Desde hace algún tiempo ando entrenando en el ejercicio de replegarme.
Es una tarea ardua que implica esfuerzo, análisis y control de las
emociones.
Los primeros años consistieron en
dar, estar y hacer; pero no fui consciente de cómo di, estuve e hice. Estaba
en el baile y había que bailar…
Tus necesidades eran muchas y mi presencia era imprescindible. Me
acostumbré a eso; me acomodé a eso. Me
dejé envolver por vos, por tus chiches,
tus actividades, tus tiempos y rutinas. No decía ni a; porque todo me encantaba
y me sigue resultando hermoso. Fue trabajoso, pero placentero; hasta parece
como si todo eso hiciera que el amor se agigante más.
Los años transcurrieron y ahora nos encontramos ante otra etapa en la
que como siempre, todo depende de vos, y de que el entorno se pueda amoldar a
no tratarte ni como beba ni como adulta. Es difícil, lo admito.
Cada vez que me ponés un freno a lo que hasta hace poco hacías conmigo,
es un cimbronazo que acepto y agradezco, pero cimbronazo al fin.
Fueron varios ya no, en
los que me sentí descolocada:
Cuando ya no me necesitaste para bañarte, ni para que te lea antes de
dormir, ni para peinarte, ni para que te eligiera la ropa, ni para que te
sirviera la comida, ni para que te prepare la mochila y tantos etcéteras que
prefiero pasar por arriba.
Cada día, vamos juntas descubriendo un nuevo “ya no”.
Es maravilloso el aire que da, no te voy a mentir; pero el vacío de eso que ya no está hace
que mire con nostalgia viejos tiempos en
donde todo mi día, mi preocupación y mi corazón estaban ocupados en vos.
Como hay que poder sentirse necesitada; también hay que poder captar y
procesar cuando ya no. No por rechazo, no por falta de amor, si no por la
bendita Autonomía tan saludable para todos.
Ya no busco peloteros para tus cumpleaños, ni preparo bolsitas con
golosinas como souvenirs, ya no abro regalos con vos (para que no se pierda la
bolsa correspondiente por si hay que cambiarlo). Ya no hay juguetes tirados, ni
guardados. Te diste cuenta de que ocupaban espacio en tu habitación y donaste
todo lo que era de una etapa anterior. Con total naturalidad te dijiste
a vos misma Ya No.
Son muchos los cambios para vos y para mí; pero te agradezco infinitamente
haber vivido lo que ahora voy soltando como
puedo, con errores, con berrinches, con apegos; pero también, con amor y ganas
de que tengas una vida sana, plena de
alegría y felicidad.
Teneme paciencia, ya sé que me vas soltando la mano; pero vení un ratito
acá, cerquita mío, dejame emponcharte solo un poquito más…
Lic.
Ivana Rugini
No hay comentarios:
Publicar un comentario