martes, 5 de diciembre de 2017

Saber estar

El cansancio del día, de tanto trabajo, de las actividades extra y el agobio de la rutina lleva a que la amabilidad desaparezca, la solidaridad se esfume y el amor no se encauce. Los semáforos parecen eternos, cualquier demora es imperdonable, las filas activan la ansiedad y las preguntas son molestas. Cualquier cosa nos perturba y los bocinazos son moneda corriente.
La vida con su ritmo acelerado nos exprime, nos agota. Si nos dejamos llevar por el tiempo, no hay de más en nuestra estructura. Muy pocas veces podemos planificar dar una mano, y la vida no es solo vivir para uno mismo.
Hay que estar para los demás. La cuestión es querer, poder y saber hacerlo.
Por supuesto, todo en su equilibrio.
Tener vida propia es el desafío de quienes viven opinando, aconsejando y haciendo por y para otros tapando baches de soledad y de insatisfacción personal.
Esa persona tiene que aprender a estar consigo misma, dedicándole más tiempo al desarrollo personal.
Estar para otros es el desafío para aquellos que viven enfrascados en sus problemas, sus temas, sus preocupaciones. Los famosos “Ombligo del mundo”  quienes no están disponibles para nada ni nadie.
Estas personas necesitan abrirse a lo beneficioso que es compartir la vida con otros… estando.
Con presencia, con un consejo, con dinero, con una llamada, con una mirada, con una palmada en el hombro, con un regalo inesperado, con una recomendación, con un favor, o facilitando una situación. Todas son manifestaciones  del amor y cuando hay amor el tiempo ya no es una barrera…

                                                             Lic. Ivana Rugini


/www.youtube.com/watch?v=Aw1lOieUVDs

viernes, 17 de noviembre de 2017

Hipotiroidismo


El Hipotiroidismo es un desorden de la glándula tiroides en el que se producen menos hormonas, que se encargan de regular el metabolismo de todas las células del cuerpo (cerebro, piel, corazón, sistema digestivo, sistema respiratorio, etc.).
Los síntomas pueden ser muy amplios: cansancio, piel seca, cabello débil, fragilidad de uñas, somnolencia, constipación, aumento de peso, intolerancia al frío, trastornos del ciclo menstrual, infertilidad en la mujer e hipercolesterolemia.
Repasemos qué lectura se le da a cada uno de los síntomas para conocer mejor el cuadro general.
La clave está en tomar como señal a cada uno de los síntomas sin descalificar o minimizar ninguno.
Las preguntas que nos permitirán despertar y conocer el verdadero origen de la dolencia son:
¿QUÉ ME IMPIDE ESTE SÍNTOMA? Y ¿QUÉ ME IMPONE ESTE SÍNTOMA?
Aquí detallo la información general, luego está en cada uno de nosotros, medir cuál es la problemática que prevalece en nuestro cuerpo actualmente.
Cansancio: el cansancio nos lleva a pensar en  qué invertimos nuestro tiempo y fuerza ya que sentimos que no damos más. Por lo tanto, uno tiene que seleccionar lo prioritario del día. Esta selección implica que queda poco margen  o ninguno para hacer por los demás (para quedar bien o manipular con nuestras acciones).
También cabe la pregunta: ¿Qué es lo que nos agota tanto? Una de las posibles respuestas está en nuestras elucubraciones. “Diálogo interno”, le dicen. Es aquella conversación constante que llevamos con nosotros mismos en nuestras mentes. Nos dejamos guiar por suposiciones, por interpretaciones  y por impulsos que nadie más que nosotros les dio el poder de dirigir nuestra vida.
Un ejercicio valioso para estos casos es registrar cada pensamiento o creencia que se nos viene a la mente, para poder al final del día, ver lo contaminados que estamos y sobretodo, cuál es el área que más atacamos.
Por supuesto, que hay que tener en cuenta a qué y a quién nos dedicamos. El cansancio denota aburrimiento y falta  de compromiso con lo que se está haciendo…
Piel seca: todas las cuestiones con la piel representan problemas de convivencia. Si la tendencia es a la piel seca, que hasta llega a formarse una capa dura, claramente la persona se está acorazando, no está dando todo el caudal de amor del que es capaz.  No hay buen intercambio entre  el ”interior” y el “exterior”. Las cuestiones a trabajar serían la confianza, la alegría y la espontaneidad.

Cabello débil. Al cabello se lo asocia con la fuerza, el vigor y la jovialidad. Con la caída del cabello se manifiesta que ya no tenemos la fuerza de antes; y también que nos estamos poniendo más rígidos en pensamientos y posiciones. Si la caída es por tensión, es que manifestamos una actitud de debilidad ya que no estamos afrontando los cambios como debiéramos. Cuando el cuero cabelludo no se siente irrigado por nuevas ideas, por un entendimiento más flexible, la sangre, que es la esencia vital no llega a nutrir la cabellera, por lo tanto se parte y debilita hasta caer.
El antídoto es ver en qué aspecto estamos siendo “cabezaduras”.

Uñas: La piel nos protege, las uñas nos defienden. Si las uñas están debilitadas, no tenemos armas para delimitar hasta donde se pueden acercar los demás, qué nos molesta y no tenemos con qué “atacar” si es necesario. Por lo tanto, la persona se empieza a sentir desvalida, lo que conlleva al posterior sometimiento.

Somnolencia. El buen dormir manifiesta entrega y confianza. Permite reponer energías y uno está permeable a abrirse al mundo onírico que es un limpiador psíquico.
La cuestión es cuando las ganas de dormir son excesivas. Esa necesidad imperiosa de estar en la cama durmiendo ya no es positiva. La lectura que se le da al dormir de más es la de intentar evadir la realidad por temor a las exigencias del día. En el caso del hipotiroidismo esa evasión puede estar motivada por la falta de voluntad, de fuerza o de orientación.

