A simple vista, nuestro mundo se
rige por el principio de dualidad:
Lindo-feo
Joven-viejo
Bueno-malo
éxito-fracaso
y un largo etcétera.
Creemos que uno tiene la razón y
el otro es el que está equivocado.
Que si alguien no está de mi
lado, es el enemigo.
Que si no tiene mi ideología, no
sabe nada.
Si no trabaja de lo que yo creo
que es trabajo, es un vago.
¿Cuántas personas hay así, tajantes,
blanco o negro y rígidas?
Muchas, hasta que la vida, corroe
la carcasa para que uno aprenda a vivir
en su vaivén.
Esa danza de la vida está
claramente simbolizada en el yin y el yang.
“El yin yang es un principio de
la filosofía china, en donde el yin y yang son dos energías
opuestas que se necesitan y se complementan, la existencia de uno depende de la
existencia del otro. El yin y yang es un símbolo de armonía
debido al equilibrio que produce la interacción de las dos energías”
El ejemplo clásico de esta
armonía de opuestos es el día y la noche. Danzan cíclicamente y así se deja
de pensar en complementariamente opuestos, para disfrutar de cada uno en su
esplendor hasta que venga el otro.
Me detengo hoy en lo que para mi
fue y es tan complicado de comprender,
valorar y agradecer… Ese puntito blanco que
está dentro del espacio negro y ese puntito negro que está ligado y ya
forma parte del espacio blanco.
La frase conocida que representa
lo que este símbolo quiere explicar es:
“En todo lo malo hay algo bueno y en todo lo
bueno hay algo malo”.
Hace
un tiempo que dejé de quejarme internamente por lo que considero triste,
difícil o cuestionable; dejando lugar a
que lo bueno de la situación se me presente (porque aunque no lo vea a simple
vista, por equilibrio, debe estar).
También
dejé de desear vivir en la perspectiva extremadamente positiva, puramente
optimista; porque ya resulta hasta fantasiosa.
Entendí que a
la tristeza hay que atravesarla tanto como a la alegría.
De
quien nos desafía, hay que tomar el mensaje, como también hay que aceptar los
halagos, el apoyo y el estímulo de quien los provea.
El
esfuerzo hay que hacerlo para sentirnos dignos del descanso.
Las
críticas hay que escucharlas porque nos ayudan a crecer.
Hay
que vivir la enfermedad para valorar todo lo que nos permite hacer la salud.
Las
carencias hay que transitarlas porque nos marcan nuestras aspiraciones.
El movimiento de la luz y la
oscuridad, de la inhalación y la exhalación conforman el equilibrio y la
armonía de la vida. Se necesita de los dos polos para estar sanos, completos y
plenos.
Es cierto que aprendemos a través
del contraste, hasta que salimos de él. No porque ya no haya “situaciones
desfavorables” sino porque se sale de rótulo bueno o malo cuando se vive todo tal cual es con sus
ventajas y dificultades.
Recuerdo la mirada de un señor
que ante el nacimiento de un nieto, después de tomarlo en sus brazos y besarlo
suspiró “estoy viejo”.
Agregó un rótulo a una situación
y le plasmó toda la carga de vibrar en vida o muerte, en crecimiento o
decrepitud, salud o enfermedad.
La nueva vida le confirmó el paso
de sus años… Lo que no había en su mirada es la alegría indescriptible de tomar
a un nieto en sus brazos gracias a haber vivido hasta ese momento para poder
experimentarlo. Yin y yang
La dualidad está para
trascenderla.
¿Cómo?
Por el “sendero del medio” (Buda).
Lic. Ivana Rugini
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