lunes, 24 de septiembre de 2018

El mar




Buscando paz nos hicimos una escapadita  para que el mar nos calme, alivie y de paso; si no es mucho pedir; nos limpie de dolencias físicas y emocionales.
Pero el viajecito corto y efectivo no salió como había sido soñado…

El viento ahuyenta a las visitas cuando quiere la playa solo para él. Y al que se atreve a acercarse lo castiga con su artillería pesada de miles y millones de granos de arena a gran velocidad acertando en todo el cuerpo.

Los médanos altos  hacen que sea un esfuerzo llegar al remanso del agua, recordándonos que no tenemos acceso fácil a todo.

El mar, que por momentos se torna bravo, demuestra que puede  ser agresivo hasta en las pequeñas olas que rompen  cerca de la orilla.

La arena de la playa con caracolas partidas pinchando  las plantas de los pies hace del paseo una experiencia dolorosa. Lo que lleva a pensar que idealizamos mucho…hasta que vivenciamos la realidad.

La lluvia no se apiada  de todo lo que uno organiza para poder viajar hasta allá; no le interesa el cansancio con el que se llega (por el viaje, por la previa y por la rutina que avasalla); ni le importa lo que implica ese  esperado recreo, tanto para los chicos como para los grandes.

La cuestión es que tuve que darle varias vueltas a la situación para dejar de lamentarme haber ido…

No traje descanso, ni  bronceado, ni relajación por caminar cerca del mar. Traje aprendizaje; porque nuevamente me marcan que no controlamos el clima. En realidad, no controlamos nada.

No todos los viajes son maravillosos. Son lo que deben ser.


                                                                Lic. Ivana Rugini


miércoles, 19 de septiembre de 2018

Camino Sagrado


Malargüe, Mendoza (Argentina).
 Manqui Malal se hizo lugar en nuestra agenda para ser visitado, observado y honrado. Zona de paredones altos (bardas) de origen marino que fueron elevados por los movimientos telúricos y hoy dejan  a la vista restos fósiles, ammonites y bivalvos.
Mi atención fue directamente a los ammonites; criaturas parecidas al pulpo o calamar actual pero con un característico caparazón espiralado.



La  forma helicoidal es muy bella y significativa.
 Representa la vida en ascensión, como el camino sagrado que cada ser comienza al nacer, cuando encarna, para transitar una vida de disfrute pero de muchos aprendizajes.
Por eso, al proceso de la vida misma se lo asocia con una escalera caracol; ya que, damos pequeños  pasitos, peldaño a peldaño, con cada decisión que tomamos, con cada puerta que abrimos o que cerramos.
Escalón por escalón.
La clave está en lo helicoidal.
Tanto el ammonite antiguo como el actual caracol con su espiral, es como si quisieran mostrarnos cuál es la manera  en que debemos vivir:
 No solo paso a paso, sino, registrando los logros; porque desde un peldaño superior se puede observar el proceso; todo lo que llevó y demoró llegar hasta donde estamos hoy. Todo lo que dejamos, superamos y sanamos.
También lo helicoidal nos impulsa  a no estancarnos en lo conseguido; sino a desafiarnos más en todo lo que implica el desarrollo personal. Con solo mirar para arriba uno se da cuenta de todo lo que le falta conquistar interior y exteriormente.
¿Y cómo abordar esa conquista?
Tomando consciencia de las repeticiones…
¿Qué situaciones parece que las estamos reviviendo pero en otro lugar, con otra edad y otros personajes?