Constipación: Implica no poder fluir con las leyes de la vida, tomando el alimento y desechando lo que no nos sirve. El miedo a la pérdida, a no tener más adelante, toma el protagonismo y la persona necesita tener el control de los acontecimientos.
Lo mismo ocurre con los vínculos, ellos también afectan la función del intestino grueso. Cuando somos posesivos y no tratamos al otro con desapego nuestro organismo se resiente.
Trabajar en  tomar una actitud desprendida ante las cosas y afectos, es la solución para vivir con intensidad el presente, livianos de peso y despejados para poder disfrutarlo.

Aumento de peso: Si bien hay muchas variables para analizar el sobrepeso, lo que prepondera es la desvalorización y la impotencia.
Cuando tenemos sobrepeso nos  estamos  “autocastigando” con la acumulación de lastre/grasa/kilos=culpa=insatisfacción=impotencia=vergüenza; ya sea para asegurarnos el fracaso, para fallar de antemano o para que todo nos cueste el triple y tardemos mucho más que el resto.

 Intolerancia al frío: El frío implica miedo, asociado a no tener la fuerza suficiente o la capacidad para enfrentar lo que  se siente como exigencia.

Hipercolesterolemia: se obstruyen los canales (las arterias) que llevan el amor, el vigor y la vitalidad (la sangre). De alguna manera, es negarse a la alegría y al disfrute.


Infertilidad en la mujer: Se espera como óptimo que la mujer tenga una actitud consciente e inconscientemente de entrega, que sea permeable y acepte “pasivamente”  el ciclo menstrual en el período de su vida que la hace fértil. Cuando hay bloqueos en la entrega o en la condición de mujer, se manifiestan desajustes en los ciclos menstruales, dolores excesivos e infertilidad.

Resumiendo, la persona con hipotiroidismo percibe que el tiempo transcurre, que se le va de las manos y no llega a  cumplir sus deseos, necesidades y aspiraciones.
La resignación se instala  y deja de poner voluntad en un nuevo intento de abordar sus conflictos.  Por todos los síntomas que abarca, la crisis es amplia y honda.

Comenzar a dar pasos en la acción es la salida, apuntalando la voluntad que no es más que constancia y perseverancia.
Voluntad versus Desidia.  ¿De qué lado estamos? El tiempo vuela…




                                                                          Lic. Ivana Rugini

viernes, 10 de noviembre de 2017

¿Quién es el preso?


 Al ser padre uno cree  que el trabajo arduo serán los primeros años del hijo, por sus necesidades físicas, por sus chequeos médicos, por vigilar sus juegos, por cuidar su entorno, por alimentarlo sanamente…
Y uno va creciendo con ese hijo, viviendo a pleno cada etapa, disfrutando cada logro del niño que es un alivio para el padre que puede ir soltándole la mano tan paulatinamente que sea beneficioso para las dos partes.
El chico se independiza y es feliz por confiar en lo que puede hacer y el padre se siente orgulloso porque hizo bien su trabajo de proveerle las herramientas y la presencia necesarias en su debido momento.
 Y ya come solo.
Ya va solo al baño.
Ya lee.
Ya se queda solo en su habitación.
Se baña solo
Ya elige la comida y se la sirve solo, etc.

Cuando uno vive cada etapa con todo el esfuerzo que implica, después el alivio y el regocijo es doble.
 Pero ¿qué pasa cuando el hijo adulto se vuelve  alcohólico o simple y complicadamente inmaduro?

Pasa que ese padre no puede saltar a la siguiente etapa que es la de volver a pensar en sí mismo, en sus proyectos (más allá de los hijos) y en recuperar el espacio personal.
Así se retrocede o se perpetúa la etapa de cuidados, de estar alerta, de vivir sermoneando a un hijo que no quiere escuchar porque “dice que es su vida, y él está bien” “metete en tus asuntos” “yo soy grande y hago lo que quiero” “no estaba haciendo nada malo”.

Con el paso del tiempo la fuerza mengua, el estar en alerta no se sostiene porque el cuerpo necesita un descanso. Descanso que este padre no tiene
Ya no cambia pañales, pero esconde botellas. Ya no invita compañeros a jugar a casa, pero  va viendo con qué amigote se junta, ya no le presta la tablet para jugar, ahora le revisa el resumen de tarjeta por si tiene deudas.
“Sigo vigilándolo como si fuera un bebé”  y no puede ver que su hijo es preso del alcohol y él, de su hijo.
La adicción ata, condena y destruye no solo al adicto, si no también a su familia ascendente y descendente. Los vínculos se desordenan. Culpa va, culpa viene. Preocupación va y preocupación viene. Se miran entre todos para ver  quién debe accionar. ¿Papá que está grande, un tío o un hermano mayor de edad? Nadie se mueve. ¿A quién le corresponde?
Nadie puede, nadie se anima.  Todos se lamentan.
Nadie está exento de claudicar ni de que un familiar lo haga. Lo que hay que saber es que el amor sano no es apañar, tolerar, defender y justificar a una persona adicta. El amor verdaderamente sano es buscar ayuda neutra, que no esté teñida con la culpa y los reproches de la crianza.
Contactarse con una institución especializada es la mejor opción.
Tener al adicto en casa hasta que suceda un milagro o una tragedia, nos convierte en carceleros ineficaces.


