viernes, 31 de agosto de 2018

El primer perdón




Cuando sentimos que la salida es el perdón pero no nos sale; hay tanto detrás de eso “que hay que hacer”, que lleva un tiempo asimilarlo y manifestarlo.

Cuando sabemos que lo mejor es hacer borrón y cuenta nueva, pero el odio, y el resentimiento no sueltan  la situación o a la persona…
Cuando creemos que lo vivido lo hemos merecido, buscado y atraído…
Cuando no tenemos fuerzas para intentarlo nuevamente porque estamos resignados a que va a ser siempre así…
Cuando los hábitos nocivos nos carcomen y es imprescindible que empecemos a ponernos límites nosotros mismos…
Cuando tenemos el sí fácil y ya se abusan de lo que somos, damos y hacemos para los demás…
Cuando da bronca que el respeto haya que pedirlo…
Cuando notamos que nos domina el autoboicot en todo…
Cuando a pesar de ser libres, sentimos que estamos encerrados en estas cuatro paredes…
Cuando simplemente queremos paz interior y EXTERIOR…
Cuando no nos sentimos comprendidos, como si lo que decimos o hacemos trae malentendidos...
Cuando  la vida planeada y sobre rieles da un giro inesperado y duele…
Cuando las fuerzas no alcanzan para cumplir con  toda la responsabilidad que nos señala…

Hay una maravillosa manera de empezar a trabajar sobre uno mismo: Ho´ponopono.
Es una técnica hawaiana, que apunta a la reconciliación interna; ya que se cree que una desarmonía externa refleja un desorden interior.
Consiste en repetir un mantra de cuatro conceptos básicos, elementales y profundos.
·        LO SIENTO
·        PERDÓN
·        GRACIAS
·        TE AMO
¿A quién se lo estamos dedicando? A nosotros mismos.

Lo siento: porque si estamos transitando una situación de confusión o de dolor la hemos creado o atraído nosotros mismos; ya sea porque nos hemos detenido en lo negativo de la vida o no pudimos superar de mejor manera las vicisitudes naturales de la vida.

Perdón: es una invitación a que todo nuestro ser se limpie de traumas, de cargas, de relaciones y de hechos lastimosos que por algún motivo los tuvimos que transitar, pero no hace falta revivirlos a cada instante.
Perdonar es ordenar el pasado, ubicarlo y ubicarme en las oportunidades que tenemos en el presente.

Gracias: significa  que agradecemos el poder darnos cuenta, porque implica que si pudimos actuar en contra nuestro, podemos también hacer lo contrario; actuar a favor.

Te amo: a muchos nos enseñaron implícitamente que amarnos es ser egoístas y hoy somos la consecuencia de no priorizarnos. Esa misma es la clave: empezar por uno mismo.

Este mantra nos ayuda a soltar, que sería otra acepción de perdonar.
Soltar nuestras creencias
Soltar la sensación de condena con la que tomamos lo cotidiano
Soltar la rigidez con la que vemos a los demás, invitándolos a que formen parte de nuestro cambio y desarrollo, haciendo nuestro aporte a  un bienestar más general.

Se empieza por uno, con sus vivencias y bagaje, pero también se puede recurrir a este mantra pensando en  sanar/soltar con alguna persona en especial o circunstancia.

Ho´ponopono.
                                                                                 Lic. Ivana Rugini


lunes, 27 de agosto de 2018

Viento y sal








Desde el paradigma chamánico, la naturaleza está regida por cuatro elementos:

Aire

Tierra

Fuego

Agua.

Cada elemento representa un aspecto de la vida. Cada lugar que pisamos o admiramos activa lo que representa.

El aire agrupa a los pensamientos, las ideas, las creencias, los mandatos, las sugestiones, la idolatría, el fanatismo, la costumbre (y su rigidez). Toda la actividad mental estaría incluida en este elemento que mueve a la naturaleza en su totalidad y nosotros no quedamos afuera de ella.

Esa fue la energía que me recibió un verano en Los Molles, Mendoza (Argentina): el “aire” con más intensidad, el Viento me mostró que puede no respetar mis vacaciones ni mi descanso, porque puede tener el tupé de darme la bienvenida enseñándome que debo estar atenta en todo momento. Un elemento exacerbado no da segundas oportunidades y desde el primer momento allí, el viento me obligó a tomar la precaución de no soltar la puerta del auto al bajar.

