Cuando la rutina estructura, ordena y contiene, el tiempo pasa rápido; nos
quejamos, pero se esfuma. El problema se instala cuando llega el domingo y no
hay horarios, ni obligaciones, ni invitaciones que nos rescaten. El almanaque pareciera
hacer un hueco, como si en el corazón se hiciera un hoyo y en la casa un vacío.
Ningún plan es bueno, ni salir, ni quedarse, ni siquiera hacer limpieza profunda llena el espacio.
No hay serie, novela o película que nos abduzca hasta que suene el
despertador del bendito lunes y nos organice las emociones y pensamientos.
Preferimos las corridas de lo automático a la incógnita de no saber qué hacer.
La desazón, el aburrimiento y la desolación provocan una reacción fija:
observar cómo es la vida de los demás, y de paso, idealizarla.
Con este combo, las emociones que vibran bajo caen a baldazos: apatía,
celos, decepción, desgano, hastío, resentimiento, aprensión, desasosiego,
insatisfacción, crítica, etc.
Es importante identificar lo que nos pasa, no para rechazarlo sino para
abordarlo. ¿Cómo?
Sabiendo que todo tiene su contratara.
De la amargura nos saca la alegría
Del rencor, la compasión
Del enojo, el sentido del humor
De la insatisfacción, la valoración de lo que somos y tenemos
De la soledad, la buena compañía
Del vacío existencial, sentirnos útiles
De la ansiedad, el vivir día a
día y con cada domingo tenemos la oportunidad de vibrar diferente.
En metafísica hay una palabra adecuada para nombrar la polarización
hacia lo positivo de aquellas emociones o energías bajas que no nos permiten
vivir en plenitud.
Transmutar es la clave.
Significa producir un cambio, convertir una cosa en otra.
La transmutación trabaja con el color violeta. Lo que se te pide es que
registres aquello que ya no querés y que identifiques el polo positivo al que
ya sentís que es momento de llegar.
Uno de los tantos ejercicios que se pueden hacer es escribir una
afirmación en positivo y en tiempo presente con la virtud que estás dispuesto a
incorporar desde ahora mismo. Yo soy
confianza
Yo soy salud perfecta
Yo soy alegría
Y pintarla con color violeta que casualmente está compuesto del azul que
representa al cielo y el rojo de la tierra. De ahí viene la magia. Unir la
fuerza de los dos “polos”.
Ah! Una aclaración importante. No es culpándote por todos los domingos
perdidos que vas a vivir mejor. La transmutación no juzga.
Cuando la alegría, la felicidad, la generosidad, la responsabilidad, la
belleza, el bienestar, la claridad mental se instalan ya cumplió su cometido.
El aprendizaje es muy práctico. Si necesitás que te miren, empezá a
mirar.
Si precisás que te ayuden, ayudá a otros para que la cadena se active.
Si es un consejo lo que buscás, es eso lo que tenés que dar.
Si te sentís encerrado, sin oportunidades; es momento de que vos las
ofrezcas a los demás.
Desde esta perspectiva cada domingo será un día lleno de posibilidades:
ayudar, estar, contener, proveer, aprender, enseñar, donar, cuidar, hasta que
en algún momento se produzca el efecto de lo que Causaste y alguien te ayude, te invite, te apoye, te proteja, te
mime y comparta con vos.
Lic. Ivana Rugini