                                                                                  Lic. Ivana Rugini



viernes, 20 de octubre de 2017

Alergias

Alergias

Convivencia, tolerancia, paciencia, adaptabilidad…
Cuando algo del entorno, nuestro organismo lo siente adverso, peligroso o enemigo, reacciona con artillería pesada para expulsarlo de nuestro cuerpo.
¿A qué no nos estamos adaptando? ¿Qué estamos rechazando? ¿A quién? ¿Qué lugar, qué rol, qué situación no podemos aguantar?
¿Por qué antes sí y ahora no?
Hasta ahora yo no tenía alergia ni al polen, ni al pelo del animal, ni al moho ni a  nada.
Se ve que la crisis de los 40 tuvo su efecto mostrando que algo ya no lo tolero más.  Algo a lo que antes me adaptaba bien, ya no.
Pero…¿ A qué? ¿A qué cosa mi cuerpo lo decodifica como hostil?
Sabiendo cuál es el agente alérgeno que nos causa reacción, podemos afrontar mejor el aspecto de la vida con el que tenemos conflicto.
Será el polvo que representa la “suciedad”, la “sombra” de cada uno
Será el pelo de animal rechazando la ternura, el contacto, el amor…
Será el polen que simboliza la fertilidad y  la procreación…
Será un poco de todo porque con la edad viene el autoanálisis  de cuanta energía invertí en estar para otros, en hacer para otros, en mantener ciertos vínculos;  que ya no me queda remanente para adaptarme a nadie ni a nada más?
Sé y siento que la solución no es el ostracismo, aunque cuando uno se siente vapuleado por el entorno, huir es el plan A.
Cuántas veces cada uno de nosotros habrá querido ser ostra para poder cerrarle la puerta al mundo (con polvo, ácaros,  pelos, agresiones, presiones, exigencias, horarios, personas y trabajos que no disfruta) y así cubrirse, cuidarse y recuperarse…
Pero nuevamente la naturaleza  muestra su contratara. La enseñanza de la ostra es que, aún cerrada y protegida, con  dolor es invadida por  partículas de arena que logran llegar a su interior. Luego, con su magia y gran trabajo convierte esos granitos de arena en una maravillosa y valiosa perla.
Así que por más que nos marginemos, encerremos para resguardarnos, lo que tiene que modificarnos nos va a afectar y está en nuestro crecimiento interior si creamos una perla o más aislamiento.
Vivimos en un mundo con factores alergénicos…para algunos
(contaminación ambiental,  conservantes de los alimentos, medicamentos, etc).
Lo que algunos sufren, otros lo disfrutan; lo que para algunos es indiferente para otros es enfermante. .Algunos pueden /saben aceptar el medio, la sociedad y  en otros prevalece el rechazo o se sienten inseguros.
Los invito a tirar otra vez la moneda y a no dejarse atacar por lo que nos rodea.
 Si hay algo que modificar en nuestro estilo  de vida, ya sea ropa, alimentos o hábitos que no sea  entendido como hostilidad del ambiente sino como un cambio personal que refleja una transformación interior.
Desafiar y afrontar lo que nos atemoriza o rechazamos es la solución.

“Ladran Sancho, señal que cabalgamos”.  Dijo El Quijote de la Mancha.
Estornudo, señal de que tengo varias preguntas que contestarme…




                                                                                         Lic. Ivana Rugini

viernes, 6 de octubre de 2017

Un perro en casa


Motivada por mi experiencia con Luna, y de allegados que recientemente pasaron por lo mismo, les cuento las “lecciones” que tomo a diario con mi mascota.
Al imaginar cómo podría cambiar la vida con un perro en casa, uno no llega a ver en todo su esplendor el amor, la madurez y la templanza que implica asumir el compromiso de incluir otra vida al hogar.
Amor: que no solo se refleja en mimos mutuos; también es amor dejarse transformar por esa criaturita que “nos llega”.
Madurez: porque se supone que una vez adentro de casa, ya no habrá reproches ni hacia uno mismo, ni a otros integrantes de la familia, ni al mismísimo animal. La madurez se pone en juego antes de hacerlo entrar, para no jugar con los sentimientos de nadie y una vez decidido, se asume la responsabilidad lo mejor que se puede.
Templanza: para dejar que la paciencia se instale en nosotros y no reaccionar  ante el primer olor feo, ladrido molesto, pisos sucios y cosas rotas.
Si bien gato y perro son los animales que se consideran mascotas porque son los que  han sido domesticados por el hombre, me abocaré en este escrito al perro porque Luna es una perra que rescatamos de un galpón.
Es de esperar que no haya consenso absoluto para que la familia se agrande y sea un adulto el que se sensibilice más con la idea, pero eso no quiere decir que quien impulsó la propuesta sea el total responsable del animal. Me llevó un tiempo considerable dejar de excusarme en que “accedí a regañadientes” para trasladar las responsabilidades y no hacer mi parte.
Tomé verdadera dimensión del lugar que quería ocupar junto a  Lunita cuando enfermó gravemente con una aparente pancreatitis y necesitó cuidados como de terapia intensiva en la propia casa. Y ahí estuve.  Nuestra conexión comenzó con su enfermedad y también empezó mi transformación.
A partir de allí otra es la historia, porque pude ponerle consciencia a un hecho que hasta ese momento, me apabullaba.
Comencé a vivenciar lo obvio, pero tuve que tener la intención de abrirme  para poder sentir la alegría, la ternura y la compañía que ofrece un perro.
Uno  de los muchos “beneficios” de adoptar un perro es que nos modifica internamente. Inmediatamente, con su llegada,  nos ayuda a reconocer si somos autoridad, si queremos serlo, si podemos serlo, si delegamos en otro esa posición o si aceptamos que el perro “decida” por nosotros, pasando a ser el propio animal, el alfa, el líder de la manada.
 Así que con los primeros movimientos del perro en casa ya se mide la autoridad de sus cuidadores, y  por ende, su autoestima.
¿Cuánto me respeto, qué lugar ocupo como persona y en la dinámica familiar, qué reglas necesito cumplir y hacer cumplir para que la casa continúe en pie?
Se precisa mucha reflexión  de estos temas  porque si no, viene la victimización que se manifiesta en frases como: “esto es mucho para mí “, “me tiene cansada/o”  y las dije…

Me tuve que replantear  cómo marcar  el límite, cuál es mi tendencia: ¿el grito, el golpe, la queja constante que no limita?