A tal nivel el viento era el protagonista, que pedían disculpas por no limpiar los vidrios de la parte de afuera: “el viento no nos deja”…

¿Cuántas cosas no nos deja hacer el viento? El viento literal y el viento en nuestra mente que nos embarulla en un remolino de ideas, de posibilidades, de exigencias o de proyectos. Rumiamos continuamente algo sin llevarlo a cabo; porque el viento es mente y si queda arriba, poco llega a verse concretado.

Ese viento me mostró la actividad intensa que hay en la mente y que no es visible: Lucha, especulación, exigencia, etc.

¿A qué clase de pensamientos se le da lugar? ¿A cuántos pensamientos le damos cabida?

No todos generan problema, claro. Los armoniosos no se arremolinan en la cabeza.

El remolino lo provoca lo que está en pugna, el pasado que no se calma y vuelve recordando hechos lastimosos, la comparación que casualmente siempre nos hace sentir parias ante la vida…

¿Con qué ideas pisé el suelo de Los Molles y con cuáles me fui? Con muchos pero distintos, indudablemente.

Hay una frase coloquial que venía a mi mente: “me dio vuelta la cabeza”. No solo la belleza del lugar tuvo ese efecto. Cualquiera lo haría por las malas también. El viento tiene sus métodos para lograrlo.

No me dejó en su lugar ni una idea. Lo agradezco. Fue un torbellino necesario aunque no supiera que lo estaba precisando tanto.



Otra sorpresa estaba ahí para mí. En realidad, para todo aquel que se maraville con el cambio de suelo, que se tornó blanco como la nieve alrededor de los piletones de lo que alguna vez fue el hotel de agua termal.

¡¡¡Salinas!!!!

Un charco de sal en medio de la tierra.

¿Qué significa la sal?? Todos escuchamos alguna vez la frase “la sal de la vida” representando ese aprendizaje por el que hay que transitar, el karma, o ese gustito necesario para que la vida no sea sosa.

Le digan como le digan, me lancé como si fuera agua y recostada en la sal dejé que lo “pendiente, lo aprendido a medias y lo que arrastro de mis ancestros” me diera una tregua.

Aprender sí, morir en el intento, no.

Los invito a rever cuánto exceso de sal hay en nuestras vidas. Ya sea por nosotros mismos o por los otros. Puertas abiertas que duelen, asignaturas pendientes que pesan, enfermedades que no sanamos ni entendemos, conflictos familiares que no cesan, problemas económicos que no se superan.

Planteemos una tregua con el karma, amiguémonos con él para que venga de a poco y podamos poner paz en algunos casos, perdón en otras situaciones y ocuparnos de aquello a lo que hasta ahora le habíamos dado la espalda.

La sal es parte de la vida, pero en la dosis en que nuestra materia la tolere.



Lic. Ivana Rugini

lunes, 13 de agosto de 2018

La muerte de una mascota


La muerte de una mascota


¿Nos eligió o la elegimos?
Hay veces que son ellas, las mascotas, las que irrumpen en nuestra vida para acariciar nuestro corazón y poner a prueba nuestra dureza.
Esos casos, donde gatos o perros callejeros, en mal estado y hambrientos nos dirigen la mirada… a nosotros, no al de al lado; como si les importara más nuestra compañía que el trozo de comida que le tiramos para quedar bien con nuestra conciencia “de que  ayudamos”;  pero con la vergonzosa intención de que nos de tiempo par caminar más rápido  rogando que no nos siga…
Y nos sigue.
Primero dudamos y miramos para los costados para cerciorarnos de que no haya alguien más que se enternezca antes que nosotros y zafemos.
Pero cuando comprobamos que es a nosotros y solo a nosotros, por más de que hayamos querido evitar la interpelación; caímos. Caímos en su mirada, en su desprotección, en su desvalimiento. En realidad, nos dimos cuenta de su necesidad de nosotros; pero todavía no nos percatamos de nuestra necesidad de él o ella.
Lo grandioso de todo esto es que creemos que somos nosotros los que lo adoptamos a él, que somos nosotros los que vamos a darle un hogar al animal, cuando en realidad estamos aceptando un regalo, no sé  de quién (de la VIDA, del animal, o de nosotros mismos). Sin duda que es un regalo; porque el “hogar” se conformará o completará gracias a esa compañía.

