Tuve el placer de encontrarme con una vieja amiga que ama ser docente,
que eligió la carrera de grande, que se dedica de lleno y a consciencia a dar Lengua y Literatura en el Nivel Medio.
Charlando acerca de su día, su trabajo, de las herramientas que tiene
que desarrollar para tener llegada a los jóvenes; me recordó un concepto
maravilloso. Aquí va, para quienes necesitamos que nos traigan a la memoria
algunos preceptos implícitos que todos necesitamos poner en práctica (seamos
docentes o no):
“Se felicita en público y se corrige
en privado”.
Aplausos para ella y para todo aquel que no expone el error del otro
avergonzándolo, menospreciándolo y abusando del poder o de la autoridad.
Esto aplica para todos, porque en la práctica de ser padres a veces
perdemos la cordura y gritamos en público, dejando al descubierto la mala
conducta del niño y, peor aún, el desequilibrio del adulto.
¡¿Cómo cuesta poner un límite, educar y corregir!?
Para aquellas personas que se sienten tocadas por la duda de cómo
hacerlo, o se ven inundadas de miedo por si el otro cree que no lo quieren más;
hay una frase que me viene del arcón de los recuerdos pero que no tiene fecha
de vencimiento:
“A todo individuo se lo respeta; es la conducta la que se marca para ser
corregida” y al ser encauzado, el niño se siente mirado, se siente cuidado y se
siente guiado.
A seguir felicitando, esa es la clave.
A seguir corrigiendo en casa, es otra clave.
Lic. Ivana Rugini
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