Revisemos:
¿Por qué  todos los hombres son iguales?
¿Por qué todas te usan?
¿Por qué  en los trabajos no te pagan como merecés?
¿Por qué sentís que te toman el pelo; el vecino, un amigo y hasta un familiar?
¿Por qué otra vez te dan un billete falso?
¿Por qué nunca los médicos dan en la tecla con lo que te pasa?
¿Por qué otra vez caíste en lo mismo?
¿Por qué nuevamente te accidentaste?
¿Por qué siempre te quedás callado en vez de poner al otro en su lugar?
¿Por qué abrís la billetera, como siempre, con tal de que te dejen tranquilo?
¿Por qué otra vez permitiste que tu hijo te grite y hasta  que te levante la mano?
¿Por qué otra vez preferís aguantarte esas puntadas en la cabeza, en vez de consultarlo con un médico?
¿Por qué otra vez abandonás los tratamientos,  el estudio y lo que te hace bien?
¿Por qué, como siempre, te dejás tentar por tu tendencia a irte de  tu  casa con cualquier excusa, cuando sabés que tenés que pasar más tiempo con tus hijos?
¿Por qué cada vez estás más dolorido y limitado?
¿Por qué reprimís tu verdadera vocación y continuás en el mismo empleo que no te nutre?
¿Por qué otra vez justificás  tus acciones echándole  la culpa a otro?
¿Por qué otra vez estás envuelto en una situación tomando la responsabilidad que le corresponde a otro?

Una respuesta rápida a todas esas preguntas es: “porque seguís siendo el mismo”. No hubo crecimiento.
La situación original no modificó la estructura y, por lo tanto, no se avanzó un escalón en el tablero del juego de la vida. 
La cuestión es que aceptamos jugar  sin ver la letra chica del reglamento en donde dice: “Se transitarán las mismas circunstancias (obviamente, aumentando la intensidad) hasta que se transforme la emoción nociva que las provoca”…

Nos vamos a dar cuenta de que avanzamos un escalón cuando ya no atraigamos esas mismas situaciones.
Si bien, cada uno juega a su manera y lo hace a su ritmo, las áreas  en las que todos debemos movernos,  crecer y desplegarnos son nueve:
·        Salud
·        Familia amplia
·        Trabajo
·        Conocimiento
·        Riqueza
·        Reconocimiento
·        Vínculos
·        Pareja
·        Hijos-proyectos
Por lo tanto, la escalera caracol de nuestra propia vida va a tener peldaños para cada aspecto de nuestra existencia. Siempre hay algo que aprender, superar, soltar o modificar.
El trabajo es amplio y arduo, pero no estamos solos.
La naturaleza nos acompaña  y protege; porque formamos parte de ella. Depende de nuestro despertar y evolución.  Espera con paciencia que lo logremos, pero no deja de mandar a sus “representantes” para mostrarnos el camino hacia nuestro interior, cuando nos ve perdidos. Para ello, se vale de criaturas, a veces, en apariencia insignificantes.
 Así se nos presenta el caracol.
Una plaga para algunos, un asco para otros, pero en realidad estamos ante un Gran Maestro.

En primer lugar nos enseña: - La importancia de mantenerse en movimiento.  Metafórica y literalmente cierto. (La escalera está concebida para subirla).
Con esta premisa ya cerraría su explicación pero hay más…
-Comprender el valor de dejar un rastro. Me emociona, como un ser tan pequeñito nos recuerda cuánto importancia tiene lo que hacemos, cómo invertimos el tiempo y cómo tratamos a los demás y al medio ambiente. Hacer lo mejor por nosotros y por los que vendrán.
Hay una tercera lección: -Posibilidad de usar el movimiento lento para obtener ventaja. La perseverancia, el no sucumbir en la comparación ni en la frustración; simplemente andando, sin que la ansiedad nos domine.
La sabiduría de este ser es muy generosa porque  hay una cuarta enseñanza:         -Defensa a través de la retirada, mostrándonos que no siempre conviene enfrentar, imponerse o hacerse notar.

Los dejo con estos consejos, con la esperanza de que la esencia del caracol haga su trabajo en ustedes. En mí, lo comenzó el ammonite.

Lic. Ivana Rugini



viernes, 31 de agosto de 2018

El primer perdón




Cuando sentimos que la salida es el perdón pero no nos sale; hay tanto detrás de eso “que hay que hacer”, que lleva un tiempo asimilarlo y manifestarlo.

