Llegaron las vacaciones y el mar se estaba imponiendo en casa.
Así que salimos a buscar las aguas cálidas de Pehuen Co, provincia de
Buenos Aires.
Lo gracioso de la cuestión es que en la oficina de turismo, colgado en
un rinconcito de la pared; un papel pequeño con un dibujo sin demasiados
detalles; debajo de una medusa dibujada
a mano como se pudo decía lo siguiente: “SI TE GUSTA EL VERANO, AGUANTATE LA
MEDUSA”.
Espantada, abrí más los ojos buscando la mirada del muchacho que nos atendía…
Si, si. Hay aguavivas.
El viento norte sopló durante varios días atrayendo el alimento de las
medusas (zooplancton) y nos fuimos enterando de que varias personas habían sido
“acariciadas” por los tentáculos dañinos.
Si bien nosotros no fuimos abrazados por el ardor de sus filamentos, sí
pudimos ver varias medusas o tapiocas guarecidas entre los huecos de las
inmensas rocas que liberaba la bajamar.
Al estar cerca de su belleza y fuera de riesgo alguno, pude preguntarme
cuál era la enseñanza que manifestaba este extraño animal marino.
Nos habla, sobretodo del aspecto emocional; de contar con la debida
sensibilidad para comprender las emociones que nos embargan.
También carga sobre sí misma la lección de que no siempre es nadando que
se avanza. En ocasiones de desborde hay
que saber y poder flotar, dejarse llevar sin la
reacción rápida atolondrada. No es el ataque, ni el apuro la única solución…
La medusa me estaba dando una cátedra con solo dejarme observarla.
Su aspecto gelatinoso depara otro
consejo. Aprender a que las cuestiones problemáticas no nos
detengan, sino que nos resbalen.
Por último, hay que mencionar que este bello ser, con su impactante
apariencia, invita a no perder el glamour en ningún momento. En lo personal,
tengo que decir, que me hizo reflexionar sobre el lugar que le doy a la
elegancia.
Repasando todo lo que lleva en su haber la medusa, mucho tengo por
repensar. Por el momento, voy flotando,
hasta que soplen otros vientos.
Lic. Ivana
Rugini
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