Con la crianza de Luna me di cuenta  del miedo que le tenía a mi propia autoridad. Consideraba que cada uno sabe y puede regularse solo y  yo no era quien para marcarle al otro lo que debía hacer. No había contemplado que se trataba de una criaturita a la que había que enseñarle, mostrarle lo que sí y lo que no, según mi criterio. Así que me encontré preguntándome qué me molestaba, qué necesitaba, quién ayudaba y qué me gustaba de la vida con la perra.
En esa reflexión me percaté del temor que me generaba cuando Luna gruñía  pero gracias a eso pude aprender a mostrar más los dientes yo, y así  ubicarla.
La veterinaria Claudia Cesare tuvo mucho que ver en mi evolución. Ella percibió que yo no disfrutaba de tener a Luna por todos los preconceptos que tenía y por estar sobrepasada por el trajín cotidiano.
El prejuicio que tenía con respecto al bozal,  pensándolo como una máscara que le coartaba la libertad. La veterinaria me explicó y pude estar permeable a su  mensaje. El bozal  es una herramienta para que el animal tenga mejor calidad de vida con más salidas cuidadas;  cuidando a la perra y cuidando a los demás.
Siguió diciendo que los perros vienen a transgredir las pautas  y que el trabajo nuestro es enmarcarlos continuamente.
Esa conversación con Claudia me despertó con respecto a  cómo estaba sufriendo por conectarme desde lo negativo como cuidadora-ama- madre de Luna, sin dedicarle tiempo a un paseo tranquilo con ella, a un mimo sin estar atenta a una mordida. En resumen, la perra me dominaba, percibía mi inseguridad y ella tomaba el mando.
Es un encuadre constante el que hay que hacer con la mascota, lo cual, desarrolla en nosotros la persistencia, perseverancia y PACIENCIA.
Luna hace tiempo que salió del cuadro grave. Agradezco y amo su presencia en casa.
Tengo mis días en los que me quejo, pero son más los momentos en los que me derrito de amor por ella agradeciéndole que me enseña que
 lo roto invita al desapego,
el ruido a la tolerancia
y su mirada tan tierna, a fundirme en un amor indescriptible.




                                                                                      Lic. Ivana Rugini

lunes, 4 de septiembre de 2017

Más ágatas.


 Las piedras más amarillentas o marrones, primero depuran para luego equilibrar el plexo solar.
Había tantas a mi alrededor que lo que primero me sorprendió fue la cantidad de ágatas a mi alcance. Con ese comentario interno, percibí que ya empezaban a trabajar en mí.

La boca del estómago, es el centro de la autoestima, del merecimiento, del poder personal. Un plexo solar funcionando equilibradamente se manifiesta en una persona con respeto hacia sí mismo y hacia los demás, sabiendo el lugar que ocupa, conociendo sus talentos y sus limitaciones pero potenciando a consciencia el “sí, puedo; sí, quiero; sí, tengo; sí, soy”; tomando lo que le corresponde, discerniendo lo que es bueno y lo que no y poniendo el límite sano a los diferentes consumos.
Pero para llegar al equilibrio, primero hay que barrer con lo que  está desajustado….
Había mucho por limpiar y las ágatas estaban en todo su esplendor.
Pasó claramente por mi mente lo que estaba encriptado en mi plexo: Sensaciones que se encarnaron y pensamientos que se hicieron creencias obstaculizadoras.
·        El  estar acostumbrada a que algo falte, pero a no pedir.
·        a conformarme con poco y con lo que me den
·        a no decir lo que me gustaba para no poner en el compromiso…

¡Claro! ¡Cómo no me voy a emocionar frente a tantas piedras!.
La abundancia de la naturaleza me  sorprendió hasta las lágrimas. No solo por su belleza, sino por lo que la abundancia significaba para mí.

Un dilema sanador se estaba gestando. ¿Cuántas piedras podría llevarme? Sin personas cerca que observen y controlen lo que hacía. Sin un cartel que indique la prohibición de llevármelas. Solo estaba mi consciencia.
Y nuevamente percibí a las amarillitas vibrar en mi plexo haciendo limpieza de la Compulsión, esas ganas de llevarte todo aunque no sepas para qué ni dónde vas a guardarlo.
Pude comprender como el consumo excesivo, el compulsivo, el tóxico puede deberse
- al miedo a no tener más adelante
- a arrastrar la sensación de no haber tenido
- o como castigo. “Quizás con un lastre, la vida se pueda sobrellevar mejor…”

Son todos ejemplos de no vivir en el hoy, el famoso aquí y ahora.
Así que fue todo un trabajo personal, medir el límite entre lo que puedo tomar, lo que merezco, cuidando al entorno y preservarlo para los demás.
Viviendo el presente, disfrutando  momento a momento, se desvanece la compulsión por comer, por comprar, por ganar y por gastar; porque el límite es el autocuidado.
 Las ágatas son estabilizadoras de energía y eso es  lo que se precisa para que no se detonen las compulsiones.
En mi experiencia, en Concordia, Entre Ríos,  disfrutar sin depredar fue la clave.


