Ágatas. Marrones,
anaranjadas, grisáceas.
Así me recibía la Playa Las
Perdices en Concordia, Entre Ríos.
Empecé a tomarlas una por una
como si pudiera estudiarlas a todas aunque nunca me hubiera imaginado ver
tantas al alcance de mi mano.
Me dejé guiar por lo que transmitía el color. La conexión con el
entorno, el disfrute del lugar y del momento en total plenitud son aspectos del
chakra del bajo vientre que se activa, limpia y equilibra ante piedras de color
naranja.
Sumado a esta tonalidad,
muchas de las piedras que estaban en el lecho del río y en la costa, contaban
como con “venas” en su interior, lo cual me remitió a pensar en un útero que
emana fuerza y oportunidad. De ahí, que se considera que las ágatas trabajan la
creatividad; porque el color anaranjado simboliza la fuerza del amanecer con
las múltiples posibilidades de hacer lo de siempre, pero distinto, la
oportunidad de brillar cada día en donde uno está y por las ganas de disfrutar mostrando aquel talento
en lo que uno es único.
Las ágatas en general
purifican; una de las maneras es observando cómo esas venitas llevan simbólicamente sangre, oxígeno y luz a zonas
bloqueadas, cerradas y enfermas.
Estas piedras también se
caracterizan por tener bandas de distintos colores y grosores que invitan a
registrar las distintas capas o etapas por las
que uno tiene que atravesar en su camino al interior. Uno perdona por capas,
aprende paulatinamente, se despoja de
traumas, prejuicios y complejos también,
de a poco.
Les sugiero que hagan el
ejercicio de tomar un ágata con bandas circulares y que chequeen en qué etapa están en su evolución, en el
camino al centro de su ser en donde todo está en calma porque no hay nada más
que cambiar.
Las ágatas son piedras comunes en Argentina, de hecho he visto que se
las utiliza como canto rodado. Sin dudas, es una suerte para quienes las pisan
a diario, ya que el trabajo con su enseñanza no necesita preámbulos ni
detenerse a meditar. Solo espero que no se ignore el tesoro mayor del cristal…
Opino que como argentinos debemos comenzar a trabajar con las piedras
autóctonas de nuestra zona para luego extendernos a las de las demás provincias
hasta abarcar las del país. No nos olvidemos que si nacemos bajo su influencia
es que tiene “algo” para darnos, para mejorarnos, para que evolucionemos.
Analicemos qué piedra yace en nuestro suelo y preguntemos su virtud.
Esta es otra manera de honrar nuestra tierra y de vivir conectados.
Lic. Ivana Rugini
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