Cuando sabemos que lo mejor es hacer borrón y cuenta nueva, pero el odio, y el resentimiento no sueltan  la situación o a la persona…
Cuando creemos que lo vivido lo hemos merecido, buscado y atraído…
Cuando no tenemos fuerzas para intentarlo nuevamente porque estamos resignados a que va a ser siempre así…
Cuando los hábitos nocivos nos carcomen y es imprescindible que empecemos a ponernos límites nosotros mismos…
Cuando tenemos el sí fácil y ya se abusan de lo que somos, damos y hacemos para los demás…
Cuando da bronca que el respeto haya que pedirlo…
Cuando notamos que nos domina el autoboicot en todo…
Cuando a pesar de ser libres, sentimos que estamos encerrados en estas cuatro paredes…
Cuando simplemente queremos paz interior y EXTERIOR…
Cuando no nos sentimos comprendidos, como si lo que decimos o hacemos trae malentendidos...
Cuando  la vida planeada y sobre rieles da un giro inesperado y duele…
Cuando las fuerzas no alcanzan para cumplir con  toda la responsabilidad que nos señala…

Hay una maravillosa manera de empezar a trabajar sobre uno mismo: Ho´ponopono.
Es una técnica hawaiana, que apunta a la reconciliación interna; ya que se cree que una desarmonía externa refleja un desorden interior.
Consiste en repetir un mantra de cuatro conceptos básicos, elementales y profundos.
·        LO SIENTO
·        PERDÓN
·        GRACIAS
·        TE AMO
¿A quién se lo estamos dedicando? A nosotros mismos.

Lo siento: porque si estamos transitando una situación de confusión o de dolor la hemos creado o atraído nosotros mismos; ya sea porque nos hemos detenido en lo negativo de la vida o no pudimos superar de mejor manera las vicisitudes naturales de la vida.

Perdón: es una invitación a que todo nuestro ser se limpie de traumas, de cargas, de relaciones y de hechos lastimosos que por algún motivo los tuvimos que transitar, pero no hace falta revivirlos a cada instante.
Perdonar es ordenar el pasado, ubicarlo y ubicarme en las oportunidades que tenemos en el presente.

Gracias: significa  que agradecemos el poder darnos cuenta, porque implica que si pudimos actuar en contra nuestro, podemos también hacer lo contrario; actuar a favor.

Te amo: a muchos nos enseñaron implícitamente que amarnos es ser egoístas y hoy somos la consecuencia de no priorizarnos. Esa misma es la clave: empezar por uno mismo.

Este mantra nos ayuda a soltar, que sería otra acepción de perdonar.
Soltar nuestras creencias
Soltar la sensación de condena con la que tomamos lo cotidiano
Soltar la rigidez con la que vemos a los demás, invitándolos a que formen parte de nuestro cambio y desarrollo, haciendo nuestro aporte a  un bienestar más general.

Se empieza por uno, con sus vivencias y bagaje, pero también se puede recurrir a este mantra pensando en  sanar/soltar con alguna persona en especial o circunstancia.

Ho´ponopono.
                                                                                 Lic. Ivana Rugini


lunes, 27 de agosto de 2018

Viento y sal








Desde el paradigma chamánico, la naturaleza está regida por cuatro elementos:

Aire

Tierra

Fuego

Agua.

Cada elemento representa un aspecto de la vida. Cada lugar que pisamos o admiramos activa lo que representa.

El aire agrupa a los pensamientos, las ideas, las creencias, los mandatos, las sugestiones, la idolatría, el fanatismo, la costumbre (y su rigidez). Toda la actividad mental estaría incluida en este elemento que mueve a la naturaleza en su totalidad y nosotros no quedamos afuera de ella.

Esa fue la energía que me recibió un verano en Los Molles, Mendoza (Argentina): el “aire” con más intensidad, el Viento me mostró que puede no respetar mis vacaciones ni mi descanso, porque puede tener el tupé de darme la bienvenida enseñándome que debo estar atenta en todo momento. Un elemento exacerbado no da segundas oportunidades y desde el primer momento allí, el viento me obligó a tomar la precaución de no soltar la puerta del auto al bajar.

