viernes, 2 de marzo de 2018

Superar la adversidad


Discriminación
Humillaciones
Soledad
Cobardía
Inmadurez
Pereza
Rencor
Desilusión
Comparación
Competencia
Persecución
Muertes cercanas
Ser desplazado/a
Abandono
Pobreza
Maltrato
Exigencias
Desamor
Guerras
Enfermedades
Envidia
Injusticias
Accidentes
Catástrofes climáticas
Traiciones
Robos
Culpa (no la sensación, sino ser culpable)
Adicciones
Hábitos nocivos
Ambición extrema
Inseguridad
Desdichas
Secretos
Fracasos
Malas elecciones
Mentiras
Obsesiones
Locura
Terquedad
Incapacidad
Encarcelamiento
Desolación
Herencias que son cargas
Maldiciones
Fanatismo
Violencia
Añoranza, melancolía por lo que fue
Insatisfacción
Indiferencia
Estar a destiempo: no estar en el momento justo y lugar adecuado.
Dependencia emocional, y un largo etcétera…

A todos nos atraviesa alguna situación o más de una, a la vez.
Estas cuestiones nos unen, nos hermanan; porque todos tenemos alguna herida, un problema o un obstáculo a superar.
Identifiquemos qué tenemos que sanar, sabiendo que todos los demás están transitando  otro tipo de escollo, quizás muy diferente al nuestro, pero que nos lleva a cruzar la misma puerta si queremos salir: la del Perdón.
Todos tenemos que perdonar algo,  perdonarnos algo o pedir perdón por algo. En  el rompecabezas de la vida no hay piezas sueltas.
Siempre  hay un aspecto que modificar, una encrucijada de la cual salir, decisiones que tomar para poder transitar la vida desde otra perspectiva y avanzar.
Esa es la meta. Avanzar, no quedarse estancado en el mismo pensamiento, en el mismo dolor, en la misma posición que años atrás.
Con avanzar no me refiero a  ascender de nivel o de puesto de trabajo, me refiero  a ver que la vida cambia y tengo que acompañar esos cambios…

Avanzar implica soltar lo que te detiene.
Hay una frase que resume este proceso:
“Te perdono, me perdono, perdoname”.
Al repetir estas palabras varias veces estoy demostrando que no soy el que era, no pienso como antes, no hago lo mismo que hice, no castigo ni merezco castigo y estoy dispuesto a abrirme a la vida  nuevamente.
No es que justifico y me quedo cerca de lo que me lastimó. No!! LO SUELTO. Ya no ocupa lugar en mi vida. Ese espacio lo dejo para lo bueno que vendrá.
Si no dejo espacio, lo bueno no puede llegar.
 La gravedad de cada situación tiene distinta intensidad  y hasta eso es un término relativo.  El cómo se vive es lo que cuenta, no lo que sucedió.
Hay gente abusada con mayor resiliencia
Hay gente arrasada por incendios e inundaciones con mayor desapego
Hay gente que elige vivir en zonas con movimientos telúricos respetando a la tierra y sus leyes…

Ante la adversidad me enseñaron a decir: “Ni para mi ni para nadie”.  De esta manera no se  desea a otros el mal que uno atravesó, no se juzga, no se reprocha y sí se atrae la esperanza de un futuro nuevo y bueno.

A seguir avanzando, porque como dijo Richard Bach
“La  prueba para descubrir si tu misión en la tierra ha concluido es sencilla: si estás vivo, no ha terminado” 


                                                                                     Lic. Ivana Rugini


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