                                                                                     Lic. Ivana Rugini 



Ágatas.

Ágatas. Marrones, anaranjadas, grisáceas.
Así me recibía la Playa Las Perdices en Concordia, Entre Ríos.
Empecé a tomarlas una por una como si pudiera estudiarlas a todas aunque nunca me hubiera imaginado ver tantas al alcance de mi mano.
Me dejé guiar por lo que  transmitía el color. La conexión con el entorno, el disfrute del lugar y del momento en total plenitud son aspectos del chakra del bajo vientre que se activa, limpia y equilibra ante piedras de color naranja.
Sumado a esta tonalidad, muchas de las piedras que estaban en el lecho del río y en la costa, contaban como con “venas” en su interior, lo cual me remitió a pensar en un útero que emana fuerza y oportunidad. De ahí, que se considera que las ágatas trabajan la creatividad; porque el color anaranjado simboliza la fuerza del amanecer con las múltiples posibilidades de hacer lo de siempre, pero distinto, la oportunidad de brillar cada día en donde uno está  y por  las ganas de disfrutar mostrando aquel talento en lo que uno es único.
Las ágatas en general purifican; una de las maneras es observando cómo esas venitas llevan simbólicamente sangre, oxígeno y luz a zonas bloqueadas, cerradas y enfermas.
Estas piedras también se caracterizan por tener bandas de distintos colores y grosores que invitan a registrar las distintas capas  o etapas por las que uno tiene que atravesar en su camino al interior. Uno perdona por capas, aprende paulatinamente,  se despoja de traumas, prejuicios y  complejos también, de a poco.
Les sugiero  que hagan el ejercicio de tomar un ágata con bandas circulares y que chequeen  en qué etapa están en su evolución, en el camino al centro de su ser en donde todo está en calma porque no hay nada más que cambiar.
Las ágatas son piedras comunes en Argentina, de hecho he visto que se las utiliza como canto rodado. Sin dudas, es una suerte para quienes las pisan a diario, ya que el trabajo con su enseñanza no necesita preámbulos ni detenerse a meditar. Solo espero que no se ignore el tesoro mayor del cristal…
Opino que como argentinos debemos comenzar a trabajar con las piedras autóctonas de nuestra zona para luego extendernos a las de las demás provincias hasta abarcar las del país. No nos olvidemos que si nacemos bajo su influencia es que tiene “algo” para darnos, para mejorarnos, para que evolucionemos.
Analicemos qué piedra yace en nuestro suelo y preguntemos su virtud. Esta es otra manera de honrar nuestra tierra y de vivir conectados.



                                                                                  Lic. Ivana Rugini

viernes, 25 de agosto de 2017

Enseñanza del Carpincho



Volviendo de la playa  Las Perdices, en Concordia, unas figuras se asomaban  para cruzar el camino.
Ya había estado absorta por el paisaje del bellísimo Río Uruguay, su costa, sus piedras, el atardecer… Realmente no pensaba que algo más pudiera cautivarme esa tarde.
Ahí los vi. Dos carpinchos grandes, orondos y robustos encaraban a cruzar justo por delante del auto en el que viajábamos.
En un primer momento,  de la sorpresa no me venía el nombre a la cabeza (nutria, tapir, hasta que salió “carpincho”).
Cuando los seguí con la mirada, la naturaleza me despabilaba con algo más bello aún, me mostró con letra mayúscula la maestría de este animal: vivir en familia.
Carpinchos de todos los tamaños compartían tiempo y espacio.
Esa imagen me hizo pensar en cuántas familias se disgregan por competencias, intolerancia, celos o simplemente falta de amor.
Me dejé conmover por la ternura que fue como  una puntada en el corazón al ver cómo compartían  tiempo y espacio pacíficamente todos los miembros del clan,  con sus diferentes etapas de vida transcurridas.

A la familia te une la sangre, el apellido, el sentido de pertenencia. Uno sabe que tiene un origen, una raíz. Lo que uno tiene que aprender y nutrir es saber estar con otros. Dedicarle tiempo a la familia.
Evidentemente el carpincho hace reflexionar acerca de la familia amplia (padres, hermanos, primos, tíos abuelos; aquellos con los que uno no está todos los días) e invita a frecuentarlos para modelar nuestro ego y enriquecer el amor.

Aprender a estar en familia puede ser una bendición o un gran desafío. Cada uno lo toma como puede. El carpincho enseña majestuosamente a que puede haber paz en el estar con otros; quizás el secreto sea dejarse llevar por el instinto, correr las elucubraciones para que la familia con todos sus bemoles conviva.



                                                                                  Lic. Ivana  Rugini

viernes, 11 de agosto de 2017

Concordia, Entre Ríos.

Sentía que tenía que ir ahí….
Ya cuando estuve en el lugar, pude comprender lo que tenía que incorporar:
Donde hay verde, la naturaleza te invita a descubrir tu propia abundancia,
donde se te cruza un animal autóctono inesperadamente, se te está regalando una oportunidad única  -de hermanarte con el reino animal.
                              - de analizar cómo los lugareños están tratando a ese animal
                               -de  descubrir lo que ese animal te quiere enseñar y sincrónicamente se da ese encuentro. El animal emana sabiduría; que uno incorpore el conocimiento, es otra cosa.