A tal nivel el viento era el protagonista, que pedían disculpas por no limpiar los vidrios de la parte de afuera: “el viento no nos deja”…

¿Cuántas cosas no nos deja hacer el viento? El viento literal y el viento en nuestra mente que nos embarulla en un remolino de ideas, de posibilidades, de exigencias o de proyectos. Rumiamos continuamente algo sin llevarlo a cabo; porque el viento es mente y si queda arriba, poco llega a verse concretado.

Ese viento me mostró la actividad intensa que hay en la mente y que no es visible: Lucha, especulación, exigencia, etc.

¿A qué clase de pensamientos se le da lugar? ¿A cuántos pensamientos le damos cabida?

No todos generan problema, claro. Los armoniosos no se arremolinan en la cabeza.

El remolino lo provoca lo que está en pugna, el pasado que no se calma y vuelve recordando hechos lastimosos, la comparación que casualmente siempre nos hace sentir parias ante la vida…

¿Con qué ideas pisé el suelo de Los Molles y con cuáles me fui? Con muchos pero distintos, indudablemente.

Hay una frase coloquial que venía a mi mente: “me dio vuelta la cabeza”. No solo la belleza del lugar tuvo ese efecto. Cualquiera lo haría por las malas también. El viento tiene sus métodos para lograrlo.

No me dejó en su lugar ni una idea. Lo agradezco. Fue un torbellino necesario aunque no supiera que lo estaba precisando tanto.



Otra sorpresa estaba ahí para mí. En realidad, para todo aquel que se maraville con el cambio de suelo, que se tornó blanco como la nieve alrededor de los piletones de lo que alguna vez fue el hotel de agua termal.

¡¡¡Salinas!!!!

Un charco de sal en medio de la tierra.

¿Qué significa la sal?? Todos escuchamos alguna vez la frase “la sal de la vida” representando ese aprendizaje por el que hay que transitar, el karma, o ese gustito necesario para que la vida no sea sosa.

Le digan como le digan, me lancé como si fuera agua y recostada en la sal dejé que lo “pendiente, lo aprendido a medias y lo que arrastro de mis ancestros” me diera una tregua.

Aprender sí, morir en el intento, no.

Los invito a rever cuánto exceso de sal hay en nuestras vidas. Ya sea por nosotros mismos o por los otros. Puertas abiertas que duelen, asignaturas pendientes que pesan, enfermedades que no sanamos ni entendemos, conflictos familiares que no cesan, problemas económicos que no se superan.

Planteemos una tregua con el karma, amiguémonos con él para que venga de a poco y podamos poner paz en algunos casos, perdón en otras situaciones y ocuparnos de aquello a lo que hasta ahora le habíamos dado la espalda.

La sal es parte de la vida, pero en la dosis en que nuestra materia la tolere.



Lic. Ivana Rugini

lunes, 13 de agosto de 2018

La muerte de una mascota


La muerte de una mascota


¿Nos eligió o la elegimos?
Hay veces que son ellas, las mascotas, las que irrumpen en nuestra vida para acariciar nuestro corazón y poner a prueba nuestra dureza.
Esos casos, donde gatos o perros callejeros, en mal estado y hambrientos nos dirigen la mirada… a nosotros, no al de al lado; como si les importara más nuestra compañía que el trozo de comida que le tiramos para quedar bien con nuestra conciencia “de que  ayudamos”;  pero con la vergonzosa intención de que nos de tiempo par caminar más rápido  rogando que no nos siga…
Y nos sigue.
Primero dudamos y miramos para los costados para cerciorarnos de que no haya alguien más que se enternezca antes que nosotros y zafemos.
Pero cuando comprobamos que es a nosotros y solo a nosotros, por más de que hayamos querido evitar la interpelación; caímos. Caímos en su mirada, en su desprotección, en su desvalimiento. En realidad, nos dimos cuenta de su necesidad de nosotros; pero todavía no nos percatamos de nuestra necesidad de él o ella.
Lo grandioso de todo esto es que creemos que somos nosotros los que lo adoptamos a él, que somos nosotros los que vamos a darle un hogar al animal, cuando en realidad estamos aceptando un regalo, no sé  de quién (de la VIDA, del animal, o de nosotros mismos). Sin duda que es un regalo; porque el “hogar” se conformará o completará gracias a esa compañía.