Otras historias son las de los que decididos a tener un integrante más en la familia van a un criadero o veterinaria a elegir entre los que hay, cuál es el que  más les gusta. Como si fuera azar.
Como sea, el vínculo está armado. Hecho está.

Y unos dan cariño y del otro lado, también.
Unos alimentan y los otros, también.
De un lado cuidan y del otro, también.
Unos se preocupan y los otros, también.
Unos extrañan y los otros, pareciera que muchísimo más…

Se empieza siendo de dos bandos distintos hasta que más tarde o más temprano, la fusión se da.
Y ya no hay quejas por lo que rompió, ni por lo que ensució, ni por lo que se gastó.
Se amansa el animal y el amo. A tal punto de que cabe la pregunta: ¿Quién es el dueño de quién?.
La mascota lleva una chapita con los datos del dueño.
El dueño lleva los datos del animal tatuados a fuego en el corazón.

El amor creció tanto, que cuando su ciclo termina la pena y  el vacío calan tan hondo que la ausencia llena todos los espacios.
¿Cómo explicar en el trabajo que andamos sin fuerza ni concentración?.
 Solo  comprende el que entiende que no se fue algo; se fue alguien.

Cuando se van, su misión está cumplida:
“que el humano valore  y ame la vida de otro ser, sin considerarse superior”.
Nuestra soberbia fue destronada. Nos queda seguir mejorando.
Otra mascota vendrá, tiene que venir, tiene que encontrarnos…

Lic. Ivana Rugini.


ORACIÓN DE UNA MASCOTA POR SU AMO

Oh Señor de mi amo,
Haz que mi amo sea fiel a mis semejantes,
Como yo fui fiel a mi amo.
Concédele que sea bueno con sus amigos y con su familia,
Como yo lo fui con él.
Que sea sincero como yo, y no hipócrita,
Que pueda ser depositario de la confianza ajena,
Como yo fui depositario de su confianza.

Dale un rostro alegre,
Como el agitarse de mi cola,
Dale el espíritu de gratitud que tuvo mi lengua al lamerle.

Nútrelo de una paciencia igual a la mía,
Que durante horas esperé sin quejas sus pasos,
Dótalo del mismo cuidado, coraje y prontitud
Que me movió a defenderlo si algo le ocurría.

Consérvale el corazón siempre joven
Pleno de ese espíritu juguetón que yo poseí,
Que sea un buen hombre,
de la misma manera en que yo fui con él.
                                                    
                                                           AMÉN.
                                         Autor desconocido


                                                                                                      

viernes, 3 de agosto de 2018

El que trae sonrisas




En el cumpleaños número 42 de una muchacha cercana y querida, veo sobre la mesa un regalo que había recibido. Un álbum artesanal recopilando fotos de su vida, desde su nacimiento hasta la actualidad.
Página a página pasaban imágenes representando cada etapa transcurrida, los diferentes estilos de vestuario, variaban los peinados,  pasaban lugares y abrazos con familiares; pero las sonrisas no abundaban.
Hasta que el libro incluyó a alguien más…

Ni de beba pegada a sus padres,
ni de nena rodeada de juguetes,
ni de joven reunida con amigas,
ni de adulta con su vida encaminada; se la vio tan feliz como con su bebé en la panza, luego en brazos y ahora posando con él entre las flores.
Su hijo le hizo bien; muy bien.

Si bien compartí muchas etapas de la vida de esta mujer, fue al ver ese álbum con esas fotos excelentemente seleccionadas, que me percaté de que hay diferentes sonrisas, distinta intensidad de alegrías, y que la más plena y amplia se instaló con la llegada y crianza de su hijo.
Dicen que los hijos eligen a sus padres, dicen que esperan el momento justo para venir al mundo, dicen que ya no pensás más en vos, que tus problemas pasan a segundo plano, que ser mamá te cambia la vida.
Para bien.
Para esta muchacha – mujer, ser mamá fue la catapulta que esperó sin saberlo para desarrollarse,  para dejar de postergarse y  para valorar cada instante.

Fue varón, pero si hubiese sido nena,  le hubiera quedado pintado el nombre “Felicidad”
Nació en la ciudad, pero si hubiera visto la luz en una comunidad nativa, su nombre bien podría haber sido “El que trae sonrisas”.


                                                                                                    Lic. Ivana Rugini