Sucedió en  Termas del Ayuí , al caer el sol, me sobresalté al  ver un pavo real en la tranquera  trasera del complejo. Inmediatamente se posó otro y otros más.  Pasaron y no solo eso, sino que se empezaron a acercar a la gente, no con ánimo de interactuar, se ve que eso no les interesaba,  pero sí aceptaban la cercanía con varias personas,  esquivar canastas y reposeras. Pasaban como si estuvieran desfilando, como si quisieran hacerse ver…

Ya eso que estaba experimentando en vivo y en directo me tocó en lo más profundo porque sacudió mis creencias acerca del “perfil bajo” que supuestamente es bueno tener.
Estos pavos se imponían, con su sola presencia; sin ser violentos ni tener actitud amenazante, sin ser ruidosos y hasta sin ser tiernos. Simplemente  pasaban acercándose todo lo que sea necesario para continuar su camino hasta un techito y poder seguir siendo observados.
La sabiduría ancestral siempre lo supo pero espera que  cada quien la consulte a su tiempo, cuando le hace click y descubre que “algo” tiene para decirnos y modificarnos.
Dice: el pavo real enseña la confianza en uno mismo (por eso se dejaba mirar sin incomodarse, sin esconderse, sin falsa humildad) y otra enseñanza que transmite con tanta naturalidad es la BELLEZA, considerándola en todos sus aspectos.
Va más allá de valorar sus plumas y utilizarlas para los trajes del carnaval, porque las hembras no son ostentosas. La enseñanza es de que todos somos bellos pero depende de uno y nada más que de uno sentirse como tal.
La belleza va de la mano de la confianza, y esto conlleva a  poder y querer mostrarse valorando la propia presencia y existencia como un don que se comparte con los otros al dejarse observar sin temor.
En nuestra sociedad se habla mucho de la envidia y del miedo a provocarla en los demás. Esto trae aparejado mandatos del estilo “ sé uno más, no sobresalgas” , “no te vistas llamativamente, qué van a pensar…”
 Uno se va opacando, escondiendo, hasta que alguien te descubra…
Se alimenta así  la necesidad de reconocimiento externo que se gesta al no poder autorreconocerse bello.
El pavo real cumplió su misión. “Vi”  su mensaje. Ser bello, sentirse bello, compartir su hermosura con el resto sin dejarse avasallar…(me parece que es otra clave)
Las hembras mostraron que no necesariamente hay que ser colorinches, no solo se puede atraer la mirada con colores vistosos, también  la simpleza de sus colores grisáceos y amarronados invitaban a que descubras la sutileza que las hace bellas y únicas.
 Pensé en tantas y tantos jóvenes que no encuentran su brillo, no lo pueden ver y se comparan con otros, y se visten de tal manera y se quejan constantemente de lo que no son o no tienen.
La sabiduría de la tierra sugiere que cuando precisemos una característica, pasemos tiempo con el animal que la representa. Los invito a conocer al pavo real, quien transmite su enseñanza con simpleza y naturalidad. Confianza y belleza
                                                                                   Confianza y belleza
                                                                                   Confianza y belleza.


                                                                                                         Lic. Ivana Rugini

lunes, 12 de junio de 2017

Enseñanzas de las mascotas.



¿Qué despiertan en uno los animales…? ¡Qué importancia tiene que nos despierten algo!!!! Porque cuando no se nos mueve nada al estar frente a un animal, quiere decir que hay un corte profundo con el resto de los seres y ahí ya no hay diferencia si es con los animales o humanos.
La sabiduría ancestral enseña que los animales domésticos son los perros y los gatos. Por el contacto con el humano, han perdido gran parte de su instinto original y poco se asemejan a sus antepasados salvajes.
En esta interacción entre animales y humanos se da un pacto implícito, una ayuda mutua, un compromiso de ambas partes.
El humano le provee de protección y alimento y los animales…..mucho, pero mucho en serio.
Gatos y perros tienen una característica maravillosa, pueden fusionar sus campos de energía con  el de su amo, a tal punto y especialmente los perros,  de tomar características físicas de  la persona a quien responden.
Los perros “eligen” a su dueño ofreciéndole amor incondicional, lealtad, compañerismo, protección, tolerancia, devoción, territorialidad y servicio.
Tener un perro es vivir con un maestro de estas virtudes a desarrollar. Nos ayuda a preguntarnos cuánto acompañamos a quienes amamos, cuán leales somos a nuestra familia, cómo protegemos a nuestros cachorros, cuándo y cómo percibimos el peligro, etc.
El perro se convierte en protector, compañero y sanador. Por su presencia tan física, tan notoria, por hacerte sentir importante, imprescindible, único;  por demostrarte que te extrañó, por depender de mimos y cuidados… cura heridas emocionales.
Sintetizando, el perro se maneja más con la energía física, material y a través de ella, despierta en el humano la capacidad de expresar el amor (en lo concreto), porque es extrovertido.
El gato, por su parte, se maneja con otras leyes y su influencia se da más en el plano etérico del humano, ya que su enseñanza es la Independencia.
El gato no se deja manipular con sentimientos de culpa o del deber ser. Él es. Se deja tocar cuando quiere, se acerca cuando quiere y se aleja cuando ya no quiere más. ¡Cuánta enseñanza para el humano que se maneja por conveniencia…!
Haber elegido a un gato como mascota, implica que tenemos que aprender de su curiosidad, astucia, protección física y sobretodo, de eso no visible pero que se llega a  percibir.
Quien convive con este tipo de animal debe aprender a desplegar la propia capacidad de sanación por medio de la intuición. Mientras tanto, hasta que su amo tome consciencia de su poder de curación, el gato se acerca y se posa justo en la zona afectada, por si quedaban dudas.

Según el Feng shui, el movimiento de un animal “limpia” energéticamente porque con solo transitar por la casa remueve lo estancado.

