lunes, 4 de septiembre de 2017

Más ágatas.


 Las piedras más amarillentas o marrones, primero depuran para luego equilibrar el plexo solar.
Había tantas a mi alrededor que lo que primero me sorprendió fue la cantidad de ágatas a mi alcance. Con ese comentario interno, percibí que ya empezaban a trabajar en mí.

La boca del estómago, es el centro de la autoestima, del merecimiento, del poder personal. Un plexo solar funcionando equilibradamente se manifiesta en una persona con respeto hacia sí mismo y hacia los demás, sabiendo el lugar que ocupa, conociendo sus talentos y sus limitaciones pero potenciando a consciencia el “sí, puedo; sí, quiero; sí, tengo; sí, soy”; tomando lo que le corresponde, discerniendo lo que es bueno y lo que no y poniendo el límite sano a los diferentes consumos.
Pero para llegar al equilibrio, primero hay que barrer con lo que  está desajustado….
Había mucho por limpiar y las ágatas estaban en todo su esplendor.
Pasó claramente por mi mente lo que estaba encriptado en mi plexo: Sensaciones que se encarnaron y pensamientos que se hicieron creencias obstaculizadoras.
·        El  estar acostumbrada a que algo falte, pero a no pedir.
·        a conformarme con poco y con lo que me den
·        a no decir lo que me gustaba para no poner en el compromiso…

¡Claro! ¡Cómo no me voy a emocionar frente a tantas piedras!.
La abundancia de la naturaleza me  sorprendió hasta las lágrimas. No solo por su belleza, sino por lo que la abundancia significaba para mí.

Un dilema sanador se estaba gestando. ¿Cuántas piedras podría llevarme? Sin personas cerca que observen y controlen lo que hacía. Sin un cartel que indique la prohibición de llevármelas. Solo estaba mi consciencia.
Y nuevamente percibí a las amarillitas vibrar en mi plexo haciendo limpieza de la Compulsión, esas ganas de llevarte todo aunque no sepas para qué ni dónde vas a guardarlo.
Pude comprender como el consumo excesivo, el compulsivo, el tóxico puede deberse
- al miedo a no tener más adelante
- a arrastrar la sensación de no haber tenido
- o como castigo. “Quizás con un lastre, la vida se pueda sobrellevar mejor…”

Son todos ejemplos de no vivir en el hoy, el famoso aquí y ahora.
Así que fue todo un trabajo personal, medir el límite entre lo que puedo tomar, lo que merezco, cuidando al entorno y preservarlo para los demás.
Viviendo el presente, disfrutando  momento a momento, se desvanece la compulsión por comer, por comprar, por ganar y por gastar; porque el límite es el autocuidado.
 Las ágatas son estabilizadoras de energía y eso es  lo que se precisa para que no se detonen las compulsiones.
En mi experiencia, en Concordia, Entre Ríos,  disfrutar sin depredar fue la clave.


                                                                                     Lic. Ivana Rugini 



Ágatas.

Ágatas. Marrones, anaranjadas, grisáceas.
Así me recibía la Playa Las Perdices en Concordia, Entre Ríos.
Empecé a tomarlas una por una como si pudiera estudiarlas a todas aunque nunca me hubiera imaginado ver tantas al alcance de mi mano.
Me dejé guiar por lo que  transmitía el color. La conexión con el entorno, el disfrute del lugar y del momento en total plenitud son aspectos del chakra del bajo vientre que se activa, limpia y equilibra ante piedras de color naranja.
Sumado a esta tonalidad, muchas de las piedras que estaban en el lecho del río y en la costa, contaban como con “venas” en su interior, lo cual me remitió a pensar en un útero que emana fuerza y oportunidad. De ahí, que se considera que las ágatas trabajan la creatividad; porque el color anaranjado simboliza la fuerza del amanecer con las múltiples posibilidades de hacer lo de siempre, pero distinto, la oportunidad de brillar cada día en donde uno está  y por  las ganas de disfrutar mostrando aquel talento en lo que uno es único.
Las ágatas en general purifican; una de las maneras es observando cómo esas venitas llevan simbólicamente sangre, oxígeno y luz a zonas bloqueadas, cerradas y enfermas.
Estas piedras también se caracterizan por tener bandas de distintos colores y grosores que invitan a registrar las distintas capas  o etapas por las que uno tiene que atravesar en su camino al interior. Uno perdona por capas, aprende paulatinamente,  se despoja de traumas, prejuicios y  complejos también, de a poco.
Les sugiero  que hagan el ejercicio de tomar un ágata con bandas circulares y que chequeen  en qué etapa están en su evolución, en el camino al centro de su ser en donde todo está en calma porque no hay nada más que cambiar.
Las ágatas son piedras comunes en Argentina, de hecho he visto que se las utiliza como canto rodado. Sin dudas, es una suerte para quienes las pisan a diario, ya que el trabajo con su enseñanza no necesita preámbulos ni detenerse a meditar. Solo espero que no se ignore el tesoro mayor del cristal…
Opino que como argentinos debemos comenzar a trabajar con las piedras autóctonas de nuestra zona para luego extendernos a las de las demás provincias hasta abarcar las del país. No nos olvidemos que si nacemos bajo su influencia es que tiene “algo” para darnos, para mejorarnos, para que evolucionemos.
Analicemos qué piedra yace en nuestro suelo y preguntemos su virtud. Esta es otra manera de honrar nuestra tierra y de vivir conectados.



                                                                                  Lic. Ivana Rugini