sábado, 1 de febrero de 2020

Iniciativa






Yo no soy ni gran cocinera, ni destacada costurera, ni habilidosa con las manualidades, ni me llevo bien con la tecnología.
Definitivamente hay muchas cosas que no soy pero sí soy una gran lectora (no por leer bien, sino porque ahí invierto feliz mi tiempo).
Evidentemente es lo que me viste hacer. Claramente mi ejemplo sembró en terreno fértil porque también pusiste de tu parte y hoy, con once años, me pedís ir a esa “librería grande en donde podemos elegir un libro y sentarnos a leer”.
Fuimos.
El Ateneo Grand Splendid, en Recolecta,  una librería adaptada a lo que fuera un teatro bellísimo que conserva su estructura, palcos, luces y distribución estaba llena de compatriotas y turistas extranjeros que te dabas cuenta a la legua que hojeaban libros de los que solo entendían los dibujitos; pero ese lugar te invita a ser curioso.
La particularidad de este negocio, es que podés recorrer góndola tras góndola y tomar los libros que quieras para buscar un lugarcito en las salas de lectura (en los palcos) y degustar la historia de tu preferencia el tiempo que quieras. De fondo se escucha que alguien toca el piano y que otra gente aplaude pero nada molesta, nada desentona; ni las luces fuertes, ni el gentío, ni el movimiento constante de los que se asoman buscando un asiento para apoltronarse y sumergirse en su mundo.

 Gente de todas partes se hacen baches en su agenda para ir a conocer una de las librerías comerciales más hermosas del mundo, y los de por acá que la tenemos al alcance de las manos, del bolsillo y de la vista, no vamos.
Es cuestión de iniciativa. Hay que proponérselo.
 
                                                                                        Lic. Ivana Rugini