Cada mascota es única y si bien tienen un deva colectivo, al conectar su campo energético con el humano elegido, hay individualidad.
Así que déjense elegir por una mascota y ábranse a una conexión inigualable, a una transformación, a mejorar como persona amando la vida cuidando y dejándose sanar.

Lic. Ivana Rugini

lunes, 15 de mayo de 2017

Lugares sagrados



Siempre me sentí atraída por conocer lugares y he pasado mucho tiempo recolectando información de varios sitios. Lo que busco no es lo meramente turístico, no lo que hay para conocer, sino aquel sitio, lugar o cosa que sea respetada por los ancestros de esa región ya sea montaña, cruce de ríos, gruta, cascada, escultura o animal autóctono.
Hasta que en Las Leñas, Mendoza, Argentina, camino a Valle Hermoso sin haber averiguado nada, quedé fundida en el tiempo sin tiempo ante una dolina, un círculo de agua que es más que un charco, en plena cordillera de suelo árido y clima seco en donde se dice que los sacerdotes iban a recibir la información que precisaban. Lugar de canalización y meditación.

Algo indescriptible a la vista hace que ese sea un lugar sagrado;  orquídeas andinas, que son muy escasas reafirman el rótulo. Por si fuera poco, llegamos a un sitio con pictogramas en donde la unión transgeneracional e intercultural se dio para mí, en mí. Cumplo con aquellos escribas dando a conocer la existencia  de esas piedras marcadas a la intemperie.
Algo se modificó en mi interior, no sé qué ni cuánto pero sentí  una sensibilidad especial por la tierra, no sé si con  el resto ocurrió lo mismo.
En algún momento creí que al pisar suelo sagrado “algo” pasaba en la persona y que la transmutación se daba per se.
Ahora entiendo que no es así. Que por más que uno viaje a los lugares más espirituales y se bañe en el mismísimo Ganges, la transformación interna no te toca como efecto de una magia de la tierra, sino que la energía de la tierra resuena con el movimiento interno para acelerar un proceso siempre y cuando ya haya comenzado la movilización.
Es más, comprendí que cuando esa movilización ya comenzó, el cuestionamiento personal ya se dio y las preguntas de todo tipo empiezan a  caer:¿ Para qué vivo?
¿Qué necesito aprender para realizar mi propósito en esta vida?
¿Cuál es mi servicio?
¿Cuáles son mis talentos?
¿Cómo soy?
¿Qué actitud me define?
¿Cómo encaro las obligaciones?
¿A quién amo? ¿Cómo lo manifiesto?
 ¿Con qué creencias educo a mis hijos? Etc.

La transmutación se despliega en cada uno sin necesidad de trasladarse físicamente. Con el cruzarse de vereda y ver desde enfrente es suficiente.
Cruzarse de vereda es correrse de la visión de que la vida es una  rueda en donde se repiten los sucesos, los sufrimientos, en donde los traumas, los complejos, las fobias, los resentimientos y la sensación de culpa atan, anclan y llevan a hacer y pensar lo mismo día a día.
Si uno llega a ver eso, entonces la vereda de enfrente se convierte en un lugar sagrado para nosotros  porque nos ayudó a  despertar, a quitarnos el velo, a abrirnos la concepción de la vida como un camino espiritual en donde cada peldaño implica superación del estado evolutivo anterior.
Los invito a cruzar de vereda, el charco o el océano. El punto está en lo permeables que estemos para que el cambio interno se de.


                                                                                                                  Ivana Rugini

Lo que el robo se llevó


Lo que el robo se llevó

Me robaron. A mano armada, estando yo en compañía de mi hija y una amiguita que es como una hija más. Se llevaron muchas cosas importantes; la tranquilidad, es la que más extraño.
Intento salir del drama y ver lo positivo, esforzándome bastante.
 Ese ladrón se llevó la sensación de que uno tiene tiempo de sobra, para amar, para estar, para trabajar y para disfrutar…
Se llevó la vaga idea de  autoimportancia, porque en esos momentos necesitás que te digan y te demuestren tus seres cercanos lo valiosa que es tu vida para el resto.
Se llevó el Documento Nacional de Identidad, para mostrarme que un número no me hace persona, lo importante es quién soy y qué hago con mi vida.
Se llevó los caprichos de dos nenas que se vieron forzadas a vivir el desapego de lo material y a valorar los vínculos, el amor que dan y que reciben, más que cualquier otra cosa…
Se llevó el auto y su comodidad para mostrarme que me valgo de dos piernas sanas para redoblar esfuerzos y así poder  llegar a donde quiero…
Se llevó el teléfono celular para desconectarme del afuera y estar sin distracciones para dedicarme a los “contactos” que están dentro de mi vida…
Se llevó la vida planificada para vivir con intensidad el momento…
Se llevó la idea de no contestar el teléfono porque nadie me necesita…
Se llevó el dinero que con mi trabajo gano, para que tome consciencia del privilegio  que tengo de trabajar de lo que elijo. Sin esfuerzo, sin desgaste; siendo y haciendo una misma cosa.
En definitiva, se llevó la persona que era pero me dejó las bases de la nueva, definitivamente mejor plantada.

La experiencia fue un horror, pero con el correr del tiempo, todo decanta y lo bueno emerge.

