viernes, 3 de enero de 2020

El niño interior





Dentro nuestro sigue estando el niño que fuimos. Si la imagen y el recuerdo que tenemos de nuestra infancia es la del abandono, es ese malestar  el que vamos a destilar a pesar de los años acumulados.
Si nuestros primeros años estuvieron rodeados de maltratos y carencias, el miedo a sufrir  lo mismo puede instalarse.
Si nuestra primera infancia fue maravillosa entre cuidados, mimos y protección extrema quizás le temamos al futuro y a no autovalernos.

Observándonos como adultos podemos darnos cuenta si nuestro niño interno está apagado, dormido o herido. Cuando no hay ilusiones, cuando nos falta alegría, cuando nada nos divierte ni entusiasma y creemos ser maduros porque tenemos un semblante hosco; algo anda mal.
Cuando la seriedad es parte de nuestra vestimenta y la estructura es el accesorio del  traje de  la amargura,  cuando no hay fluidez en el contacto con los pequeños de nuestro entorno y  no hay ni un ápice de lugar para el juego en ninguna faceta de la vida; el niño interior está herido y es necesario percibirlo y escucharlo para  tratar esa parte vulnerable y lastimada.

Un niño interior sano lo manifiesta quien puede convertirse en un adulto que disfruta de lo simple, de las pequeñas cosas, quien puede aplicar el juego y el humor a las obligaciones y responsabilidades cotidianas.

Mi niña interna está cada vez más suelta. Aprovechó el festejo del día del niño que organizó el sindicato de donde trabajo para hacer de las suyas. Con Mateo pasamos un momento hermoso, pleno y alegre.  Espero que para él haya sido un día inolvidable. Para mi niña interna, sin dudas que lo fue.
















Lic. Ivana Rugini