lunes, 4 de septiembre de 2017

Ágatas.

Ágatas. Marrones, anaranjadas, grisáceas.
Así me recibía la Playa Las Perdices en Concordia, Entre Ríos.
Empecé a tomarlas una por una como si pudiera estudiarlas a todas aunque nunca me hubiera imaginado ver tantas al alcance de mi mano.
Me dejé guiar por lo que  transmitía el color. La conexión con el entorno, el disfrute del lugar y del momento en total plenitud son aspectos del chakra del bajo vientre que se activa, limpia y equilibra ante piedras de color naranja.
Sumado a esta tonalidad, muchas de las piedras que estaban en el lecho del río y en la costa, contaban como con “venas” en su interior, lo cual me remitió a pensar en un útero que emana fuerza y oportunidad. De ahí, que se considera que las ágatas trabajan la creatividad; porque el color anaranjado simboliza la fuerza del amanecer con las múltiples posibilidades de hacer lo de siempre, pero distinto, la oportunidad de brillar cada día en donde uno está  y por  las ganas de disfrutar mostrando aquel talento en lo que uno es único.
Las ágatas en general purifican; una de las maneras es observando cómo esas venitas llevan simbólicamente sangre, oxígeno y luz a zonas bloqueadas, cerradas y enfermas.
Estas piedras también se caracterizan por tener bandas de distintos colores y grosores que invitan a registrar las distintas capas  o etapas por las que uno tiene que atravesar en su camino al interior. Uno perdona por capas, aprende paulatinamente,  se despoja de traumas, prejuicios y  complejos también, de a poco.
Les sugiero  que hagan el ejercicio de tomar un ágata con bandas circulares y que chequeen  en qué etapa están en su evolución, en el camino al centro de su ser en donde todo está en calma porque no hay nada más que cambiar.
Las ágatas son piedras comunes en Argentina, de hecho he visto que se las utiliza como canto rodado. Sin dudas, es una suerte para quienes las pisan a diario, ya que el trabajo con su enseñanza no necesita preámbulos ni detenerse a meditar. Solo espero que no se ignore el tesoro mayor del cristal…
Opino que como argentinos debemos comenzar a trabajar con las piedras autóctonas de nuestra zona para luego extendernos a las de las demás provincias hasta abarcar las del país. No nos olvidemos que si nacemos bajo su influencia es que tiene “algo” para darnos, para mejorarnos, para que evolucionemos.
Analicemos qué piedra yace en nuestro suelo y preguntemos su virtud. Esta es otra manera de honrar nuestra tierra y de vivir conectados.



                                                                                  Lic. Ivana Rugini

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