         

                                                                                                                    Ivana Rugini

lunes, 17 de abril de 2017

Mi talón de Aquiles

Cada uno tiene su “talón de Aquiles”. Si bien Aquiles fue un ser que para la mitología griega era considerado invencible,  tenía una debilidad que justamente era su talón y fue derribado por una flecha en ese punto.
Ser sensible a las cuestiones del mundo, a los vaivenes de la vida en donde  te encontrás con pobreza, abandono, inclemencias climáticas, guerras, entre otros tantos dolores, quiero creer que a todos nos toca, nos duele; pero  uno tiene que conocer qué le duele más para trabajar en consecuencia y dejar su huella en ese aspecto; porque incluso el dolor puede desglosarse, justamente, para poder hacer algo.
Ya hace tiempo largo que entendí que mi talón de Aquiles es la discapacidad mental. Eso me duele, me preocupa y ocupa. No por minimizar otros dolores, sino porque este, mire donde mire, está muy cerca mío. Espera algo de mí.
Observo lo que solemos englobar en “la locura”, en cómo se agrava el cuadro hasta tomar todas las áreas de una persona y a todos los integrantes de su familia. Nadie escapa a los coletazos de la enfermedad.
Otra vez me toca ir al Hospital  Borda, otra vez…
Ya había ido muchas veces pero se ve que la vida me quiso despertar a la realidad que no veía desde hacía 22 años. En el transcurso de ese tiempo fui varias veces, pero en automático, viendo pero sin mirar …
Otra vez me topé con hombres que antes eran caratulados de locos, violentos, agresivos, irresponsables, perezosos y manipuladores. Al verlos,  con fármacos encima, lo primero que se me vino fue la palabra zombi,  son vivos pero sin vida. No es crítica, no; es reflexión.
Haber visto  a madres grandes acarreando a sus hijos, también grandes, todos mirando hacia el piso como si no hubiera meta a donde llegar duele pero pude registrar cómo se contagia la desubicación, la desorientación; hasta el mejor plantado puede marearse y no saber qué hacer, ni cómo ni cuándo.
Repiquetean en mi mente las palabras que me enseñaron y  brego por aprender: el por qué victimiza, el para qué lleva a la comprensión de la situación.
¿Para qué estoy esta mañana de un martes 11 de abril  en el hall central de este Hospital siendo blanco de pedidos insistentes de coca, cigarrillos y plata para un café?¿ Qué tengo que ver y no llego a hacerlo?
El personal va llegando y se mezcla con los pacientes que pululan por el lugar. Hacen la vista gorda, como si no se sorprendieran de los gritos de uno, de los pantalones caídos de otro, de los tics, de la mirada vacía y de la manera de fumar…Yo sí me sorprendo, me había desacostumbrado.
A mis 18 años frecuenté mucho este Hospital,  era tan jovencita… Vuelvo ahora con casi 40 y me impacta verme grande entre grandes solo físicamente, cronológicamente.

Agradezco infinitamente  a la  gente que estudia y se prepara para trabajar con esta difícil problemática que representa la Sombra de todos los demás que nos movemos fuera de estos pabellones,  ignorándolos.
Agradezco profundamente que hayan estado allí para cobijar a mi hermano, a mi familia y a mí y rescato el recuerdo de una frase sabia que me dio nuevo horizonte cuando por acompañar a un familiar estaba dejando de hacer mi vida: El hermano mellizo de un interno me dijo “ Sos la hermana, tenés que vivir por vos y por lo que él no puede. No te quedes acá porque te volvés uno más”
Así que con doble responsabilidad vivo, valorando mi desarrollo personal, no para que quede en mí, sino para llevar la experiencia que construyo a los que no pueden, sea mi hermano o el que fuera. 

Ya comprendí para qué estoy aquí, para qué la vida me vuelve a traer al Hospital Borda. Gracias Fabi.

                                                                                                                                                                                          Ivana Rugini



jueves, 13 de abril de 2017

El árbol abuelo


Cuidar, valorar y amar a las plantas, sí. Admirar su belleza, también; pero lo que se despertó en mí  al estar frente al Algarrobo abuelo fue más profundo.
Añejo, curtido y gigante, como un pulpo que con sus tentáculos simboliza todo lo que puede crecer, hacer, a todo lo que puede acceder y acaparar.
La enseñanza ancestral comenta que el árbol más ancho del bosque es el ABUELO, el más sabio, el que orienta y guía…
Eso sentí al estar frente al Algarrobo abuelo, Merlo, San Luis (Argentina). Con más de 800 años, se lo venera, se lo admira y respeta y si te quedás sentado bajo su sombra fría y húmeda es como si te envolviera en su gran enseñanza de conectarte con la tierra, con tus antepasados y vibrar en UNIDAD. Así permanecí unos largos instantes hasta que otra reflexión  vino a mi encuentro: este gran árbol no resalta por su belleza, son sus tantísimos años los que se la dan. Esto mismo hace bellos a nuestros abuelos, no su apariencia, sino la hermosura subjetiva que vemos al estar delante de un anciano amado.
Es difícil amar a un viejo si solo se ve a un viejo. El amor brota sin esfuerzo cuando se valora quién es por lo que fue…

                                                                                                                  Ivana Rugini


LA BENDICIÓN DE UN ANCIANO

 

Bendito seas,

si comprendes que mis manos tiemblan

y que mis pies se han vuelto lentos.

Bendito seas,

si recuerdas que mis oídos

ya no oyen tan bien

y que ya no lo oigo todo.

Bendito seas,

si sabes que mis ojos ya no ven bien

Si no te enfadas

porque dejé caer la taza más bonita

o porque cuento lo mismo por enésima vez.

Bendito seas,

si me tratas con ternura,

si comprendes mis lágrimas silenciosas

y me haces sentir que soy amado.

Bendito seas,

si te quedas un rato más conmigo

cuando oscurece por todas partes

y si tomas si mano un momento

cuando deba entrar solo en la noche,

la noche de la muerte.

Bendito seas.

 Yo encenderé las estrellas

cuando esté en el cielo.

Autor: Desconocido