viernes, 9 de agosto de 2019

Recorrido



Indudablemente la mediana edad tiene adosado el cuestionamiento: ¿qué hice hasta hoy, a qué le dediqué mi tiempo y hacia donde voy?
Para los beneficiados de haber podido estudiar e instalarse en una carrera profesional, la incógnita parece llegar igual.
Para quienes siempre estuvieron perdidos y se dejaron llevar por las aparentes oportunidades sin detenerse a pensar si era eso lo que los hacía felices, el mismo planteo se debe que afrontar.
La profesión y la vocación son zapateadas por una fuerza interior que no se contenta con lo alcanzado, sea mucho o poco. Algo nos obliga a preguntarnos en qué necesitamos invertir nuestro tiempo porque ya es hora de dejar huella en el mundo, de dedicarnos a lo que nos apasiona, de descubrir aquello a lo que no nos habíamos atrevido.
Invito a que cada uno analice su recorrido para aprovechar con celeridad todo lo que queda por vivir.
A modo de ejemplo, planteo el mío. Agradezco cada curso, cada diploma (lo haya colgado o no) porque todo corresponde a la valiosa formación; pero mucho conocimiento no estuvo contenido en ningún curso y no hay diploma alguno que lo valide. Eso también hay que tenerlo en cuenta.
La Licenciatura en Ciencias de la Educación me fascinó desde el principio y me formó para observar, analizar, poder y saber ayudar en las situaciones que considere pertinentes, académicas o no. No se cincunscribe a la escuela, no se agota en la educación. La especialización en Psicopedagogía me abrió la puerta a la Salud Mental.
Una pasantía en C.R.E.D.A. (Centro de Estimulación de APUBA) logró que afiance mi vocación hacia las patologías del neurodesarrollo y las cuestiones psiquiátricas.
La llamada para entrar a trabajar allí confirmó que el camino era el correcto.
Asistir a congresos, presentar trabajos, escuchar historias y estar con gente que sabe del tema y que tiene la generosidad de compartir su saber es parte del área laboral.

Seguir en vigencia  también es una decisión que hay que alimentar…
Tirar la toalla y empezar de cero es otra opción.
Darle una vuelta de tuerca a lo que uno hace pero quizás necesita un nuevo estilo
Tomarse un año sabático para reencontrarse (a veces la maternidad sirve para hacer un corte en lo laboral y replantearse la vuelta: Qué, cómo y dónde)

En mi caso, las terapias complementarias tuvieron su lugar inmediatamente después de recibida. En ese campo encontré la paz absoluta, el poder sentirme como pez en el agua.
Cada quien debe encontrar su mar. Como aquí lo expongo, tuve que recorrer varios océanos para sentirme en casa.
Los certificados y diplomas no dicen lo qué somos, ni cuánto sabemos ni  qué calidad humana hay en nuestro interior.
Los diplomas son una forma de demostrarnos que seguimos andando, con la humildad de continuar formándonos sin quedar atrapados en el arquetipo del eterno estudiante que siente que  aún no está preparado para afrontar el siguiente paso.
Aquí está parte de mi recorrido, pequeñas metas alcanzadas que, por supuesto, continuará…




  
                                  

                               





                   







                                                                                          Lic. Ivana Rugini



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