Muchos pobladores viven de la
pesca y otros del turismo ofreciendo el traslado en “jangadas” (botes a vela) hasta las piscinas naturales que quedan al descubierto cuando la marea baja. La
oportunidad no la podíamos dejar pasar y eso hicimos.
La pileta habilitada para
turistas está circundada por una soga señalando dónde hay que pisar para no
maltratar a ese ser vivo tan sólido y frágil a la vez que es el coral.
Fascinante. Parece piedra, parece inanimado, parece una estructura.
Como todo en la vida, el coral tiene una misión, un para qué, una
función;
solo espera ser observado para
mostrar con más profundidad lo que viene a enseñar. Cuanto más lo registramos,
más nos transforma.
La Naturaleza es una fuerza que refleja en sus criaturas cada aspecto
del humano; por lo tanto, a los
arrecifes de coral aunque siempre estuvieron allí, los vemos cuando es momento de
captar su mensaje:
Trabajar en nuestra estabilidad, sostén, adherirnos a un suelo,
sentirnos parte de un lugar, apropiarnos de un sitio, de un rol, de una
profesión, de vínculos, y de dones para poder finalmente desplegarnos con
soltura y crecer.
Si cada uno de nosotros se desarrolla como el alma espera, permitimos
que otros encuentren su lugar en el mundo, cerca o lejos, pero con nuestro apoyo, tranquilidad, templanza,
equilibrio y la palabra justa para que la convivencia sea armoniosa.
A nivel individual, el mensaje del coral es que revisemos y apuntalemos lo que nos
estabiliza; desde nuestro sistema óseo hasta nuestros valores. Esto nos lleva a
analizar aquellas situaciones que nos han hecho trastabillar y así hemos
querido huir o hemos querido echar… El análisis es válido y la decisión
también. El coral no nos obliga a morir en el mismo lugar; nos invita a
nutrirnos de otros y a convidar lo que somos y tenemos.
Estar frente a un arrecife de coral es como si estuviéramos delante de
la película de nuestra vida mostrándonos claramente nuestro pasado como
individuo y humanidad. Nos lleva a observar y hacer el paralelismo sobre cuánto
estamos adheridos al suelo, permitiéndonos cinturear los vaivenes de la vida;
cuánto hemos crecido; para arriba o para los costados, a costa de qué o de
quién; a quién alojamos y a quién desterramos; nos topa con la realidad si en
nuestro despliegue llevamos belleza, armonía, diversidad, comunidad,
generosidad o nos vamos secando y quebrando haciendo que nadie se nos acerque…
Muy a nuestro pesar, la experiencia de hacer snorkel viendo de cerca la danza de los peces
multicolores dura poco; lo que el mar tarda en subir (unos 40 minutos aproximadamente).
Cuando la marea sube y comienza a tapar las piscinas, todos los jangaderos
invitan a los turistas a volver a la
costa y contratarlos para hacer el mismo recorrido pero de noche. Esa excursión
quedó pendiente así que el arrecife de coral y sus inquilinos ya nos volverán a
ver en otra oportunidad a la luz de la luna.
Lic. Ivana Rugini