Una excursión prometía llevarnos hasta la unión del mar con el río donde
los manglares (árboles retorcidos) son el hábitat de los caballitos de mar.
Para mí es tan importante conocer el yacimiento de un cristal como el
“yacimiento” de determinada especie de animal o de una planta. La idea es poder
acercarnos con respeto al hogar de cada ser, presentarnos lo más
silenciosamente posible para no perturbar, conocer su maestría, dejar que nos
transforme su sabiduría y volver renovados y mejorados para actuar con los de
nuestra especie.
Llegar hasta la unión del agua salada con la dulce es toda una
experiencia para el que se atreva. Generalizando, lo dulce simboliza la
alegría, la belleza y el regocijo; lo salado representa aquellas cuestiones que
hay que trascender, aprender o superar. Estar en ese cruce, ayuda a corroborar
que siempre hay que buscar el equilibrio y hasta el agua de toda Gaia lo logra
en estos puntos de unión, que justamente por no ser ni tan dulce
ni tan salado, gran cantidad de seres pueden desarrollarse y sumar su parte
para el equilibrio integral.
El paseo no dura mucho, lo suficiente como para que te detengas a
analizar qué se siente al estar entre los manglares. Los troncos finitos y
oscuros se confunden con las raíces casi del mismo grosor y se van enmarañando
tanto en la tierra como en el agua.
La pregunta que parece flotar en el aire es: ¿En qué cuestiones vivís
enroscado, atado y anudado por tus propios pensamientos y sentimientos?
¿Cuáles son los nudos de tu vida?
Pero como “lo superior” siempre
tira una soga para salir del pozo (o del
manglar), quizás la Medicina del
hipocampo sea lo que te rescate de tantos cabos sueltos o cabos enlazados
(depende de cómo se lo mire).
La excursión comienza con un
pequeño contingente que navega lentamente en una jangada y el guía nos va llevando para que disfrutemos de la frescura y el silencio
de la zona. Luego busca el lugar propicio para bajar de la balsa con un recipiente
de vidrio vacío y volver con un tesoro en él que con mucho respeto y tiempo
controlado devuelve al mismo lugar de donde lo raptó, ya que si no lo hiciera, el hipocampo que queda
estaría desconcertado buscando a su
pareja y no volvería a formar otra. Se dice también que al morir uno, el otro
no lo resiste.
Comenzar una familia tomando a
esta criaturita como modelo enseña mucho sobre el amor, la lealtad y la
cercanía en la pareja.
- El caballito de mar tiene
varias características que lo hacen peculiar, pero que el macho sea el fecundado
y hasta parezca embarazado, ya que la hembra
le inserta los huevos en una cavidad y luego es él el que los expulsa, nos
hace replantear seriamente cuánto el hombre puede implicarse compartiendo
responsablemente el cuidado y crianza de los hijos.
Escribo las memorias de este
viaje quince años después, y puedo constatar que Muro, mi marido, se dejó
impregnar por la enseñanza del hipocampo porque siempre estuvo ahí, tomando su
rol de padre con mucha presencia sin necesidad de que lo pidiera.
Sugiero a los hombres que
temen formar una familia, que se tomen el tiempo de observar a este pececito
como totem, porque tiene mucho para dar como ejemplo para llevar adelante un
hogar. Es símbolo de la participación igualitaria en la crianza y educación de
los hijos sabiendo tomar protagonismo como macho
sin comportarse como machista.
- Aunque no lo parezca es un
pez. Así que aquí se viene otra lección importante. Su sabiduría consiste en
aceptar su “rareza” e induce a que cada uno de nosotros nos preguntemos qué somos
aunque lo exterior no lo demuestre. ¿Cuántas veces creemos desentonar, sentimos
que no encajamos aunque es ahí donde queremos estar?
¿Cuántas veces nos marginan,
discriminamos a otros o nos boicoteamos a nosotros mismos por no sentirnos a la
altura de los demás?
- Esta criaturita como animal
de poder es maestro en aceptar sus diferencias viviendo según sus reglas y
sobretodo sus tiempos en el mundo acuático que es donde pertenece.
Por lo tanto, reconocer de dónde
venimos es la primera clave
Saber lo que nos conforma es
la segunda.
No compararse con nadie es la
tercera. Todo esto implica aceptarse.
- Su estructura corporal no
está adaptada para otorgarle velocidad en sus movimientos, pero sí para avanzar
lentamente y es ese otro mensaje para quienes lo observamos con admiración. Se
mueve lenta, elegante y tranquilamente aprovechando el recorrido (o el proceso,
como le decimos en terapia) y cuando percibe agitación en el agua recurre a su
cola que se agarra fuertemente a lo que tenga cerca hasta que pase el peligro.
Este dato no es un mero
detalle, es una gran advertencia hacia nosotros. Sugiere observar a qué o a
quién nos aferramos cuando el entorno o nuestro propio interior está revuelto.
Si el hipocampo es tu animal
de poder es importante que disciernas en vez de caer en lo de siempre, en lo
que está a mano, en lo conocido, para dejarle aire al otro y para registrar que lo que te sirvió en algún
momento quizás ya no. De hecho, las malas lenguas dicen que el hipocampo también
simboliza la resistencia al cambio. Se dice esto porque es una criatura que no
sufre modificaciones a lo largo de su desarrollo ni de su evolución como
especie; por lo tanto si te sentís bajo las influencias de este espíritu guía
podrías analizar con cuánta rigidez mental estás actuando.
- Hablemos de otra curiosidad.
Sus ojos le brindan muy buena visión pero aquí viene lo extraño: se mueven independientemente,
lo cual le brinda una percepción de su
entorno mucho mayor.
¿Qué nos quiere enseñar con
este dato? Que continuamente necesitamos observar nuestro alrededor para
clarificar en dónde estamos, con quién, qué se espera de nosotros, qué
intereses tienen los demás, de qué nos protegemos en exceso y en qué aspectos
precisamos armarnos más.
- Como corolario, podríamos
decir que el caballito de mar representa el AMOR,
el amor hacia sí mismo, hacia su pareja elegida y reelegida cada mañana en
donde danzan para encontrarse, hacia su “cría” al incubarlos en su propio
cuerpo y “darlos a luz”.
Si por alguna razón el amor en
cualquiera de estas formas anda fallando en tu vida, podrías tomar lecciones
con este humilde y pequeño Maestro cuyo espíritu guía siempre está cerca para
rescatarte de las cavilaciones de la mente y los enredos del corazón.
Lic. Ivana Rugini