lunes, 4 de febrero de 2019

Todos somos uno





Disfrutaba de un fin de semana en el camping de la localidad de Capitán Sarmiento cuando un árbol llamó mi atención.                                                                                                                                                                                                     
La Copa tuvo el efecto de un imán para mí;  el tamaño, el verdor, la forma compacta del follaje… parecía sobrenatural.
Tuve que mirar más detalladamente para identificar que varios troncos cargaban el peso de semejante copa. Ahí sentí el “sonido” de que un mensaje importante estaba siendo recepcionado.
Así deberíamos funcionar como sociedad, como comunidad y como humanidad;  unidos en criterios, en valores y en enfoque.
Esto me recordó al test de árbol como técnica proyectiva en el que las raíces representan la seguridad y la firmeza  con la que uno se afianza  a la vida; el tronco demuestra con cuántas fortalezas y debilidades nos desenvolvemos y la copa grafica el área de los pensamientos y la comunicación.
La imagen de estos árboles funcionando como uno solo me corroboró lo necesario que es respetar el espacio propio, para poder respetar el ajeno.
La distancia considerable entre un tronco y otro se hizo más nítida como tomando mayor relevancia.
Por si esto fuera poco, una carta de las de Osho Zen, vino a mi mente. Dos árboles cercanos funden sus ramas entre sí, sin parasitar, sin invadir; dejándole espacio para la luz y el agua al otro y poder crecer a la par. El concepto que explica esta situación fue traducido como AMIGABILIDAD.
Ciertamente eso es lo que nos falta como sociedad: desplegar nuestra individualidad permitiendo y fomentando que el prójimo lo haga también.
El siguiente paso es unirnos con ideas y vínculos sanos porque entre varios se piensa mejor, las decisiones pesan menos y los aciertos se disfrutan aún más.
Para poder funcionar como UNO hay que ser cautelosos con la manera de comunicarnos. Saber escuchar y definir claramente lo que nos sucede es la clave para una comunicación constructiva; y si identificamos que tenemos inconvenientes al hacernos entender, podemos repetir como mantra:
“YO SOY COMUNICACIÓN PERFECTA”.
Con esta frase resonando en nuestro interior, se van desintegrando las perturbaciones provocadas por los miedos y las inseguridades que emanamos con nuestras conductas y reacciones;  por lo tanto, podemos desplegar nuestra capacidad de escucha  y acrecentar la asertividad.


                                                                              Lic. Ivana Rugini