Reflexionando sobre
cuestiones varias, el poder del Altar se refrescó en mi mente, pero
particularmente, en mi pecho.
Recordé lo acostumbrada que
estaba en mi infancia de entrar a una casa
y encontrarme con un altar;
que no era otra cosa que una mesita en el living con las estampitas de los
santos preferidos, alguna vela y con suerte, flores.
En la última casa donde vivió
mi nonna, todo estaba pensado. Hasta el altar tenía su sitio; y eso que el espacio
no sobraba.
En el modular ubicado en el comedor, uno de los estantes con puertas era para eso.
Sobre un paño blanco inmaculado al que le había cosido puntillas como
terminación, apoyaba imágenes maravillosas de los “Santitos” a los que les
rezaba por cada uno de nosotros “y por el mundo entero”.
Cuando conocí la visión chamánica, la importancia del altar retornó a mi vida
pudiendo mezclar armoniosamente aquella tradición del altar con la imagen de la
mirada de un Cristo que derretía a cualquiera y los elementos de la Madre
Tierra.
Un altar es un foco de luz,
es darle un espacio del hogar a lo Divino. Es manifestar afuera la esencia de
luz que llevamos en nuestro corazón. Es exteriorizar la fe en lo superior.
Si estás transitando ESE
momento en donde sentís que en tu hogar debe haber un lugar designado a pedir y a agradecer, en donde puedas tener una charla sincera con vos mismo acerca
de tus creencias y en donde llegues a arrobarte en un rezo hasta las lágrimas;
te recomiendo que te dejes guiar para elegir el rinconcito en el cual lo mundano
sea sagrado y lo sagrado mundano. El objetivo de tener un altar en el hogar es
que lo Divino esté a mano y que nosotros estemos conectados sin preámbulos ni
intermediarios.
Para manifestar el equilibrio
que hay en tu interior (generarlo o activarlo) te sugiero que en tu altar estén
presentes los tres reinos: (mineral, vegetal y animal) y también, los cuatro
elementos: (agua, fuego, tierra-madera y aire).
Siguiendo esta premisa, puede
haber flores o una planta, un objeto que represente a algún animal (si ya
conocés cuál es tu animal de poder, podés agregar algo que lo represente) y un
cristal.
Solo falta que empieces a ponerle
tu toque, con portarretratos, con imágenes espirituales de tu credo sabiendo
que la energía superior es la misma que responde a varios nombres. Así que
estamos todos unidos.
Es tu lugar de paz, de
reconciliación, de perdón, de misericordia y de esperanza en donde se pide por
uno, y en una instancia más elevada, se pide “por el mundo entero”.
La invitación a compartir tu
casa con lo espiritual está hecha, ahora falta que le abras la puerta.
Lic. Ivana Rugini