Otras historias son las de los que decididos a tener un integrante más en la familia van a un criadero o veterinaria a elegir entre los que hay, cuál es el que  más les gusta. Como si fuera azar.
Como sea, el vínculo está armado. Hecho está.

Y unos dan cariño y del otro lado, también.
Unos alimentan y los otros, también.
De un lado cuidan y del otro, también.
Unos se preocupan y los otros, también.
Unos extrañan y los otros, pareciera que muchísimo más…

Se empieza siendo de dos bandos distintos hasta que más tarde o más temprano, la fusión se da.
Y ya no hay quejas por lo que rompió, ni por lo que ensució, ni por lo que se gastó.
Se amansa el animal y el amo. A tal punto de que cabe la pregunta: ¿Quién es el dueño de quién?.
La mascota lleva una chapita con los datos del dueño.
El dueño lleva los datos del animal tatuados a fuego en el corazón.

El amor creció tanto, que cuando su ciclo termina la pena y  el vacío calan tan hondo que la ausencia llena todos los espacios.
¿Cómo explicar en el trabajo que andamos sin fuerza ni concentración?.
 Solo  comprende el que entiende que no se fue algo; se fue alguien.

Cuando se van, su misión está cumplida:
“que el humano valore  y ame la vida de otro ser, sin considerarse superior”.
Nuestra soberbia fue destronada. Nos queda seguir mejorando.
Otra mascota vendrá, tiene que venir, tiene que encontrarnos…

Lic. Ivana Rugini.


ORACIÓN DE UNA MASCOTA POR SU AMO

Oh Señor de mi amo,
Haz que mi amo sea fiel a mis semejantes,
Como yo fui fiel a mi amo.
Concédele que sea bueno con sus amigos y con su familia,
Como yo lo fui con él.
Que sea sincero como yo, y no hipócrita,
Que pueda ser depositario de la confianza ajena,
Como yo fui depositario de su confianza.

Dale un rostro alegre,
Como el agitarse de mi cola,
Dale el espíritu de gratitud que tuvo mi lengua al lamerle.

Nútrelo de una paciencia igual a la mía,
Que durante horas esperé sin quejas sus pasos,
Dótalo del mismo cuidado, coraje y prontitud
Que me movió a defenderlo si algo le ocurría.

Consérvale el corazón siempre joven
Pleno de ese espíritu juguetón que yo poseí,
Que sea un buen hombre,
de la misma manera en que yo fui con él.
                                                    
                                                           AMÉN.
                                         Autor desconocido


                                                                                                      

viernes, 3 de agosto de 2018

El que trae sonrisas




En el cumpleaños número 42 de una muchacha cercana y querida, veo sobre la mesa un regalo que había recibido. Un álbum artesanal recopilando fotos de su vida, desde su nacimiento hasta la actualidad.
Página a página pasaban imágenes representando cada etapa transcurrida, los diferentes estilos de vestuario, variaban los peinados,  pasaban lugares y abrazos con familiares; pero las sonrisas no abundaban.
Hasta que el libro incluyó a alguien más…

Ni de beba pegada a sus padres,
ni de nena rodeada de juguetes,
ni de joven reunida con amigas,
ni de adulta con su vida encaminada; se la vio tan feliz como con su bebé en la panza, luego en brazos y ahora posando con él entre las flores.
Su hijo le hizo bien; muy bien.

