos que nos cuidaron, amaron y protegieron los que requieren  de nosotros, de nuestro tiempo, fuerza,  memoria y ubicación.
Al principio la desazón parece carcomer el equilibrio emocional y  uno se siente víctima del destino hasta que la comprensión llega y te das cuenta de que realmente los ciclos están sabiamente programados y simplemente lo que hay que hacer es dar el paso hacia el siguiente ciclo: Estar para los padres.
Sin duda que este ciclo será más duro para quien no tenga con quien turnarse ni tirar la moneda. 
Y así, el oleaje de la vida nos enfrentará a tener que repartirnos entre nuestra salud, pareja, hijos, trabajo, amistades, padres mayores, las cuestiones del hogar y un etcétera largo con horarios que no nos dan mucho margen de negociación.
Solo queda transitarlo.
Me cuestiono el cómo. ¿Qué ceder sin reprochar ni reprocharme después?
No por nada, acompañar es un arte.
No solo por saber cómo y cuándo estar, ayudar, compartir sin anular e invadir;  sino también sin descuidar  a las otras áreas de la propia vida.

Arte. Una palabra tan abstracta para mí hasta hoy, que termina siendo mi guía acompañando mis pasos.


                                                                                     Lic. Ivana Rugini




martes, 15 de enero de 2019

Cuando el discípulo está preparado, aparece el maestro.



Caminando por mi barrio, (Floresta, C.A.B.A.) tuve el honor de ver lagartijas en distintas paredes, rincones y veredas.
Definitivamente siempre existieron y seguramente  estuvieron allí mismo en donde  recién ahora me percato de su presencia.
La cuestión es que, si ahora las “veo”, es porque me traen un mensaje válido para este momento de mi vida.
Observándolas detenidamente  puedo ir analizando su naturaleza e ir comprendiendo de qué manera viene a enseñarme algo, que de otra forma hubiera pasado sin pena ni gloria.
Según la visión chamánica la lagartija viene a dar la gran lección de la Aceptación, desglosada en  varios aspectos:

*Poder para regenerar lo que se pierde: las lagartijas suelen perder su cola  y yo tuve  que pensar qué estoy perdiendo? La respuesta vino de inmediato: la seudoestabilidad que me da el caos de vivir en lo conocido. Las piezas de mi cotidianeidad se están moviendo y necesito con urgencia regenerar la estabilidad; pero no aquella, sino una mejor.

*Hacerle frente al miedo: Las lagartijas buscan permanecer en lugares húmedos y oscuros. Comprendí a través de ellas, el miedo que  genera la oscuridad; en realidad, lo que implica la oscuridad, que para cada uno de nosotros representa algo distinto.
 No ver hacia donde vamos, con qué obstáculos nos toparemos, cuán largo será el recorrido, con quiénes transcurrirá ese proceso…

*Moverse en el otro mundo. Esta enseñanza me hizo tomar consciencia de que sin tanto preámbulo ya estoy  transitando en la oscuridad y cada vez con menos miedo. Me dejo guiar por la gente hermosa que me acompaña, por gente que sabe lo que hay que hacer y no está tomada por las emociones como yo.

*Desapego del ego: uhhh, fue un golpe bajo!  Con tanta delicadeza  muestran cómo y cuánto nuestro ego marcó la manera de vivir que hemos adoptado e invita y sugiere a  cambiar de anteojos.  Es momento de ver e involucrarnos en la vida desde otra perspectiva.
Aceptar cómo hemos vivido para desprendernos por nuestra propia voluntad de ese filtro que gobernaba nuestras conductas.

Las lagartijas son escurridizas pero visibles. Para quienes se “encuentren” con ellas, ya saben las lecciones que esconden.
 A estar atentos, su camuflaje evita que su enseñanza sea para “cualquiera”; pero hay una frase que dice: “Cuando el discípulo está preparado, aparece el maestro”.

                                                                                        Lic. Ivana Rugini



martes, 8 de enero de 2019

Hijo, ya no puedo más… Carta de una madre a un hijo con discapacidad mental.




El hogar que te di ya no te hace bien, ya no cubre tus necesidades que cada vez son más e inabarcables para mí.
Reconocer cuándo era el momento fue muy difícil, creo que no hay una palabra que describa ese instante.
Prepararte el bolso, contarte de mis intenciones, planificar el traslado me hace sentir la peor persona o la peor madre del mundo. No puedo escuchar a los que  dicen que te va a hacer bien, que vas a tener estimulación, talleres y salidas.
Solo veo que te vas para dormir en otro lado, te vas para vivir en otro lado;
con gente que te puede contener mejor porque yo te amo como antes, como siempre, pero ya no puedo cuidarte tanto como lo hacía.
¡¿Cómo son las vueltas de la vida, mi amor?!  Yo te traje al mundo, te desee, te esperé y al conocer el problema que tenías pensé que iba  a poder…¡Qué íbamos a poder, vos y yo juntos!
Busqué médicos, remedios nuevos, escuelas, instituciones donde puedas socializar y mejorar tu calidad de vida; pero ahora me veo grande, buscando otra clase de lugar, uno en el que rearmes tus rutinas, tus gustos y tu gente.
Pasaron años, muchos, y estuve siempre al frente con la voluntad entera de sacarte adelante, dejando de lado mis achaques y dolores que ya ni recuerdo todos los que tengo.
Existen ciertos momentos de reflexión donde uno reacciona en que no puede hacer todo, que ya es tiempo de delegar.
Delego la preocupación  constante de cómo estás, si estás abrigado, si necesitás que te  cambie el pañal, si tomaste el suficiente líquido para que “bajen ” las ocho pastillas que tomás tres veces al día, si dejaste la hornalla encendida, si cerraste la puerta, si saliste a caminar y vas a volver, si te cruzás con alguien que se aproveche de tu condición…

Te amo, sos carne de mi carne.

Pido perdón, no sé si a Dios, a vos o a mí misma.
Vivo pidiendo perdón por darme cuenta de que las fuerzas se acabaron. Vos no tenés la culpa de nada y muy en el fondo  sé que yo tampoco.

Sueño, aspiro, deseo y rezo porque te quieran como yo, te amen y te cuiden como yo. Sé que es pedir mucho, pero es lo que pido.
Suelto por no poder más.  SOLO DIOS SABE LO CANSADA QUE ESTOY.

Vos estás en un nuevo Hogar, yo no sé dónde quedo.

Y la vida sigue… para tristeza mía, para el bien de todos.

                                                                                      Lic. Ivana Rugini