Con la sensación de que el tiempo pasa volando, de que los hechos
importantes se nos escurren y de que la
rutina nos envuelve haciéndonos creer que hacemos siempre lo mismo; me propuse
replantearme cómo vivir más plenamente cada momento.
Así encontré en mi interior la respuesta que al principio me congeló de
miedo: HACIENDO COSAS NUEVAS.
¿Y a esta altura de mi vida, qué cosas nuevas quiero y puedo hacer?
La respuesta que me dio mi alma provocó un conflicto: TODO AQUELLO QUE
HASTA AHORA NO TE ATREVISTE A HACER, con excusas, claro. “No sirve, no me
gusta, no es imprescindible, a quién le interesa, no tengo tiempo, estoy
cansada, etc”.
Emanando la necesidad de un desafío (posible) llegó la Comunión de Bru y
su irresistible pedido de soslayo…¡¡¡souvenirs!!!!!! Y dicho sea de paso ¡¡¡Mesa dulce!!! (en realidad
ella dijo Candy).
Desde ya que no había puesto la mirada en una mesa así nomás con una
torta sencilla en el centro. Nooo. Venía con decoración la cosa.
Para quienes me conocen, saben que los detalles no son mi fuerte. Al
pensar y sentir mi incapacidad con
respecto a lo delicado, algo dentro mío hizo el “click”. Si quería desafío,
ahí lo tenía. Detalles, darle importancia a algo que en sus diez años y en mis
cuarenta y uno, le había esquivado.
Tomé esas dos tareas con una responsabilidad única; tensión sería la palabra adecuada para
definir mi compromiso. Tener que hacer algo que nunca hice, y que quede lindo…
Era mucho para mí. Pero arremetí.
Gente hermosa me tendió su mano y la tomé.
Bru tuvo lo que quería pero quien más ganó fui yo por haber afrontado
algo que tiempo atrás descalificaba y ahora no.
Sin lugar a dudas me desafié (pudiendo no hacerlo y continuar en la
chatura de “lo de siempre”). También, gente preciosa apareció para guiarme.
Lo interesante de esto que les cuento, por si sirve, es la invitación a
que los desafíos los busquemos nosotros mismos, para no esperar que la vida nos
imponga los suyos de mayor magnitud.
Desafiarse es vivir plenamente, es sentir que la vida no pasa en vano,
es recolectar logros y momentos maravillosos.
Lic. Ivana Rugini