Si bien compartí muchas etapas de la vida de esta mujer, fue al ver ese álbum con esas fotos excelentemente seleccionadas, que me percaté de que hay diferentes sonrisas, distinta intensidad de alegrías, y que la más plena y amplia se instaló con la llegada y crianza de su hijo.
Dicen que los hijos eligen a sus padres, dicen que esperan el momento justo para venir al mundo, dicen que ya no pensás más en vos, que tus problemas pasan a segundo plano, que ser mamá te cambia la vida.
Para bien.
Para esta muchacha – mujer, ser mamá fue la catapulta que esperó sin saberlo para desarrollarse,  para dejar de postergarse y  para valorar cada instante.

Fue varón, pero si hubiese sido nena,  le hubiera quedado pintado el nombre “Felicidad”
Nació en la ciudad, pero si hubiera visto la luz en una comunidad nativa, su nombre bien podría haber sido “El que trae sonrisas”.


                                                                                                    Lic. Ivana Rugini

jueves, 14 de junio de 2018

Castillos de Pincheira




Durante unas vacaciones de verano recorrimos la zona sur de Mendoza y los Castillos de Pincheira fueron señalados como visita obligada de Malargüe.

Los “Castillos” son formaciones rocosas naturales que invitan a vivir dentro. Bellos, imponentes; realmente extraordinarios. Los castillos, la pradera, el arroyo, los animales, el cielo, todo en su conjunto es maravilloso.

La cuestión es que algo me hacía ruido y sin conocer la historia del lugar previamente, tuve que empezar a hurgar allí mismo.
¿Por qué Pincheira?
La respuesta estaba clara en el primer cartel con siluetas dibujadas de hombres con rifles en las manos y el agujero a la altura de la cabeza para que el viajero ponga su cara  y, por un ratito, sea uno de la banda.
No me hizo falta poner la carita ahí. Se me movió el piso, de todas formas.
Los hermanos Pincheira se dedicaban a asaltar en la zona entre Chile y Argentina; según se cree, desde 1812 hasta 1832.
La agrupación bien organizada llegó a sumar mil hombres entre campesinos, fugitivos y ex presidiarios.
Después de ser perseguido por los ejércitos de los dos países, el último de los Pincheira se entregó en el paraje hoy conocido como Castillos de Pincheira. (https://losandes.com.ar/article/historia-y-belleza-en-los-castillos-de-pincheira)

El por qué vivían de lo que no era suyo, no podemos saberlo; pero sí uno puede captar lo que hay detrás de un robo:
 Rabia, venganza, celos, envidia, resentimiento, cinismo, ira, decepción, frustración, temor, vanidad, pereza, apego a los objetos y al dinero, desesperación e impotencia; porque tomar aquello que no le corresponde  implica que uno no puede ganárselo por sus propios medios.

Estar ahí, observando ese rincón del mundo hizo decantar en mi mente una catarata de preguntas cuyas respuestas ameritan la más cruda confesión.
¿De qué o quién nos aprovechamos?.  ¿Qué usurpamos? Qué espacios invadimos?.
Quizás no sea dinero lo que se roba, pero sí la atención del otro…
¿Con qué armas actuamos? No siempre son rifles tan visibles…
¿Qué codiciamos? No siempre es lo material lo que llama la atención, puede ser el estilo de vida, el cuerpo, la salud  o la familia del otro…
¿Por qué cosas o cuestiones arriesgamos nuestra  propia vida o hasta la de los demás?

La belleza de la naturaleza me estremeció; pero la complejidad de la sombra humana me impactó aún más.

Mirándolo así, creo que todos tenemos algo de los Pincheira.

¡Qué lugar! A pesar de haber sido escenario de atracos hoy sigue siendo un paraíso a disposición de que lo usemos de una mejor manera.
Esa es la tregua que nos da la tierra. No juzga. Sigue ahí para nosotros esperando ser bendecida, disfrutada, honrada y querida.
La naturaleza siempre da una segunda oportunidad, y por si no lo entendemos puede esperar a la tercera, cuarta y así sucesivamente.

Como lo robado impele ser devuelto, los “errores” necesitan compensaciones. La tierra nos da oportunidades. Aprovechémoslas.

                                                                                           Lic. Ivana Rugini