Nos
avisaron que los pájaros son los dueños y protagonistas del lugar.
Nos
advirtieron que no nos asustemos si sentíamos ruido en la ventana desde
temprano, pero “ese” ruido sacude hasta con aviso previo.
Distintas
clases de pájaros carpintero: blanco,
común, real común, campestre y lomo blanco nos rodeaban. Por donde miremos,
estaban.
Por
supuesto que fuimos adrede a uno de
sus habitats naturales; en este caso,
Traslasierra, Córdoba
Más allá de
que sea difícil identificarlos visualmente, su trabajo se hace notar; así que
tuve que recurrir a la enseñanza de la naturaleza para conocer cuál era el
mensaje de esta clase de ave que tanto se empecinaba en sobresalir.
Como se
alimenta de larvas e insectos que habitan en el interior de los troncos, se ve obligado
a perforar con su pico. Lo primero que marca es que el sustento hay que
buscarlo y trabajar duro por él. No le es regalado ni es de fácil acceso.
Lo segundo
que enseña es que a pesar de poder trepar
hasta la altura deseada y contar con un pico que le permite golpear el
tronco hasta agujerearlo, en el ritmo de su hacer está la clave para el éxito.
De nada
sirven golpes aislados sin constancia.
Registrar
esto me llevó a pensar en tanta gente, sobretodo los jóvenes, con ganas de
encontrar un trabajo; quizás el primero; pero se concentra cada tanto en ello,
presenta algún curriculum esporádicamente o lo evita si hay que hacer fila. El
esfuerzo no es tenido en cuenta. La perseverancia tampoco.
Especialmente
para estos casos, el animal de poder es el pájaro carpintero, quien con su
presencia le muestra al mundo el poder que tiene el ritmo en realizar las
tareas. Su gran maestría es la perseverancia en lograr los objetivos.
Para
quienes la pereza es cotidiana, la confusión toma gran parte del día, y el tiempo
se diluye sin haber alcanzado nada, esta criaturita con su sola existencia guía
hacia la idea de que lo primero es el sustento; hacía allí hay que enfocar y
hacer los primeros movimientos.
Priorizar
el trabajo para alimento, abrigo, techo y salud; después para lo que el libre
albedrío indique.
Lic. Ivana Rugini